lunes, 21 de octubre de 2013

1920 - capítulo XVII

Título: 1920 (un fanfic del Bicentenario)
Parejas: Akame, Tomapi, Maruda y otras secundarias.
Género: AU, romance
Rating: NC-17
Advertencias: Situaciones de consenso dudoso, temas oscuros. Excesivo fanservice.
Resumen: Corre el año 1920 y en los campos del sur de Chile el Patrón Akanishi desea tener un sirviente personal como el del señorito Ueda. Su amigo Yamapi le ayuda a conseguir uno, llamado Kazuya...


- ¿Cuánto tiempo suele estar el patrón en casa de sus padres? – Kazuya intentó que su pregunta sonara trivial.

- Generalmente es más de una semana – respondió la cocinera, tomando el plato que Kazuya recién había secado.

Más de una semana. Y desde que se había ido habían pasado... cuatro días. Kazuya intentó esconder la expresión de desamparo disfrazándola de concentración. Jamás un ser humano se había visto tan enfocado en la tarea de secar loza.

- ¿Quieres que vuelva pronto?

- Yo sólo… quería saber… - dijo Kazuya apartando la mirada.

La cocinera rió mientras Kazuya seguía secando platos, sin levantar la vista. No podía culparla por reír. Seguramente su situación parecía divertida desde su perspectiva. No había manera en que supiera de las extrañas pesadillas que lo habían acosado desde la partida de Akanishi, en las que su patrón volvía sólo para exiliarlo de la casa, no lo reconocía o decidía que ya no lo necesitaba. En otras, aún más perturbadoras, Jin volvía de la ciudad con una prometida, con un hijo en brazos o una horda de niños pequeños y ruidosos con sonrisas estúpidas y cabello desordenado que le ordenaban limpiar sus habitaciones mientras su padre se alejaba en el horizonte. Eran sueños de lo más tontos.

- Tu cumpleaños es mañana, ¿verdad? – preguntó, cambiando el tema e interrumpiendo sus recuerdos, para alivio de Kazuya.

- Sí -contestó Kazuya, tímidamente.

- ¿Te gusta el pastel?

- Sí.

- ¿Hay alguno que te guste en especial?

- ¡No! No es necesario que…

- Sí, es necesario –interrumpió la cocinera, con fingida expresión de agravio. –Es un cumpleaños, ¡no hay cumpleaños sin pastel!

Kazuya sonrió, su cumpleaños siempre había sido un día más, como cualquier otro. No estaba acostumbrado a que la gente se preocupara de él, menos a que hicieran cosas para hacerlo sentir bien. Levantó la vista hacia la afable cocinera, que lo miraba desafiante y sonrió débilmente. No estaba acostumbrado, pero ciertamente era una sensación agradable.

- Me gustan las frutillas… -dijo, en voz baja, pero claramente ella lo escuchó y la expresión de cariño maternal se hizo más profunda en su rostro.

-Frutillas serán entonces -afirmó la cocinera, secándose las manos en el delantal antes de despeinar con ternura el cabello de Kazuya.

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La noticia cayó como un balde de agua fría en la residencia Akanishi cuando finalmente decidió que no podía más y que necesitaba volver a su fundo si no quería volverse loco. Decidió decírselo primero a su madre, a la que esperó para encontrar sola en el cuarto de costura.

- ¿Te vas tan pronto? –su madre se veía decepcionada y agarraba su bordado con un arrebato de pérdida que más bien hacía parecer que Jin se uniría a la Legión Extranjera.

- Sí… pero… ¡estuve muchos días!

- Fueron cinco días, hijo.

- Sé que generalmente estoy más tiempo, pero…. hay… asuntos que debo… resolver –dijo Jin, sintiéndose horrible por mentirle a su madre. – Negocios… tú entiendes.

Su madre no entendía. Tampoco su padre y menos su hermano, pero este último tenía al menos un par de teorías al respecto, todas las cuales incluían faldas y trenzas en situaciones bochornosas que no escatimó recursos en describir para él... que Jin se sonrojara al recordar cierto episodio que efectivamente había incluido ambos elementos no ayudó demasiado a persuadir a Reio de que estaba equivocado. Jin consideró nuevamente atacarlo con algún tipo de proyectil, pero implicaría un gasto de tiempo que no estaba dispuesto a realizar.

Su padre y Reio lo acompañaron a la estación de trenes, dejando en casa a su madre, aún indecisa entre la tristeza y el enojo por la partida temprana de su hijo mayor. Jin seguía sintiéndose un poco culpable, pero la alternativa de quedarse más tiempo lo hacía sufrir sólo de considerarla. Era la primera vez que estaba tan poco tiempo en casa de sus padres, pero necesitaba volver, necesitaba ver a Kazuya… de preferencia no sólo verlo.

Las ansias lograron que el viaje fuera aún más tedioso. Intentó pensar en el paisaje, los animales, el cielo… pero era inútil, el tren no parecía ir lo suficientemente rápido y las horas se estiraban más allá de lo que podía soportar.

Llegó al fundo al atardecer, no había muchos sirvientes cerca, de hecho no estaba Junno para ayudarle con su caballo, pero podía ocuparse perfectamente de aquellos asuntos solo.

Al entrar, la casa le pareció silenciosa, demasiado silenciosa y oscura. Con renuencia, dio unos pasos más y alcanzó a reprimir un grito de asombro asustado cuando la cocinera salió a recibirlo y saludarlo.

- ¡Patrón! -lo saludó, limpiándose las manos con energía en el delantal manchado de harina. -Volvió más pronto de lo que esperaba… ¿está muy cansado por el viaje? ¿Desea comer algo?

- ¡Sí! – Respondió Akanishi, siguiéndola a la cocina y mirando hacia todos lados en el trayecto, buscando en la oscuridad y el silencio de la casa la presencia que no lograba hallar. Finalmente tuvo que preguntar, dejándose caer en una de las sillas de la cocina y con mal fingido desinterés. – ¿Y… Kazuya?

La cocinera sonrió e intentó no mirar en su dirección para no contrariarlo demasiado.

- Está con Taguchi -contestó-, no esperábamos que llegara hoy…

- ¿Con Taguchi? ¿Qué está haciendo con Taguchi?

- Carreras a caballo –respondió la cocinera, riendo–, fue idea de Taguchi.

Akanishi se giró, molesto. Esperaba a que Kazuya lo recibiera al llegar, después de todo, había vuelto antes por él, pero algo en la mesa lo sacó de sus pensamientos. Algo dulce…

-¿Pastel? –dijo, acercándose rápidamente a la masa con mucha crema y frutillas. La comida nunca fallaba en distraerlo. -¿Me hiciste un pastel?

- No sabía que llegaba hoy patrón, era para Kazuya.

- ¿Por qué?

- Hoy es su cumpleaños.

Akanishi sintió que se congelaba… no lo sabía. Aunque en su defensa, no había manera de que lo supiera, ¿verdad? Jamás había preguntado, Kazuya jamás le había dicho… no tenía la culpa. Aún así se sentía mal por no saber, por no tener un regalo… los cumpleaños eran algo importante. Al menos era eso lo que siempre habían creído en su familia.

- ¿Qué pasa patrón? ¿Quiere que le sirva un trozo?

Akanishi asintió en silencio y se sentó en la mesa de la cocina a comer la cena, no tenía ánimo de ir al comedor y sentarse solo. El pastel parecía mirarlo también con recriminación. Frunció el ceño. A pesar de todo su razonamiento lógico, la culpa no parecía querer liberarlo.

- Espero que no se moleste con él -comentó la cocinera mientras le servía un plato de sopa, malinterpretando su silencio y su expresión. -No sabíamos que llegaría hoy, o sino estaría aquí esperándolo.

Akanishi volvió a asentir. Toda la molestia que había sentido se había esfumado al oír las palabras cumpleaños y Kazuya en la misma frase, y ahora sólo quedaba en él aquella incómoda sensación.

Cuando terminó su comida, tomó el plato con el pastel y anunció que se lo llevaría a su habitación.

- Cuando vuelva Kazuya… ¿Le digo que vaya a su habitación? -preguntó la cocinera como si nada, sin siquiera apartar la vista de los platos que había comenzado a lavar.

- Eehh… sí… yo quiero que… Sí, dile eso.

Jin decidió ignorar la expresión pícara apenas contenida de la mujer y salir de la cocina con lo que le quedaba de dignidad intacta. Huyó raudamente hacia su habitación, donde intentó infructuosamente encontrar algo en lo que distraerse. Lo molestaba un poco la idea de sentarse a esperar a su sirviente, pero no encontró mucho más que hacer.

No pasó mucho tiempo antes de que Kazuya apareciera en su habitación, visiblemente nervioso. Estaba afectado por el hecho de no haber estado ahí cuando su patrón había llegado, a pesar de no ser su culpa, y además se sentía ansioso. No sabía qué esperar de él, jamás lo sabía, pero lo alegraba a un nivel básico el que Jin estuviese en casa nuevamente.

-Bienvenido de vuelta, patrón-dijo apenas entró, después de tocar la puerta. –Lo siento por no haber…

No pudo continuar, los brazos de Akanishi lo rodearon fuertemente, apretándolo contra él. Parecían decir silentemente “te extrañé”, pero el shock y el miedo hicieron imposible para Kazuya abrazarlo de vuelta.

Cuando se separaron, Akanishi se quedó un instante sin soltarlo y mirándolo de frente. El corazón de Kazuya se aceleró más aún, pensando que lo besaría, pero lo soltó y se giró en dirección a la mesa que estaba al lado de la cama. Al volver a girarse hacia él, tenía un trozo de pastel en las manos, con una vela un poco grande para el trozo incrustada en el medio.

- Fe… feliz cumpleaños –dijo Akanishi, y lo miró un instante a los ojos. – Ya debes haber comido pastel, pero no sabía que era tu cumpleaños y no sé que mas darte. Este es mi trozo.

- Pa… patrón gracias…- Kazuya no sabía bien qué decirle, no lo esperaba, no esperaba nada de lo que estaba pasando. -No tiene que darme nada…

Akanishi se sentó en la cama, sin dejar de ofrecerle el plato con el pastel, así que Kazuya lo tomó. No creía que fuera una buena idea rechazar un gesto así de su patrón, por mucho que lo confundiera su actitud torpe y que parecía algo avergonzada.

- ¿Usted no ha comido pastel?-preguntó Kazuya de pronto, sosteniendo el plato con ambas manos.

- No.

- Debería al menos probarlo – Kazuya tomó un trozo con la cuchara y lo acercó a la boca de Akanishi, que automáticamente la abrió y lo recibió.

Akanishi hizo un ruido de aprobación, estaba ciertamente delicioso, y Kazuya sonrió acercándole más.

- Espera –dijo Akanishi, riendo, después de unas cuantas cucharadas–, se suponía que esto era para ti.

- Está bien, no se preocupe, ya lo probé.

- Pero… - Akanishi estuvo a punto de hacer un puchero y a Kazuya le pareció adorable.

- Entonces, déme la frutilla -concedió.

El rostro de Akanishi se iluminó y le dio unos golpecitos a la cama, indicándole a Kazuya que se sentara a su lado. Kazuya obedeció, por una vez sin miedo.

Antes de que Kazuya pudiera tomar la frutilla Akanishi se le adelantó, arrancándola del pastel para luego acercarla a los labios de Kazuya, que cerró los ojos y abrió la boca. El gesto no pasó desapercibido para Akanishi. La visión de los labios de Kazuya cerrándose sobre la frutilla era aún peor, recordándole salvajemente por qué había vuelto antes de lo esperado.

El sonido de gusto de Kazuya fue sólo un agravante más.

Al abrir los ojos, Kazuya se encontró con la intensa mirada de su patrón sobre él, haciendo a su cuerpo reaccionar e impidiéndole apartar la mirada.

Como hipnotizado, Akanishi tomó un poco de crema con su dedo, ante lo que Kazuya lamió sus labios, comprendiendo inmediatamente. Esperó, mirándolo a los ojos y sin moverse, a que Akanishi acercara su dedo con la crema hacia él y abrió la boca lentamente a la vez que volvía a cerrar los ojos, pues sabía ya lo que ese gesto provocaba en su patrón.

Dejó que el dedo de su patrón entrara completamente en su boca antes de cerrar los labios entorno a él y saborear la crema con su lengua, ayudándose con el paladar e intentando no rasparlo con sus dientes. Pasaron algunos instantes antes de que Akanishi retirara gran parte del dedo de su boca. Kazuya alzó la mirada hacia él.

Con una respiración honda, Akanishi logró reprimir su deseo instantáneo de lanzarse sobre su sirviente y en su lugar volvió a untar el dedo en la crema del pastel para luego acercarlo a Kazuya, que nuevamente cerró los ojos lentamente y separó los labios, sin alcanzar a notar la media sonrisa de su patrón. Kazuya esperó, pero no sintió nada en la boca. Abrió los ojos y se encontró con el dedo de Akanishi a centímetros de su rostro, inmóvil. Se acercó, pero Akanishi lo alejó de su alcance, unos centímetros hacia el lado. Kazuya se lamió los labios antes de girarse lo suficiente para llegar a él, pero Akanishi nuevamente lo alejó de su alcance levantando un poco el brazo. Kazuya levantó una ceja y tomó el brazo de Akanishi con su mano, acercándolo a su boca y usando sus labios, ayudado un poco con su lengua, para comer la crema, sin soltar su mano.

Sin poder aguantar más, Akanishi posó la mano en la nuca de Kazuya y atrapó por fin sus labios en un beso lento. Kazuya vio sus ojos clavados en él en el instante en que cerró los suyos. Intentó alejar el pensamiento que nuevamente volvía a él, de cómo él era el patrón y que de cierta manera lo usaba para su placer… que no había ningún sentimiento especial en todo eso. Sólo tenía que dejarse llevar y olvidar cómo se sentiría cuando volvieran a la normalidad.

Akanishi dejó ir sus labios y bajó hasta su cuello, apoyando una de sus manos en el hombro de Kazuya.

Quizás era un truco de su mente para alejar la tristeza, pero le parecía que esta vez era diferente, que los besos eran diferentes, la forma de actuar de Akanishi era diferente. ¿Era sólo su idea? Tal vez sí, y volver a la normalidad sería más doloroso esta vez.

Akanishi se separó levemente de él y subió hasta quedar a la altura de su rostro, mirándolo a los ojos. La mano que se apoyaba en el hombro de Kazuya se movió y fue hasta su mejilla para acariciarla con una suavidad que lo hizo estremecer. Ya no tenía sentido negar nada o intentar bloquearlo, pensó Kazuya, se había enamorado de Akanishi.

Kazuya se acercó más a Akanishi, tomó su rostro con ambas manos y lo besó. Akanishi se demoró unos instantes en reaccionar. Era extraño que Kazuya hiciera algo así, pero no dejó que la emoción lo paralizara por más tiempo y respondió el beso, empujando suavemente con su cuerpo el cuerpo de Kazuya, hasta lograr que quedara acostado en la cama.

Siempre en estas situaciones era todo rápido, desesperado y brusco, no era que esta vez Akanishi estuviese siendo precisamente delicado, pero estaba cerca, incluso en la manera lenta en que desabrochaba su camisa mientras besaba la piel que quedaba al descubierto. Al llegar a su pecho se detuvo un instante, Kazuya sospechaba que era porque había notado lo fuerte que su corazón estaba golpeando en su pecho, alzó la vista y sonrió antes de continuar desabrochando y quitarle por fin la camisa.


Con sus dedos acarició suavemente uno de sus hombros, apenas tocándolo, provocando que la piel de Kazuya se erizara. Tomó su muñeca y la guió hasta su camisa.

- Quiero que tú lo hagas… sacarla… mi ropa – dijo Akanishi, incorporándose y quedando de rodillas en la cama.

Kazuya lo imitó y comenzó a desabrochar los botones hábilmente, mientras Akanishi lo observaba en silencio, intentando estar quieto… y fallando al besar el cuello de su sirviente en cuanto terminó con los botones y comenzó a sacarle la camisa.

Kazuya no sabía aún si se refería a toda la ropa o sólo a la camisa, pero no tuvo tiempo de preguntar, porque los labios de Akanishi volvieron a los suyos con insistencia. Los dedos de Akanishi y sus caricias no lo dejaban pensar más allá de su presencia y lo que estaban haciendo. Su piel comenzaba a estar muy sensible ante cada toque o beso y la sensación iba aumentando. Cuando Akanishi mordió su cuello, no pudo detener un “patrón” en forma de gemido. Akanishi se detuvo y se levantó, apoyado en sus brazos y alejándose un poco de Kazuya para poder verlo de frente. Kazuya le devolvió la mirada asustado, pensando en las muchas cosas que podría haber hecho mal, pensando que, tal vez, su patrón había decidido que estaba mal y quería que saliese de su habitación. Sin embargo, antes de que alcanzara a disculparse, el patrón habló.

- Quiero que por esta noche… no me llames patrón.

- ¿Señor Akanishi?

Akanishi rió y negó con la cabeza. Su cabello en completo caos hacía poco por esconder el rubor de sus mejillas, parte excitación y parte afectación.

- No -comenzó a decir y bajó su cuerpo hasta quedar nuevamente sobre Kazuya, buscando su oreja para besarla antes de susurrarle -“Jin”…

- Pero patrón…

- Es una orden –nuevamente fue un susurro, antes de apretar la oreja de Kazuya entre sus labios.

Un nuevo gemido escapó de los labios de Kazuya, pero está vez en forma de “Jin” y Akanishi rió contra su cuello, provocándole un estremecimiento. Volvió a levantarse lo suficiente para mirarlo de frente.

- Dilo de nuevo – pidió Jin, sonriendo.

- J… Jin- Kazuya sintió como sus mejillas ardían en ese instante.

La sonrisa en su rostro se amplió. No se detuvo a pensar por qué el simple hecho de que dijera su nombre le provocaba tal reacción. Además, Kazuya avergonzado siempre era algo adorable de ver. Acarició su cabello y lo besó nuevamente, dejando que su mano acariciara su hombro y bajara por el brazo de Kazuya hasta llegar a su mano, rozándola suavemente con sus dedos antes de tomarla.

Akanishi nuevamente bajó, besando partes aleatorias de su cuerpo y deteniéndose a la altura de su ombligo para respirar sobre el. La mano de Kazuya que tenía tomada se apretó contra la suya ese instante. Por cada beso que Jin plantaba alrededor de su ombligo, había una contracción espasmódica de Kazuya.

Su boca hizo el recorrido con sus labios hasta el costado de su cintura mientras soltaba la mano de Kazuya para poder desabrocharle el cinturón. Con ese paso superado, no fue difícil bajar su pantalón lo suficiente para exponer el hueso de su cadera, que en esa posición se marcaba aún más. La pesada respiración de Kazuya y su cuerpo en evidente tensión hicieron que Jin decidiera tomar con ambas manos sus caderas antes de deslizar su lengua lentamente. Fue una buena decisión, el cuerpo de Kazuya se arqueó violentamente y soltó un sonoro gemido. Su voz no fue lo único que se salió de control, sino que también sus manos, que se aferraron al cabello de Jin, casi tirando de él. Sólo alcanzó a pronunciar un “lo sien…” antes de que Jin volviera a besarlo, descuidadamente, dejando a sus manos terminar de desabrochar su pantalón.

Kazuya lo imitó, en alguna parte de sus pensamientos temía que no fuera lo que Jin esperaba que hiciese, pero los pensamientos coherentes estaban siendo cada vez más lejanos, dejando por fin a su cuerpo seguir la corriente que había impuesto Jin.

Ayudado por Kazuya, la ropa que les quedaba a ambos quedó repartida entre la cama y el piso.

Jin se situó entremedio de las piernas de Kazuya, las que rodearon sus caderas instintivamente. Volvió a besarlo, nunca parecía ser suficiente, además, esta vez Kazuya lo pedía en silencio, estirando su rostro y sus labios hacia él.

En cualquier momento Kazuya no podría soportarlo más, si bien ya había perdido gran parte del control de su cuerpo, el que parecía desesperadamente necesitar de Jin, la sensación seguía aumentando, ayudada por los labios, la lengua, el roce y las manos de Jin recorriendo sus muslos. Estaba tan perdido entre la sensación y la necesidad, que al principio no notó la mano de Jin deslizándose hacia la base de su espalda y más abajo. Abajo y adentro, la intrusión tan inesperada y extraña de los dedos de Akanishi casi fue suficiente para interrumpir su estado, dejándolo momentáneamente inmóvil. Miró a Jin un poco confundido, pero antes de poder pensar en preguntar algo, lo sintió raspar suavemente con los dientes la piel de su cuello y el calor y la fluidez del movimiento volvieron a jalar de él, imposiblemente con más fuerza.

Jin continuó sus acciones durante algunos momentos que se le hicieron eternos. Quería que la experiencia fuera lo menos dolorosa posible para Kazuya esta vez, quería seguir intoxicándose con los sonidos cada vez menos reprimidos que lograba arrancarle, extender su placer lo más posible. Pero su resistencia estaba llegando rápidamente al límite.

Volvió a besar a Kazuya, enredando en un beso húmedo su quejido de protesta cuando retiró sus dedos para entrar lo más lentamente posible en él.

Decidió esperar, quieto, por unos instantes. Kazuya tenía los ojos cerrados y apretaba con fuerza sus parpados, su ceño fruncido en una expresión decididamente no placentera tampoco era un buen indicio para Jin. Tragó saliva y apretó los dientes, aferrándose a cada pizca de control posible para ignorar el llamado doloroso que le hacía su cuerpo, implorándole moverse.

- ¿D…duele? -logró preguntar.

-Mmm - parecía una afirmación.

- ¿Siempre?

-Mmm… -para Kazuya era algo complicado de responder en ese momento, pero Jin lo tomó como una afirmación.

-¿Mucho?

Kazuya abrió los ojos y se encontró con el rostro preocupado de Jin.

- No tanto esta vez –respondió esbozando una sonrisa, moviendo lentamente sus caderas y deleitándose con el quejido entre el placer y el alivio que soltó Jin.

Con ese movimiento, fue imposible para Jin mantenerse inmóvil. Comenzó lo más lento que pudo, pero sabía que no podría estar así por mucho tiempo.

Volvió a besar el cuello de Kazuya, el que reaccionó llevando sus manos a su espalda, aferrándose de ella. Recorrió con besos el camino hasta detrás de su oreja y los dedos de Kazuya se enterraron en su espalda. El gesto descontroló el ritmo lento que llevaba Jin, aumentándolo… y los jadeos de Kazuya comenzaron a ser suaves gemidos.

Siguió besando su cuello, su clavícula, sus hombros y, aunque quería besar sus labios, se negaba a silenciar los gemidos que comenzaban a escapársele tímidamente. Entrelazó su mano con la de Kazuya a la vez que, nuevamente, aumentaba el ritmo.

Había logrado que los gemidos de Kazuya dejaran de estar en la categoría de “tímidos” y decidió que con eso era suficiente, además, quería besarlo nuevamente.

Un "patrón", nuevamente gemido por Kazuya quebró el beso, Jin levantó su rostro hacía él y su mirada casi suplicante le recordó a Kazuya que no debía llamarlo así esa noche.

- Así... así no – susurró Jin, entre jadeos, a la vez que aumentaba la potencia del empuje de sus caderas.

- Lo... lo siento... ah... ah... J-Jinn...

- Kazuya...

La mirada de Jin lo dejó atrapado unos instantes, había algo en ella que era diferente a la de siempre, parecía querer decir algo que no podía poner en palabras, aún así, no pudo mantener los ojos abiertos por más tiempo, sus parpados se apretaron cuando comenzó a llegar al límite. Sus manos se aferraban desesperadamente a lugares aleatorios del cuerpo de Jin, logrando inevitablemente acelerar el proceso en él.

Kazuya silencio su último gemido besando a Jin y enterrando sus dedos en su espalda. Jin lo siguió de cerca, creyendo haber oído un sonido parecido a “Jn” de los labios de Kazuya.


Para Kazuya, junto con el pensamiento coherente volvió la sensación de miedo y ese dolor punzante en su pecho… que se desvaneció en cuanto Jin se incorporó y se acomodó hasta quedar a su altura para acariciar su mejilla.

- No vayas a tu habitación… duerme conmigo... – susurró, cansado, sonriéndole con los ojos y sin dejar de acariciarlo con suavidad. El corazón de Kazuya se contrajo y apartó la vista.

“Pero no es una orden…” pensó Jin, sin poder decirlo. Temió que, dada la posibilidad, Kazuya decidiera irse.

Kazuya asintió con la cabeza. Estaba demasiado agotado después de todos los sucesos del día, su cumpleaños, la carrera a caballo con Taguchi… y todo lo sucedido con Jin. Aunque hubiese querido salir de ahí, no le habría resultado fácil. Además, no quería.

Jin lo instó a acomodarse mejor en la cama para dormir, era torpe y a veces demasiado brusco, pero nada de eso importaba mucho en aquel momento. Cuando por fin se quedó quieto, Kazuya estiró su mano para acariciar su cabello.

- Buenas noches, Jin.

Se acercó para besarlo, pero a medio camino dudó y se detuvo, nervioso. Jin lo miró expectante, sin moverse, cerrando los ojos como único gesto para instarlo a seguir.

Fue un beso corto, que no fue más allá del roce de sus labios.

-Buenas noches, Kazuya – susurró Jin, sin separar mucho sus labios de los suyos aún.


Kazuya no recordaba cómo ni en qué momento se había quedado dormido, pero despertó al sentir algo rozando la curvatura de su cuello. Ese algo debía ser el dedo de Jin, y decidió no moverse y fingir que aún dormía, alargar su estadía ahí lo más posible. Pero entonces, Jin comenzó a jugar con su cabello y un escalofrío imposible de esconder recorrió su cuerpo. Abrió los ojos y sólo en ese momento se dio cuenta de que aún era de noche. Se giró hacia Jin con una expresión somnolienta.

- ¿Desea algo, patrón?

- Aún es “esta noche” -le reprochó suavemente Akanishi.

- ¿Jin...?

- ¿Podrías dormir para este lado, por... favor?

- Está bien.

Kazuya cerró los ojos e intentó dormir, pero sentía la mirada de Jin sobre él y eso complicaba las cosas. Abrió un ojo y comprobó que, efectivamente, Jin lo observaba.

- ¿Te incomoda dormir para este lado?- preguntó Jin al ver el ojo que fugazmente lo examinó y volvió a cerrarse.

- No...

- Entonces, ¿no te gusta que te mire?

- No... no es eso -dijo Kazuya, abriendo ambos ojos esta vez.

- ¿Qué es?

- No lo sé...

- Después de todo... ¿Te pone nervioso que te mire dormir?

Kazuya no respondió y bajó la mirada, toda la situación era extraña e irreal, no sabía qué pensar o creer.

- Está bien –cedió Jin, cerrando los ojos y tomando su mano.–Así no te pondré nervioso mirándote y te dejaré dormir.

Tomar su mano era suficiente para poder dormir sabiendo que Kazuya estaba ahí.

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