domingo, 25 de septiembre de 2011

Sólo una vez - Capítulo 4

Fandom: JE, KAT-TUN,
Parejas: Akame
Género: Romance, Angst
Resumen: Durante una fiesta en casa de Ueda Kame le confiesa a Jin que alguna vez tuvo sentimientos por él, lo que los lleva a explorar su deseo secreto de estar juntos... una sola vez, en honor al pasado



Capítulo 4


Jin estaba sin ánimo, deprimido. Era normal verlo sin ánimo en algunas ocasiones, pero no deprimido así como estaba. Todos lo notaban, especialmente Kame, que trataba de ignorar la situación, diciéndose a si mismo que pronto se le pasaría, que pronto volvería a ser el Jin de siempre. Pero ensayo tras ensayo, las bolsas oscuras bajo sus ojos no hacían sino aumentar de tamaño y gravedad.

Yamapi tampoco había podido pasar por alto el extraño estado emocional de Jin. Después de un par de invitaciones denegadas, finalmente Pi había logrado arrastrar a Jin a un club de mala muerte de los que solían visitar, para distraerlo un poco. Había sido una pésima idea. La noche había terminado con Jin demasiado ebrio, balbuceando incoherencias sobre Kame en el baño del departamento de Yamapi. Desde entonces, sólo habían salido a comer un par de veces. Jin alegaba estar perfectamente bien y Yamapi sabía que no debía presionar mucho, a riesgo de que su amigo dejara de dirigirle la palabra. Como solía ser el caso cuando Kame estaba implicado en la ecuación, él sólo podía sentarse y esperar.

Y por mientras, Kame seguía evitando a Jin, era obvio para cualquiera que los viese. Cada vez que se acercaba un paso, Kame se alejaba dos. Si Jin entraba por casualidad a una habitación donde sólo estuviese Kame, él salía rápidamente, sin mirarlo. A pesar de que ya no estaba persiguiéndolo, Kame seguía huyendo de él. Lo molestaba y le dolía, no sabía cuál de las dos en mayor medida.

¿Qué creía Kame? ¿Que era su única preocupación? ¿Qué no iba a poder superarlo?

Se esforzó algunos días por demostrarle lo contrario. ¿Kame no quería tomarlo en cuenta? Pues bien, perfecto. Él no lo tomaría en cuenta tampoco. Tenía muchísimas cosas en las que pasar el tiempo muerto de los ensayos, como molestar con desgano a Nakamaru o intentar golpear a Taguchi.

Pero ignorar a Kame requería energía y últimamente la energía no le sobraba. Al final, agotado, había optado por sentarse en un rincón, cerrarse e ignorarlos a todos, a cada uno de ellos, con sus chistes fallidos, sus risas estridentes, sus infatuaciones nauseabundas no correspondidas, sus intentos reconciliatorios y sus ataques de diva. A todos.

Los días pasaban en una masa de colores indistintos, de horas puntuadas cigarro tras cigarro, sin diferencias ni relieves. La tristeza se ahogaba en el silencio ensordecedor de su mente, hasta que ya no era sino un murmullo. Podía continuar con la vida entumecida. Él no necesitaba a nadie.

Pudo mantener su convicción casi sin problemas durante un par de semanas, antes del comienzo de la gira. Sin embargo, al llegar a Okinawa un día antes del concierto, su resolución se hizo trizas. Era un lugar tan cargado de significado y recuerdos que su escudo de frialdad no resistió y el vacío se hizo patente en su pecho. Sin importar lo que hubiera pasado ni la manera en que ambos se habían tratado, sin importar lo que ambos habían hecho, Kame había sido una parte importante de su vida. Y lo extrañaba. Extrañaba la cómoda sensación de compañerismo que habían compartido, a veces tan poco notoria desde el exterior.

El concierto no hizo sino aumentar su añoranza. Estar a la vez tan cerca y tan lejos era extraño, anormal, estaba simplemente mal. Tener que fingir las bromas bienintencionadas que antes solían fluir entre ellos era descorazonador.

Se había resignado, en su mayor parte, a que lo ocurrido con Kame jamás pasaría de nuevo y aunque eso le causaba un sentimiento de pérdida profundo, no era lo que más lamentaba. Sentía que había perdido a Kame para siempre, también como amigo, como presencia en su vida, y la nostalgia que le causó darse cuenta de ello fue demasiado para él.

Era doler de nuevo, resquebrajarse y desmoronarse, átomo a átomo, y no iba a poder parar el desastre en su interior como lo había logrado hacer la última noche que habían hablado. Sin Kame, definitivamente no había razón para ponerse de pie. Lo necesitaba, aunque sólo fuera como compañero de grupo; necesitaba sentirse unido a él, sin importar que el vínculo fuera sólo una tenue civilidad de buenos colegas. Si se trataba de Kame, cualquier contacto era bienvenido.

Tenían que hablar, tenía que tragarse un poco el orgullo y proponerle a Kame hacer las paces, retornar a un estado de colegas amigables, pero sabía que convencer a Kame de que había renunciado a la persecución y de que accediera a una conversación a solas iba a ser imposible. Necesitaba un buen plan.

Pasó todo el día buscando la ocasión adecuada, pero la habilidad para escabullirse de Kame le jugaba en contra. Se acababa el tiempo, el último concierto en Okinawa era esa tarde y durante todas las pruebas de sonido y luces en el estadio no pudo lograr nada, por más que lo intentó. Estaba comenzando a desesperarse.

Hasta que el momento perfecto llegó: Kame conversaba con Ueda en el camarín, sin nadie más que estuviese ahí. Jin asomó su cabeza y Kame se sobresaltó, pero Jin lo ignoró y llamó a Ueda para hablar fuera del lugar.

-Necesito conversar con Kame –le dijo cuando ya estaban afuera.

-Te equivocas, soy Ueda Tatsuya -explicó Ueda, con fingida paciencia. -Kame está allá adentro.

-Lo sé, tonto. Pero si sales de ahí para que yo entre, se irá antes que pueda detenerlo.

-¿Qué pasó? Estaban tan bien en un momento… ¿Qué le hiciste?

-No sé –dijo Jin con la mirada baja.

Ueda lo miró críticamente durante unos instantes, considerando la situación.

-Entra… -dijo, finalmente. -No alcanzará a irse.

Jin asintió y entró al camarín a la vez que Ueda cerraba la puerta. Kame se levantó de su asiento, asustado.

-No te voy a hacer nada –le dijo apresuradamente Jin, levantando las manos en rendición, como ante un policía.

Kame se quedó de pie sin cambiar su pose defensiva.

-Sólo quiero hablar… -continuó Jin, acercándose levemente, deteniéndose a una distancia considerable de Kame.

-Lo siento, creo que entiendo por qué estás así… realmente lo siento… no te acosaré más -después de sus palabras un poco avergonzadas, Jin recordó por fin bajar lentamente las manos. Kame lo observaba con un recelo que cedía con premura ante su evidente sinceridad. -Desde ahora seré sólo tu compañero de trabajo... pero ya no huyas de mí -a su pesar, su voz tiritó un poco con la última frase. Desvió por un segundo la mirada al suelo para estabilizarse antes de continuar. -Podemos ser buenos compañeros, no pasará de eso. Haré mi mejor esfuerzo, Kame -el nombre le supo a cenizas en la boca, pero se obligó a pronunciarlo. -Lo prometo.

Lentamente, Kame volvió a su pose mas relajada al ver que Jin no tenía intenciones de acercarse e intentar seducirlo nuevamente.

-Ya no estemos así -concluyó Jin, recuperando la fuerza en su voz. -Es estresante.

-Para mí también lo es –aceptó, Kame.

Jin le sonrió levemente, Kame le devolvió el mismo tipo de sonrisa desanimada. No se esperaba esto. Y aunque su mente paranoica lo instaba con urgencia a desconfiar, no podía engañarse. Jin era un mal mentiroso y aún peor actor, no podría fingir la honestidad y derrota que estaba desplegando ante él, la resignación dolida que era el reflejo idéntico de lo que él sentía pero sabía que debía ocultar y podía hacerlo.

Era el final de las posibilidades y se sentía triste y culpable. Al final, Jin había resultado ser una mejor persona de lo que era él. Después de las cosas horribles que le había dicho, aún quería que estuvieran en buenos términos. Kame suspiró, resignado. Ésta era la manera en que debían ser las cosas, ¿por qué entonces se sentía tan parecido a un error?

Durante los segundos de silencio cargados de implicancias que se sucedieron, Kame llegó a la conclusión de que todo era culpa de la maldita Okinawa. Desde que habían llegado los recuerdos de su pasado con Jin se habían acentuado, moviendo algo que se empeñaba por ocultar en su corazón. El lugar completo era un recordatorio de todo lo que significaba Jin para él y todos los distintos tipos de significado que había tenido para él durante toda su vida.

Era hora de dejarlo ir.

-¿Entonces ahora me hablarás? -Preguntó Jin con un hilo de voz.

-Sí -respondió Kame.

Tanto él como Jin tenían los ojos clavados en el suelo, incapaces ya de mirarse.

- ¿Puedo acercarme de nuevo a ti, sin que te sientas amenazado? -Continuó Jin y levantó la vista.

Su actitud de niño pequeño fue una dolorosa espina en el corazón de Kame.

-Sí -logró responder por sobre la ola de ternura y pérdida que lo embargó.

Jin se acercó a él sonriendo con dificultad.

-Espero que con el tiempo podamos volver a ser lo de antes -dijo Jin, conteniendo su emoción a duras penas. Era un momento crítico y no quería arruinarlo, pero sus sentimientos se rebelaban con fuerza y amainarlos se volvía cada vez más difícil. –Quiero que nuestra relación pueda ser tan cercana como cuando éramos más jóvenes.

Ambos se quedaron en silencio, el pecho de Kame se apretó por el sentimiento de nostalgia, mezclado con la sonrisa amarga de Jin.

Jin se había acercado más a él, se veía luchando consigo mismo pero Kame estaba demasiado inmerso en su propio conflicto interior como para notarlo.

-¿Pue… puedo abrazarte? -susurró vacilantemente Jin, de pronto.

-¿Eh? –Kame no esperaba algo así.

-Sólo un poco… -dijo Jin acercándose cuidadosamente a él, había algo en su mirada que la hacía hipnótica y suplicante a la vez.

Comenzó a llevar lentamente sus brazos hacia Kame, pidiéndole permiso con su cuerpo.

Era sólo un abrazo, se dijo Kame, un inocente abrazo de amistad, de compañeros, de reconciliación. ¿Por qué no? Si quería volver a tener una relación normal con él no tendría por qué negarse. Continuó diciéndose que era como la firma de un contrato, pero entre amigos, aún mientras su corazón se aceleraba y un vacío ardiente apretaba la boca de su estómago.

Estiró sus brazos también, como respuesta. Jin entendió el mensaje rápidamente y lo abrazó con fuerza.

-Lo siento -repitió Jin, apretándolo contra sí. -Perdóname.

Kame asintió y apoyó su cabeza en el pecho de Jin, sintiendo como su corazón latía con fuerza contra él. Tuvo el presentimiento de que era el preludio de algo, que algo más pasaría, pero Jin lo apartó y lo besó sin darle tiempo siquiera de mirarlo.

El piso se movió bajo los pies de Kame, pero Jin estaba ahí para sostenerlo. Sus ojos se cerraron y suspiró, incapaz de pelear un segundo más, rindiendo su boca a la deliciosa invasión de la lengua de Jin.

Respirar no era importante, pensar tampoco y menos lo eran todas sus razones y resoluciones. Lo único que importaba era el sabor de Jin quemando una a una sus neuronas, el olor de su piel saturando sus sentidos y sus manos en su cabello, que parecían acariciar también su corazón. Sus brazos rodearon la cintura de Jin como afirmándose de él.

Era estar a merced del destino, sin voluntad, y el momento y los sentimientos cabalgando en sus venas hacían imposible cualquier resistencia. Simplemente no tenía fuerzas para seguir luchando contra algo que deseaba con toda el alma.

Los labios de Jin atacaban los suyos sin delicadeza alguna, perdidos en el frenesí que los consumía a ambos. Las uñas de Kame se clavaron con fuerza en su espalda en el momento en que mordió su labio inferior y el suave quejido de Jin quedó ahogado por la intensidad de su beso.

Acción y reacción, eran una escalada de pasión incontenible que había encontrado un punto de escape. La boca de Jin dejó la suya para reclamar su cuello y bajar hasta su hombro sin dejar de besarlo. Una de las manos de Kame dejó la cintura de Jin para enterrarse en su cabello cuando sus labios llegaron al punto exacto en que había dejado su marca aquella vez. Jin cedió rápidamente ante la presión casi imperceptible de los dedos de Kame sobre su nuca y mordió con fuerza. Kame gimió.

Fue todo lo que Jin necesitaba. En un instante el hechizo se vio roto.

Kame se sorprendió al sentir que Jin lo separaba bruscamente y lo miraba con los ojos muy abiertos, jadeante y asustado.

- ¡No quería...! ¡Perdón! -Se disculpó Jin, rápidamente. -No volverá a pasar... lo prometo -sonaba sincero, pero Kame no estaba escuchando. -Es sólo que... estar cerca tuyo... no pensé antes de actuar... lo siento tanto...

La expresión horrorizada de Jin se colaba con dificultad a través del filtro de mil sentimientos que parecía bloquear la mirada de Kame. Humillación, deseo, decepción, excitación, confusión, desolación, ardor, angustia... Mientras la paranoia en su mente gritaba "¡Traición!", su cuerpo anhelaba el calor de Jin, protestando cruelmente por su súbita falta. Kame sentía ganas de encogerse y desaparecer, aunque fuera por un momento, de la faz del planeta.

-Vete... sal de aquí -fue lo único que atinó a decir, como letanía, sin mirar a Jin.

Jin tardó en reaccionar. Era el idiota más grande de la historia de la humanidad y sentía ganas de llorar, de darse de cabezazos contra la pared o golpear a alguien. Lo había arruinado todo y no había tiempo para intentar arreglarlo antes del concierto.

Con la intención de no empeorar las cosas, se tambaleó hasta la salida del camarín. Tenía aproximadamente tres horas para calmarse y actuar de manera profesional sobre el escenario, por su bien y por el de Kame. Iba a darse una ducha fría y a intentar concentrarse en las canciones y los pasos de baile. Maldijo un par de veces más su estupidez de camino al hotel.

Sentía que siempre se las arreglaba para arruinarlo todo.

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Para Kame, tranquilizarse y retomar el control de los factores disruptivos de su vida jamás había sido un problema. Desde los cinco años, y probablemente desde antes pero no lo recordaba, sólo necesitaba sentarse tranquilo unos cuantos minutos y podía poner la mente en blanco, dejar que todo pasara por sobre él y emerger listo para lidiar con las situaciones.

Luego había conocido a Jin. Y en casi once años juntos como compañeros de grupo, Jin se las había ingeniado para desbaratar cualquier ápice de técnica de relajación, pensamiento o control que a Kame pudiera haber tenido alguna vez. Jin era un asalto a cada uno de sus sentidos, en especial ahora y bajo las circunstancias actuales, después de que todos sus planes y estrategias hubiesen fallado.

A menos de una hora del concierto, Kame por fin estaba logrando pensar con algo cercano a la integridad. Sospechaba que sus pensamientos al respecto jamás volverían a ser tranquilos y mucho menos racionales, así que debía trabajar con lo que sí podía lograr. Y bajo ese prisma, no podía culpar sólo a Jin por lo ocurrido. Sería una hipocresía de su parte, una mayor a lo que podía soportar.

Su reacción, pésima, había sido partes iguales fruto de su confusión y de su molestia consigo mismo. Había sido débil y estúpido, porque si bien Jin lo había besado, él no había hecho nada por detenerlo, es más, había respondido y lo había instado a continuar.

Kame dejó caer su cabeza pesadamente entre sus manos. ¿A dónde demonios iba a llegar con todo esto? Su trabajo, su vida y el mundo tal como lo conocía estaban en peligro y ¿por qué? ¿Por un enamoramiento adolescente mal manejado? ¿Por las estúpidas hormonas de Jin, que siempre ganaban la batalla?

¿Y qué arriesgaba Jin en todo esto? ¿Qué demonios quería Jin? No lo aterraba tanto la respuesta como la confusión que veía en sus ojos en cada ocasión en que Kame lo ponía en duda de manera silente. Jin no tenía ni la más mínima idea. Por todo lo que Kame sabía, él sólo quería repetir un evento ocasional que le había gustado... y nada más. Jin arriesgaba una decepción física. Kame estaba apostando su corazón. Y lo aterrorizaba.

¿Y qué era lo que quería él? ¿Era capaz de lanzarse al vacío a ojos cerrados esperando que, tal vez y si le daba la gana, Jin estuviese al otro lado para recibirlo? No. Imposible.

Kame estaba acostumbrado a su vida, solitaria, tranquila, a veces algo vacía, pero siempre ordenada; estaba acostumbrado a los revuelos controlables y de reparación rápida que provocaba solamente él, sin ayuda. Por ahora, lo único que Kame creía desear, era volver a tener paz.

No iba a conseguir nada ignorando a Jin, eso era un hecho comprobado. Finalmente, lo único que había logrado era que la histeria subiera al máximo, para ambos. Debía dar muestras de grandeza y superar el incidente del beso como lo que era, un error de ambos. Mientras más lo pensaba, más insignificante parecía. Era fácil olvidar detalles y hacerse creer que no había sido relevante. La negación era la única parte de sus mecanismos de defensa que no había hecho sino aumentar debido a su exposición a Jin.

Cuando se levantó del cómodo sillón del hotel en que había pasado sentado casi dos horas, todavía quedaba en su sistema un poco de resentimiento, pero confiaba en que se iría disolviendo con el paso del tiempo. Estaba listo para intentar lidiar con Jin, para intentar retomar un compañerismo apacible con él. Era un buen plan, si lo miraba de cierto ángulo, ahora que estaban ambos en el mismo punto y tenían el mismo objetivo.

No le hizo caso a la molesta voz en algún rincón oculto de su mente que le advertía que no tuviera esperanzas, era Kamenashi Kazuya y, si algo sabía hacer bien, era ignorar con determinación aquello que no quería ver.

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Jin era imposible de ignorar.

Aún en el tumulto y el ajetreo que solían sacudir su mundo cinco minutos antes de que el show comenzara, Jin se hacía notar como una presencia inmóvil e histérica. Buscaba sus ojos como queriendo encontrar algo, pero estaba tan confundido que ni siquiera sabía qué era lo que debía hallar en ellos.

Tres horas habían sido insuficientes para calmarse, demonios, ni siquiera había llegado a la etapa en que podía *dejar* de pensar en lo que había pasado. Seguía sintiéndose idiota, seguía deseando volver a ser amigo de Kame... y su estómago seguía haciendo cosas extrañas en su interior cada vez que pensaba en acercarse.

Lo que más lo confundía eran las reacciones de Kame, mejor dicho la falta de éstas. Se había acostumbrado a que huyera y ahora, en lugar de eso, se quedaba mirándolo con cara de pregunta cada vez que Jin entraba en pánico porque estaban demasiado cerca.

Era incomprensible, era hasta un poco decepcionante. ¿No había significado nada para él? ¿Había pasado horas de su vida estresado por nada? ¿De verdad ni siquiera lo iba a mencionar?

En camino a tomar sus posiciones para salir a escena, sintió la inconfundible presencia de Kame tras de él. Escondió inmediatamente las manos en los bolsillos de su pantalón; en su experiencia, su cuerpo solía hacer cosas por cuenta propia, antes de que su mente pudiera siquiera evaluar la situación, mucho menos considerar las consecuencias. Y aunque Kame se comportara de manera rara y como si nada hubiese pasado, sabía que había actuado mal, tal vez dañando el frágil acuerdo que habían logrado.

Por eso lo sobresaltó sentir a Kame a su lado. Lo miró, pero Kame seguía caminando con la vista fija al frente. Lo imitó y a duras penas logró contener un chillido digno de su juventud cuando sintió la mano de Kame posarse con firmeza sobre su hombro.

-¿Listo? -Preguntó Kame, aún sin mirarlo; era su ofrecimiento de paz, ahora estaba en manos de Jin aceptarlo.

Jin, que estaba tan susceptible y nervioso que no supo de qué demonios estaba hablando Kame hasta que fue demasiado tarde y la entrada a escena estuvo sobre ellos. Intentó sacar una respuesta ingeniosa de debajo de la manga, pero ya los gritos enardecidos de las fans creaban una pared de sonido que se cernía implacablemente a su alrededor.

Todavía sin mirarlo ni siquiera de reojo, Kame le dio dos palmadas amistosas en el hombro antes de dejarlo ir y correr hasta su marca de entrada, dejando al confundido Jin con los segundos contados para reaccionar y darse cuenta de que había un concierto en el que debía participar.

Kame le había dado otra oportunidad, comprendió en medio de una canción y la letra mágicamente huyó de su mente. Pidió disculpas con petulancia al público, que se deshizo en gritos, como solía suceder, mientras los sentimientos cambiaban una vez más de eje y foco en su interior, dejándolo una vez más en penumbras.

Estaba agotado de no saber qué sentir, agotado de no saber qué quería hacer.

Por suerte para él, el concierto estaba por terminar.

Sólo quería descansar.

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Kame no podía dormir, estaba agotado, con sueño, pero no conseguía quedarse dormido. Su mente no dejaba de trabajar arduamente, pensando en Jin, recordando los últimos acontecimientos, diciéndole que, tal vez, no podían ser amigos.

Lo había intentado, realmente lo había intentado. Había tratado de comportarse de manera normal con Jin durante todo el concierto, de acercarse a él y bromear como siempre. Pero, cada vez, Jin había reaccionado con algo cercano al pánico. Si eso era una premonición de lo que le esperaba durante el largo tiempo que seguramente le tomaría a Jin asumir la situación que le proponía... necesitaba un cigarro.

Salió de la habitación que compartía con Taguchi, que dormía placidamente, en dirección a la sala de estar.

Encendió un cigarro y salió al balcón para fumar y relajarse mirando el mar. La noche era agradable, pero el sonido de las olas le traía recuerdos sobre Jin y los tiempos en que estaban muy unidos, sin problemas de por medio. No era cualquier playa, era el lugar en el que Jin y él habían acampado juntos, en un viaje que Jin había ganado para ambos…

Detuvo el proceso de su memoria abruptamente y volvió adentro. Su mente traidora parecía experta en trampas mortales esa noche. Era peligroso recordar esa época, pero no había mucho que pudiera hacer por evitarlo dada la ubicación. Sólo le quedaba esperar a que amaneciera, a que llegara el día y salieran de esa maldita isla con todos sus recuerdos cargados de añoranza.

Se dejó caer pesadamente en el sillón sin encender la luz y siguió aspirando el humo del cigarro, esperando que la nicotina envenenara su sangre lo suficiente como para calmar su agitado interior.

Escuchó a alguien entrar a tientas al lugar, no se giró a mirar.

-¿Kame? ¿Tampoco puedes dormir?- dijo Jin caminando con cuidado para no chocar con nada

"Por supuesto que no. Y es tu culpa", pensó Kame, con veneno.

Asintió sonoramente, sin decir una palabra ni dejar entrever su estado mental de ninguna forma.

Jin encendió también un cigarro y se sentó a su lado. Muy cerca de él.

-No he dormido bien últimamente –dijo Jin, después de unos segundos de silencio. –No duermo bien desde… -se giró para mirar a Kame, pensando. Kame le devolvió la mirada. -Hace dos meses y medio –completó.

El silencio inundó la habitación. Kame desvió la mirada, posándola en sus rodillas. Ciertamente, hacía dos meses y medio había dormido muy bien en los brazos de Jin. Dos meses atrás había ocurrido el hecho causante de todo. ¿Cómo había podido ser tan tonto y creer que una sola vez no traería consecuencias de ningún tipo? Y decían que el idiota era Jin...

Mientras, Jin estaba teniendo problemas nuevamente.

Al entrar a la habitación se había propuesto con firmeza no dejarse afectar, cumplir su parte del trato de la manera que Kame estaba cumpliendo la suya. No podía ser menos, debía estar a la altura de las circunstancias. Pero resistirse a la sensación de intimidad causada por la oscuridad, la cercanía y el significado del lugar en el que estaban era difícil, casi imposible.

Era molesto. Sentirse como un adolescente, lleno de dudas y ansiedad cada vez que estaba a solas con Kame estaba acabando con su sanidad mental. Le molestaba tener que gastar grandes cantidades de energía que no tenía luchando contra su impulso de tomarlo entre sus brazos y empaparse de él hasta que el mundo dejara de distorsionarse a su alrededor.

Los ojos de Jin pasaban de mirar a Kame en plano general, a su mano que se encontraba a sólo unos centímetros de él, apoyada en su rodilla. Y así sucesivamente mientras nerviosamente pensaba si hacerlo o no. Lo necesitaba, necesitaba sentir su calor, anclarse a él para que la realidad dejara de temblar, sólo por un momento, nada más por un momento pequeño... Apagó su cigarro.

Kame no lo notaba, sólo se concentraba en fumar y tratar de que no se notara su nerviosismo por estar tan cerca de Jin, solos y a oscuras. Siempre terminaba en situaciones peligrosas con Jin. O más bien, Jin era una situación de peligro, todo lo demás eran factores que la agravaban.

Lentamente Jin posó su mano sobre la de Kame. Si no hubiese estado tan nervioso, habría notado que la respiración de Kame se había acelerado, pero lo estaba y no notó nada, aguardando en silencio su reacción. Esperó unos segundos antes de tomarla. Kame lo miró sin decir nada, su expresión era indescifrable.

Jin, que tenía la vista en sus manos, la levantó para mirar a Kame con una expresión que pedía permiso para algo. Kame en ese instante ya no sabía como actuar ante él, si dejarse llevar, si ser firme y decirle que se detuviera, que no quería eso, o ser sincero. Sólo sabía que estaba completa y totalmente exhausto.

Tomando su inmovilidad como una especie de autorización, Jin desvió la mirada a la vez que entrelazaba sus dedos tímida y lentamente, dejando espacio para que Kame lo detuviese, pero Kame sólo lo dejaba avanzar mientras seguía fumando, nerviosamente. Pasaron unos segundos antes de que Kame desenlazara con lentitud sus dedos de los de Jin, cerrara los ojos e inspirara hondo. Se llevó la mano al rostro, para luego volverla a posar en su rodilla.

Jin lo miraba con paciencia, sin hacer nada. Esperando. Era un momento tan cargado de significado, que el aire sabía a electricidad. Jin notó que estaba conteniendo la respiración.

Kame apagó el cigarro y se giró hacia él. Su mano se deslizó despacio por el corto espacio entre ellos en el sillón y se posó sobre la de Jin, apretándola firmemente antes de pasar sus dedos por entre los suyos, entrelazándolos con tanta fuerza que era casi doloroso, sus uñas clavándose con desesperación en el dorso de la mano de Jin. Su mirada no era menos urgente que su agarre, Jin pudo sentirla rasgando su alma a través de sus ojos más que verla en la penumbra casi absoluta.

Era Kame y era la angustia total, y Jin sólo sentía ganas de hacer algo para que desapareciera. Pero entonces Kame habló.

-Jin... -comenzó a decir. Su voz era sorprendentemente firme, pero tenía un filo de angustia apenas disimulado. –Para... -Kame respiró hondo, temiendo hundirse en la desolación antes de poder decir lo que tenía que decir. -Ya basta de todo esto... por favor.
-No puedo -se escuchó decir a sí mismo Jin con un hilo de voz. La cruda honestidad lo hacía sonar pequeño y vulnerable, pero no hizo nada para corregirse. -No puedo... no cuando reaccionas y... no puedo -apretó su mano aún más en la suya y desvió la mirada hacia ellas por un momento, calmándose. -No me pidas eso cuando me haces creer que yo... cuando pareciera que quieres...

-¿Y tú? -Interrumpió Kame, con un grado de violencia insólito para un susurro tan bajo. Esperó unos instantes para calmarse antes de continuar. -¿Qué demonios es lo que quieres tú?

-Yo... yo te quiero a ti. Kazuya... yo quiero estar contigo.

-¿De qué manera? -La inquisición en Kame tenía matices dolorosos y sombríos. -¿Cómo, Jin? ¿Arriesgándolo todo? ¿Por qué? ¿Por sólo una noche más?

Jin se quedó en silencio.

Claramente, Kame se le había adelantado. No había pensado en nada de eso. Sólo sabía que quería a Kame para él, con él, y que Koki y todo el resto del mundo lo tuvieran claro. Los detalles eran algo que no había decidido aún. Las definiciones, implicancias y dificultades ni siquiera se habían asomado a su mente. Pero Kame siempre sería Kame.

Intentó bajar la vista para ganar algo de tiempo, pero la mirada de Kame era tan intensa y penetrante que le fue imposible.

-No lo he pensado -confesó por fin Jin. -No lo sé...

-No, no lo sabes -el alma de Kame se sentía vieja y ajada.

-Pero Kazu... -intentó rebatir Jin con desesperación, Kame lo detuvo.

-Jin, basta. ¿Es que tampoco entiendes lo que estás haciendo? -La delicada capa de su tranquilidad se trizaba cada vez más y se notaba en todo su cuerpo. Una represa a punto de romperse. -No tienes idea de lo que me pasa con todo esto... ¿no lo ves? ¿No comprendes que me afectas? Jin... me estás matando de a pedazos... -Kame finalmente apartó la vista.

Hundió los hombros y soltó lentamente la mano de Jin, que intentó tomarla de nuevo. No quería dejarlo ir. No sabía qué rayos decir, cómo arreglar la situación, pero no quería dejarlo ir.

No entendía muy bien lo que Kame le estaba pidiendo, tampoco tenía claro si estaba considerando dárselo. Con pesar, cayó en la cuenta de que, en todos los meses que llevaba persiguiéndolo, jamás se había detenido a *pensar* en la situación y en lo que quería lograr de ella. No se había detenido a considerar hasta dónde estaba dispuesto a llegar, hasta dónde *quería* de verdad llegar.

Kame esquivó su mano, su cuerpo y su confusión. Se levantó con pesar del sillón y caminó hasta la salida de la habitación, dejando a Jin en la oscuridad tras él. No miró atrás. No había nada más que hablar.

Jin se quedó inmóvil, mirando hacia la dirección en que Kame se había ido, sin poder procesar lo que le había dicho, o más bien, sin procesar lo que había querido decirle y con qué propósito. Era difícil, pero tenía que analizarse y ordenarse; debía hacerlo si quería estar con Kame. Debía hacerlo para después poder borrar la expresión de cansancio y sufrimiento de su rostro.

Encendió otro cigarro, tenía una larga noche por delante.

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Temprano a la mañana siguiente, todos salieron de sus habitaciones... para encontrarse con Jin en el balcón y muchos cigarros en el cenicero. Jin ignoró sus miradas desconcertadas, tenía cosas mejores en las que pensar. Había tomado una decisión.

Estaba ansioso y nervioso por hablar con Kame, sentía que era su última oportunidad y tenía que darse a entender, ser lo más sincero y convincente posible. Conversar con Kame en ese mismo momento no era oportuno, estaba el ajetreo del viaje y todo estaba demasiado fresco, debían estar tranquilos. Se sentía orgulloso de ser una persona conciente.

En el viaje de vuelta, Kame se sentó al lado de Koki, eso claramente molestó a Jin, por lo que se sentó en el asiento de adelante, para que Kame tuviese que ver su cabeza todo el viaje.

Apenas llegaron a Tokio, Kame ya estaba en camino a un programa de televisión, que era sólo el principio de su apretada agenda, por lo que Jin tenía que esperar a que fuese de noche para poder hablar con él.

Se fue a su departamento. Aunque tuviese que matar el tiempo en algo, no tenía ánimo de nada. Encendió la televisión, la dejó en un programa al azar y se sentó, pero no miraba, ni tampoco se concentraba, sólo pensaba en Kame y repasaba mentalmente lo que le diría, imaginándose posibles reacciones de Kame, reacciones buenas, reacciones malas…

Sin intención de hacerlo, se había quedado dormido. Despertó asustado y miró la hora, sólo habían pasado 20 minutos. Se sentía un poco mareado y confuso, aún tenía sueño, pero ahora estaba, además, nervioso. Tomó su celular y marcó el número del manager de Kame, no podía esperar más tiempo.

-Habla Akanishi Jin, cancela todos los compromisos de Kamenashi.

-¿Qué?

-Cancela todos los compromisos de Kame, se siente mal, MUY mal -enfatizó, con ahínco, esperando sonar serio y convincente. -No puede ni hablar, por eso llamo yo en su lugar. Quiere irse a casa, así que sólo dile que se vaya, es grave…

-Akanishi-san…-comenzó a decir, con cuidado, la voz al otro lado del teléfono. -¿Estás ebrio?

-No, este es un asunto serio -aseguró con convicción.

-Estoy viendo a Kamenashi-san en este momento -la voz oscilaba entre la confusión y la molestia. -Te puedo asegurar que está bien.

Después de una pausa nerviosa, Jin cortó la llamada. Claramente había sido una pésima idea.

Aún tenía horas que hacer pasar y no sabía cómo lograr que el tiempo no se arrastrara. Miró su reloj. Habían pasado 5 minutos desde la última vez que lo había consultado. Suspirando, decidió salir a comer algo. No tenía hambre, pero de seguro así ocuparía algo de tiempo.

Comió lento, extremadamente lento, porque después de eso no sabía en qué demonios entretenerse. Hasta que algo iluminó su mente: iría inmediatamente al departamento de Kame y esperaría afuera el tiempo que fuese necesario. Kame podría volver antes.

Salió rápidamente del lugar dejando el dinero sobre la mesa. Le hubiese gustado poder decir “quédate con el cambio” pero no quería tener que esperar a la camarera.

Se sentó afuera de la puerta, deseando que Kame volviese pronto, que algo se cancelara y llegara inmediatamente, que no pasara a ningún otro lugar después de su trabajo. Pensando eso y escuchando música, se quedó dormido.

Kame se detuvo a varios metros de la entrada de su departamento, había un bulto… un bulto humano. Podría ser un fan. Claramente no era una mujer, pero podía ser un stalker hombre. Se acercó lentamente y la figura comenzó a parecerle familiar, se acercó más.

-¿Jin...?

El bulto no se movió, Kame se agachó y movió la masa de pelo. Era efectivamente Jin, durmiendo, con audífonos y la música a todo volumen. Tiró del cable de los audífonos bruscamente y Jin despertó asustado.

-¡Kazu! ¿Qué haces aquí? -Preguntó con confusión.

En su sueño, Kame huía de él en una playa, bajo las estrellas, mientras la arena se enredaba y se enredaba en sus tobillos impidiéndole avanzar...

Kame sólo levantó una ceja. Jin miró a su alrededor, recordó que estaba esperando a Kame afuera de su departamento y ya era de noche.

-Lo siento -Jin se levantó avergonzado, peinándose. La descoordinación desencajaba sus movimientos haciendo a Kame recordar el adolescente torpe que había sido alguna vez. Luchó contra la ternura que, sin embargo, lo invadió. -Te estaba esperando.

-¿Qué quieres? –Preguntó Kame secamente, sin mirarlo.

Intentó abrir la puerta de su departamento, pero Jin cubría la mayor parte del acceso y no quería acercársele demasiado.

-Quiero hablar contigo -dijo, mientras se hacía a un lado para que Kame pudiera pasar.

Kame, mecánicamente, se llevó la mano derecha a los ojos, presionándolos unos instantes mientras suspiraba cansadamente.

-¿Sobre qué? -Preguntó, sin retirar la mano de su rostro.

Jin conocía el gesto mejor de lo que hubiera deseado. Kame estaba a punto de perder la paciencia. Debía actuar rápido.

-¿Entramos? -Invitó, fingiendo ligereza. Kame lo miró con una ceja levantada, por lo que se apresuró a explicar. -No creo que sea tan breve.

-Es mi departamento, no tienes que invitarme a entrar -dijo Kame abriendo la puerta, aunque no sonó tan enfadado como quiso, sino mas bien como una pequeña reprimenda.

Entraron en un incómodo silencio y al cerrar la puerta, Kame volvió a hablar.

- Estamos adentro -informó retóricamente, cruzándose de brazos y dándole a entender a Jin que no avanzarían más hacia el interior del departamento. -Habla.

Jin sintió una gota de sudor frío correr por su cuello. No importaba cuántas veces hubiese ensayado este momento en su mente, ahora, frente a Kame, todo era distinto. Luchó contra la sensación de vacío en el estómago y abrió y cerró las manos, que le hormigueaban. Respiró profundo.

-Tengamos algo serio -dijo, sin más.

Había querido ser una propuesta, pero su nerviosismo lo había traicionado y había sonado cercano a una orden. Y ahí estaba, todo su ingenio desplegado, todas sus conclusiones y pensamientos. El corazón le latía en la garganta y el sudor frío se extendía a otras regiones de su espalda.

Después de unos segundos de silencio casi absoluto, levantó finalmente la vista hacia el rostro de Kame.

-¿¡Qué!? -Reaccionó Kame por fin, al encontrarse con los ojos de Jin en los suyos. -Jin, ¿qué rayos...?

Viendo una apertura, Jin avanzó hacia él rápidamente, acortando la distancia entre ellos hasta hacerla íntima, pero intentando que no fuera avasalladora. Era difícil. Desde que había tomado la decisión, algunas horas y varios siglos atrás, en Okinawa, todo el cuerpo le dolía de ansias por estar por fin cerca de Kame. Enfundó sus manos en los bolsillos traseros de sus jeans. Cualquier precaución era poca.

-Kazuya... yo *quiero* estar contigo... de cualquier forma. De todas las formas -pronunció las palabras lenta e intensamente, quería que Kame las comprendiera bien, que se grabaran a fuego en su mente.

La mirada sobrecogida de Kame era tan adorable, que Jin tuvo que contenerse y empuñar sus manos en sus bolsillos para no tratar de alcanzarlo. Kame sin palabras era algo realmente notable.

-Si ésta es tu idea de una broma, es de pésimo gusto -logró decir Kame después de varios intentos, en los que abría la boca pero no salían palabras ni sonidos de ella.

Intentaba mantener su fachada de frialdad e irritación, que al principio no había sido fachada sino la realidad y que ahora se escapaba por sus poros a medida que su corazón latía más y más rápido, pasando del estupor a la ansiedad. Sus ojos, clavados en el suelo, evitaban con obstinación mirar a Jin.

-Estoy hablando muy en serio.

-No sabes lo que estás diciendo -murmuró Kame, absorto en la maravilla de la punta de sus zapatos.

Jin no pudo controlarse más y sacó una mano de sus bolsillos para tomar suavemente el rostro de Kame, intentando alzar su vista hacia él. Lo logró, pero Kame apartó su mano con una de las suyas y se inclinó un poco hacia atrás, dejando en claro su punto. Jin dejó colgar su brazo, inerte, a un costado y suspiró. Hasta el más pequeño rechazo dolía, pero no le importó. Estaba decidido a lograr su objetivo o terminar con el alma en pedazos en el intento.

Al menos ahora podía ver la expresión de Kame, nerviosa, todavía algo incrédula, cansada y al borde del miedo.

-Tengo perfectamente claro lo que estoy diciendo, sé lo que significa -sintió su mano moverse por voluntad propia para intentar peinar un cabello rebelde de Kame que caía sobre su ojo, pero logró controlarse a tiempo. Volvió a bajar el brazo y empuñó sus dedos. -Y no me importa. Estoy dispuesto a enfrentar todos los problemas, quiero que enfrentemos todos esos problemas... juntos. Quiero estar contigo.

Le estaba costando muchísimo hablar tan abiertamente de lo que sentía sin sonrojarse, pero creía que era necesario. Tenía que convencer a Kame de que hablaba en serio, tenía que hacerlo ver hasta dónde estaba dispuesto a llegar... por él.

Kame bajó nuevamente la mirada entonces y Jin sintió un leve dolor en el pecho. Tragó saliva, esperando lo que venía.

-No podemos, Jin -dijo Kame. Su voz era arena y oscuridad, y un gran dolor pesaba sobre cada sílaba. -Es... imposible... no podemos.

-¿Por qué? -Jin no sonaba como Kame esperaba que lo hiciera, así que volvió a mirarlo.

En sus ojos no había arrogancia ni derrota, sino resolución tensa. Era inquietante. Era como si Jin estuviera viendo algo, un punto, que lo eludía completamente. Sin embargo, él también estaba decidido.

-Esto es algo pasajero, estamos así porque fuimos descuidados y muy irresponsables -dijo Kame, con convicción, mientras descruzaba los brazos por primera vez desde que habían entrado al departamento. Sus articulaciones dolían por la tensión de su cuerpo, pero no perdió terreno. -No vamos a arriesgarlo todo por algo así. No podemos hacerlo.

-Yo sí puedo -afirmó Jin, con algo de exasperación. -No uses el plural en esto cuando claramente es tu decisión.

-Oh, por supuesto que es *mi* decisión. ¿Por qué iba a importarte a ti nada? -La paciencia de Kame, oficialmente, se había agotado. -¡Nunca te ha importado nada más que tú y lo que tú quieres!

-¡Te quiero a ti, maldito idiota! -La frustración hacía temblar el cuerpo de Jin y las voces de ambos iban en franca escalada. -¡Quiero ser feliz contigo!

-¡No estoy dispuesto a arriesgar mi trabajo y mi *vida* por una cogida rápida!

-¡¡¡Si quisiera sólo eso lo habría obtenido ayer, antes del maldito concierto!!!

Silencio.

El último argumento de Jin había sido el equivalente verbal de un golpe en el estómago. Sin aire con el que formular palabras y sonrojado con furia, no pudo sino aguardar hasta que su respiración se regularizara un poco.

Jin, por otro lado, no se sentía particularmente orgulloso de lo que había dicho y agradecía el interludio silente para reagruparse. Kame tenía la especial cualidad de hacerle perder los estribos con facilidad. Solía actuar sin pensar cuando se trataba de él y aunque en esta ocasión se había jurado que se controlaría, al final, no había podido evitarlo.

-No es... -comenzó a decir Jin después de que la tensión del momento bajó un poco. -No es eso lo que quiero.

Kame, con los ojos aún clavados en él, dejó escapar un resoplido incrédulo y levantó una ceja, pero su expresión se había suavizado por el rubor en su rostro y la liberación de energía.

-Es decir... sí... pero... no... -Jin luchaba con las palabras y las imágenes que se enredaban en su mente. Se sonrojó también. -¡No me confundas!

Extremadamente a su pesar, Kame rió, entre dientes y meneando la cabeza, pero rió. Se cubrió el rostro con la mano por un momento en un gesto de incredulidad divertida.

-Eres un idiota -suspiró, pero la ternura se coló en sus palabras.

-Y tú un obsesivo compulsivo neurótico... pero siento... cosas por ti... -el rubor en todo su cuerpo se acentuó y se tropezó con las palabras, pero logró continuar después de aclararse la voz. -Y no se me van a pasar, Kazu... al menos no pronto... porque siempre he sentido... cosas. Por ti -lo último fue casi un murmullo.

Kame había vuelto a su posición con los brazos cruzados, pero ahora estaba significativamente más relajado. Aún así, había derrota y algo de tristeza en su actitud.

-No puedo -repitió Kame y esta vez cerró los ojos un momento, la exaltación lo abandonaba por goteo, dejándolo exhausto. -Lo siento, Jin.

-No quieres -corrigió Jin, en un susurro, dejándose vencer un segundo por el pesar.

La mirada de Kame se volvió casi febril. Frustración, miedo y calor.

-Mi trabajo es mi vida...

-No es seguro que vayas a perder eso -intentó razonar Jin, pero Kame no cedió.

-Es un gran riesgo.

-Kazuya...

-¿Puedes comprender que si pierdo esto ya no me queda nada? No tengo más sueños que éste.

-¡Ni siquiera era tu sueño para empezar! -Alegó Jin, con un tinte de desesperación.

-¡Pero es lo único que tengo! -Se defendió Kame con la emoción cruda en la voz, algo rasgada.

En un impulso incontrolable, Jin extendió sus manos para tomar las de Kame, que no se resistió.

-Me tienes a mí.

-No puedo estar seguro de eso... -confesó finalmente Kame. -Y ahora hablas de compartir algo, pero no puedo arriesgar todo por un capricho tuyo.

-No es un capricho -Jin sonó ofendido, abatido, por un instante. -Y ya estamos compartiendo una *vida*, Kazuya. Que te empeñes en mirar en dirección contraria es *tu* problema.

Era realmente espeluznante que las palabras de Jin tuvieran tanto sentido. Después de la inestabilidad inicial, ahora sonaba racional, medido, tranquilo; sonaba casi como...

-Has estado pensando en esto -sentenció Kame, atónito, con un tono acusatorio.

-No he dejado de pensar en esto ni un minuto desde que pasó, no te he podido sacar de mi cabeza... ni siquiera quise intentar hacerlo. Ya te lo dije: quiero estar contigo, Kazuya. Necesito estar contigo.

-Jin... yo... -Kame bajó la vista y Jin pudo sentir como una nueva excusa tomaba forma tras sus acciones.

No lo iba a permitir.

Ante la sorprendida mirada de Kame, Jin bajó su cuerpo con algo de torpeza, hasta quedar arrodillado frente a él.

-Haz todo lo que quieras. Lo que sea. Utilízame como te plazca -las palabras de Jin sonaban serias, desesperadas. Verdaderas. -Pero créeme, por favor. Estoy dispuesto a hacer esto. No me importa nada, si estás conmigo encontraremos alguna manera de que salga todo bien.



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Capítulo 4


Jin estaba sin ánimo, deprimido. Era normal verlo sin ánimo en algunas ocasiones, pero no deprimido así como estaba. Todos lo notaban, especialmente Kame, que trataba de ignorar la situación, diciéndose a si mismo que pronto se le pasaría, que pronto volvería a ser el Jin de siempre. Pero ensayo tras ensayo, las bolsas oscuras bajo sus ojos no hacían sino aumentar de tamaño y gravedad.

Yamapi tampoco había podido pasar por alto el extraño estado emocional de Jin. Después de un par de invitaciones denegadas, finalmente Pi había logrado arrastrar a Jin a un club de mala muerte de los que solían visitar, para distraerlo un poco. Había sido una pésima idea. La noche había terminado con Jin demasiado ebrio, balbuceando incoherencias sobre Kame en el baño del departamento de Yamapi. Desde entonces, sólo habían salido a comer un par de veces. Jin alegaba estar perfectamente bien y Yamapi sabía que no debía presionar mucho, a riesgo de que su amigo dejara de dirigirle la palabra. Como solía ser el caso cuando Kame estaba implicado en la ecuación, él sólo podía sentarse y esperar.

Y por mientras, Kame seguía evitando a Jin, era obvio para cualquiera que los viese. Cada vez que se acercaba un paso, Kame se alejaba dos. Si Jin entraba por casualidad a una habitación donde sólo estuviese Kame, él salía rápidamente, sin mirarlo. A pesar de que ya no estaba persiguiéndolo, Kame seguía huyendo de él. Lo molestaba y le dolía, no sabía cuál de las dos en mayor medida.

¿Qué creía Kame? ¿Que era su única preocupación? ¿Qué no iba a poder superarlo?

Se esforzó algunos días por demostrarle lo contrario. ¿Kame no quería tomarlo en cuenta? Pues bien, perfecto. Él no lo tomaría en cuenta tampoco. Tenía muchísimas cosas en las que pasar el tiempo muerto de los ensayos, como molestar con desgano a Nakamaru o intentar golpear a Taguchi.

Pero ignorar a Kame requería energía y últimamente la energía no le sobraba. Al final, agotado, había optado por sentarse en un rincón, cerrarse e ignorarlos a todos, a cada uno de ellos, con sus chistes fallidos, sus risas estridentes, sus infatuaciones nauseabundas no correspondidas, sus intentos reconciliatorios y sus ataques de diva. A todos.

Los días pasaban en una masa de colores indistintos, de horas puntuadas cigarro tras cigarro, sin diferencias ni relieves. La tristeza se ahogaba en el silencio ensordecedor de su mente, hasta que ya no era sino un murmullo. Podía continuar con la vida entumecida. Él no necesitaba a nadie.

Pudo mantener su convicción casi sin problemas durante un par de semanas, antes del comienzo de la gira. Sin embargo, al llegar a Okinawa un día antes del concierto, su resolución se hizo trizas. Era un lugar tan cargado de significado y recuerdos que su escudo de frialdad no resistió y el vacío se hizo patente en su pecho. Sin importar lo que hubiera pasado ni la manera en que ambos se habían tratado, sin importar lo que ambos habían hecho, Kame había sido una parte importante de su vida. Y lo extrañaba. Extrañaba la cómoda sensación de compañerismo que habían compartido, a veces tan poco notoria desde el exterior.

El concierto no hizo sino aumentar su añoranza. Estar a la vez tan cerca y tan lejos era extraño, anormal, estaba simplemente mal. Tener que fingir las bromas bienintencionadas que antes solían fluir entre ellos era descorazonador.

Se había resignado, en su mayor parte, a que lo ocurrido con Kame jamás pasaría de nuevo y aunque eso le causaba un sentimiento de pérdida profundo, no era lo que más lamentaba. Sentía que había perdido a Kame para siempre, también como amigo, como presencia en su vida, y la nostalgia que le causó darse cuenta de ello fue demasiado para él.

Era doler de nuevo, resquebrajarse y desmoronarse, átomo a átomo, y no iba a poder parar el desastre en su interior como lo había logrado hacer la última noche que habían hablado. Sin Kame, definitivamente no había razón para ponerse de pie. Lo necesitaba, aunque sólo fuera como compañero de grupo; necesitaba sentirse unido a él, sin importar que el vínculo fuera sólo una tenue civilidad de buenos colegas. Si se trataba de Kame, cualquier contacto era bienvenido.

Tenían que hablar, tenía que tragarse un poco el orgullo y proponerle a Kame hacer las paces, retornar a un estado de colegas amigables, pero sabía que convencer a Kame de que había renunciado a la persecución y de que accediera a una conversación a solas iba a ser imposible. Necesitaba un buen plan.

Pasó todo el día buscando la ocasión adecuada, pero la habilidad para escabullirse de Kame le jugaba en contra. Se acababa el tiempo, el último concierto en Okinawa era esa tarde y durante todas las pruebas de sonido y luces en el estadio no pudo lograr nada, por más que lo intentó. Estaba comenzando a desesperarse.

Hasta que el momento perfecto llegó: Kame conversaba con Ueda en el camarín, sin nadie más que estuviese ahí. Jin asomó su cabeza y Kame se sobresaltó, pero Jin lo ignoró y llamó a Ueda para hablar fuera del lugar.

-Necesito conversar con Kame –le dijo cuando ya estaban afuera.

-Te equivocas, soy Ueda Tatsuya -explicó Ueda, con fingida paciencia. -Kame está allá adentro.

-Lo sé, tonto. Pero si sales de ahí para que yo entre, se irá antes que pueda detenerlo.

-¿Qué pasó? Estaban tan bien en un momento… ¿Qué le hiciste?

-No sé –dijo Jin con la mirada baja.

Ueda lo miró críticamente durante unos instantes, considerando la situación.

-Entra… -dijo, finalmente. -No alcanzará a irse.

Jin asintió y entró al camarín a la vez que Ueda cerraba la puerta. Kame se levantó de su asiento, asustado.

-No te voy a hacer nada –le dijo apresuradamente Jin, levantando las manos en rendición, como ante un policía.

Kame se quedó de pie sin cambiar su pose defensiva.

-Sólo quiero hablar… -continuó Jin, acercándose levemente, deteniéndose a una distancia considerable de Kame.

-Lo siento, creo que entiendo por qué estás así… realmente lo siento… no te acosaré más -después de sus palabras un poco avergonzadas, Jin recordó por fin bajar lentamente las manos. Kame lo observaba con un recelo que cedía con premura ante su evidente sinceridad. -Desde ahora seré sólo tu compañero de trabajo... pero ya no huyas de mí -a su pesar, su voz tiritó un poco con la última frase. Desvió por un segundo la mirada al suelo para estabilizarse antes de continuar. -Podemos ser buenos compañeros, no pasará de eso. Haré mi mejor esfuerzo, Kame -el nombre le supo a cenizas en la boca, pero se obligó a pronunciarlo. -Lo prometo.

Lentamente, Kame volvió a su pose mas relajada al ver que Jin no tenía intenciones de acercarse e intentar seducirlo nuevamente.

-Ya no estemos así -concluyó Jin, recuperando la fuerza en su voz. -Es estresante.

-Para mí también lo es –aceptó, Kame.

Jin le sonrió levemente, Kame le devolvió el mismo tipo de sonrisa desanimada. No se esperaba esto. Y aunque su mente paranoica lo instaba con urgencia a desconfiar, no podía engañarse. Jin era un mal mentiroso y aún peor actor, no podría fingir la honestidad y derrota que estaba desplegando ante él, la resignación dolida que era el reflejo idéntico de lo que él sentía pero sabía que debía ocultar y podía hacerlo.

Era el final de las posibilidades y se sentía triste y culpable. Al final, Jin había resultado ser una mejor persona de lo que era él. Después de las cosas horribles que le había dicho, aún quería que estuvieran en buenos términos. Kame suspiró, resignado. Ésta era la manera en que debían ser las cosas, ¿por qué entonces se sentía tan parecido a un error?

Durante los segundos de silencio cargados de implicancias que se sucedieron, Kame llegó a la conclusión de que todo era culpa de la maldita Okinawa. Desde que habían llegado los recuerdos de su pasado con Jin se habían acentuado, moviendo algo que se empeñaba por ocultar en su corazón. El lugar completo era un recordatorio de todo lo que significaba Jin para él y todos los distintos tipos de significado que había tenido para él durante toda su vida.

Era hora de dejarlo ir.

-¿Entonces ahora me hablarás? -Preguntó Jin con un hilo de voz.

-Sí -respondió Kame.

Tanto él como Jin tenían los ojos clavados en el suelo, incapaces ya de mirarse.

- ¿Puedo acercarme de nuevo a ti, sin que te sientas amenazado? -Continuó Jin y levantó la vista.

Su actitud de niño pequeño fue una dolorosa espina en el corazón de Kame.

-Sí -logró responder por sobre la ola de ternura y pérdida que lo embargó.

Jin se acercó a él sonriendo con dificultad.

-Espero que con el tiempo podamos volver a ser lo de antes -dijo Jin, conteniendo su emoción a duras penas. Era un momento crítico y no quería arruinarlo, pero sus sentimientos se rebelaban con fuerza y amainarlos se volvía cada vez más difícil. –Quiero que nuestra relación pueda ser tan cercana como cuando éramos más jóvenes.

Ambos se quedaron en silencio, el pecho de Kame se apretó por el sentimiento de nostalgia, mezclado con la sonrisa amarga de Jin.

Jin se había acercado más a él, se veía luchando consigo mismo pero Kame estaba demasiado inmerso en su propio conflicto interior como para notarlo.

-¿Pue… puedo abrazarte? -susurró vacilantemente Jin, de pronto.

-¿Eh? –Kame no esperaba algo así.

-Sólo un poco… -dijo Jin acercándose cuidadosamente a él, había algo en su mirada que la hacía hipnótica y suplicante a la vez.

Comenzó a llevar lentamente sus brazos hacia Kame, pidiéndole permiso con su cuerpo.

Era sólo un abrazo, se dijo Kame, un inocente abrazo de amistad, de compañeros, de reconciliación. ¿Por qué no? Si quería volver a tener una relación normal con él no tendría por qué negarse. Continuó diciéndose que era como la firma de un contrato, pero entre amigos, aún mientras su corazón se aceleraba y un vacío ardiente apretaba la boca de su estómago.

Estiró sus brazos también, como respuesta. Jin entendió el mensaje rápidamente y lo abrazó con fuerza.

-Lo siento -repitió Jin, apretándolo contra sí. -Perdóname.

Kame asintió y apoyó su cabeza en el pecho de Jin, sintiendo como su corazón latía con fuerza contra él. Tuvo el presentimiento de que era el preludio de algo, que algo más pasaría, pero Jin lo apartó y lo besó sin darle tiempo siquiera de mirarlo.

El piso se movió bajo los pies de Kame, pero Jin estaba ahí para sostenerlo. Sus ojos se cerraron y suspiró, incapaz de pelear un segundo más, rindiendo su boca a la deliciosa invasión de la lengua de Jin.

Respirar no era importante, pensar tampoco y menos lo eran todas sus razones y resoluciones. Lo único que importaba era el sabor de Jin quemando una a una sus neuronas, el olor de su piel saturando sus sentidos y sus manos en su cabello, que parecían acariciar también su corazón. Sus brazos rodearon la cintura de Jin como afirmándose de él.

Era estar a merced del destino, sin voluntad, y el momento y los sentimientos cabalgando en sus venas hacían imposible cualquier resistencia. Simplemente no tenía fuerzas para seguir luchando contra algo que deseaba con toda el alma.

Los labios de Jin atacaban los suyos sin delicadeza alguna, perdidos en el frenesí que los consumía a ambos. Las uñas de Kame se clavaron con fuerza en su espalda en el momento en que mordió su labio inferior y el suave quejido de Jin quedó ahogado por la intensidad de su beso.

Acción y reacción, eran una escalada de pasión incontenible que había encontrado un punto de escape. La boca de Jin dejó la suya para reclamar su cuello y bajar hasta su hombro sin dejar de besarlo. Una de las manos de Kame dejó la cintura de Jin para enterrarse en su cabello cuando sus labios llegaron al punto exacto en que había dejado su marca aquella vez. Jin cedió rápidamente ante la presión casi imperceptible de los dedos de Kame sobre su nuca y mordió con fuerza. Kame gimió.

Fue todo lo que Jin necesitaba. En un instante el hechizo se vio roto.

Kame se sorprendió al sentir que Jin lo separaba bruscamente y lo miraba con los ojos muy abiertos, jadeante y asustado.

- ¡No quería...! ¡Perdón! -Se disculpó Jin, rápidamente. -No volverá a pasar... lo prometo -sonaba sincero, pero Kame no estaba escuchando. -Es sólo que... estar cerca tuyo... no pensé antes de actuar... lo siento tanto...

La expresión horrorizada de Jin se colaba con dificultad a través del filtro de mil sentimientos que parecía bloquear la mirada de Kame. Humillación, deseo, decepción, excitación, confusión, desolación, ardor, angustia... Mientras la paranoia en su mente gritaba "¡Traición!", su cuerpo anhelaba el calor de Jin, protestando cruelmente por su súbita falta. Kame sentía ganas de encogerse y desaparecer, aunque fuera por un momento, de la faz del planeta.

-Vete... sal de aquí -fue lo único que atinó a decir, como letanía, sin mirar a Jin.

Jin tardó en reaccionar. Era el idiota más grande de la historia de la humanidad y sentía ganas de llorar, de darse de cabezazos contra la pared o golpear a alguien. Lo había arruinado todo y no había tiempo para intentar arreglarlo antes del concierto.

Con la intención de no empeorar las cosas, se tambaleó hasta la salida del camarín. Tenía aproximadamente tres horas para calmarse y actuar de manera profesional sobre el escenario, por su bien y por el de Kame. Iba a darse una ducha fría y a intentar concentrarse en las canciones y los pasos de baile. Maldijo un par de veces más su estupidez de camino al hotel.

Sentía que siempre se las arreglaba para arruinarlo todo.

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Para Kame, tranquilizarse y retomar el control de los factores disruptivos de su vida jamás había sido un problema. Desde los cinco años, y probablemente desde antes pero no lo recordaba, sólo necesitaba sentarse tranquilo unos cuantos minutos y podía poner la mente en blanco, dejar que todo pasara por sobre él y emerger listo para lidiar con las situaciones.

Luego había conocido a Jin. Y en casi once años juntos como compañeros de grupo, Jin se las había ingeniado para desbaratar cualquier ápice de técnica de relajación, pensamiento o control que a Kame pudiera haber tenido alguna vez. Jin era un asalto a cada uno de sus sentidos, en especial ahora y bajo las circunstancias actuales, después de que todos sus planes y estrategias hubiesen fallado.

A menos de una hora del concierto, Kame por fin estaba logrando pensar con algo cercano a la integridad. Sospechaba que sus pensamientos al respecto jamás volverían a ser tranquilos y mucho menos racionales, así que debía trabajar con lo que sí podía lograr. Y bajo ese prisma, no podía culpar sólo a Jin por lo ocurrido. Sería una hipocresía de su parte, una mayor a lo que podía soportar.

Su reacción, pésima, había sido partes iguales fruto de su confusión y de su molestia consigo mismo. Había sido débil y estúpido, porque si bien Jin lo había besado, él no había hecho nada por detenerlo, es más, había respondido y lo había instado a continuar.

Kame dejó caer su cabeza pesadamente entre sus manos. ¿A dónde demonios iba a llegar con todo esto? Su trabajo, su vida y el mundo tal como lo conocía estaban en peligro y ¿por qué? ¿Por un enamoramiento adolescente mal manejado? ¿Por las estúpidas hormonas de Jin, que siempre ganaban la batalla?

¿Y qué arriesgaba Jin en todo esto? ¿Qué demonios quería Jin? No lo aterraba tanto la respuesta como la confusión que veía en sus ojos en cada ocasión en que Kame lo ponía en duda de manera silente. Jin no tenía ni la más mínima idea. Por todo lo que Kame sabía, él sólo quería repetir un evento ocasional que le había gustado... y nada más. Jin arriesgaba una decepción física. Kame estaba apostando su corazón. Y lo aterrorizaba.

¿Y qué era lo que quería él? ¿Era capaz de lanzarse al vacío a ojos cerrados esperando que, tal vez y si le daba la gana, Jin estuviese al otro lado para recibirlo? No. Imposible.

Kame estaba acostumbrado a su vida, solitaria, tranquila, a veces algo vacía, pero siempre ordenada; estaba acostumbrado a los revuelos controlables y de reparación rápida que provocaba solamente él, sin ayuda. Por ahora, lo único que Kame creía desear, era volver a tener paz.

No iba a conseguir nada ignorando a Jin, eso era un hecho comprobado. Finalmente, lo único que había logrado era que la histeria subiera al máximo, para ambos. Debía dar muestras de grandeza y superar el incidente del beso como lo que era, un error de ambos. Mientras más lo pensaba, más insignificante parecía. Era fácil olvidar detalles y hacerse creer que no había sido relevante. La negación era la única parte de sus mecanismos de defensa que no había hecho sino aumentar debido a su exposición a Jin.

Cuando se levantó del cómodo sillón del hotel en que había pasado sentado casi dos horas, todavía quedaba en su sistema un poco de resentimiento, pero confiaba en que se iría disolviendo con el paso del tiempo. Estaba listo para intentar lidiar con Jin, para intentar retomar un compañerismo apacible con él. Era un buen plan, si lo miraba de cierto ángulo, ahora que estaban ambos en el mismo punto y tenían el mismo objetivo.

No le hizo caso a la molesta voz en algún rincón oculto de su mente que le advertía que no tuviera esperanzas, era Kamenashi Kazuya y, si algo sabía hacer bien, era ignorar con determinación aquello que no quería ver.

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Jin era imposible de ignorar.

Aún en el tumulto y el ajetreo que solían sacudir su mundo cinco minutos antes de que el show comenzara, Jin se hacía notar como una presencia inmóvil e histérica. Buscaba sus ojos como queriendo encontrar algo, pero estaba tan confundido que ni siquiera sabía qué era lo que debía hallar en ellos.

Tres horas habían sido insuficientes para calmarse, demonios, ni siquiera había llegado a la etapa en que podía *dejar* de pensar en lo que había pasado. Seguía sintiéndose idiota, seguía deseando volver a ser amigo de Kame... y su estómago seguía haciendo cosas extrañas en su interior cada vez que pensaba en acercarse.

Lo que más lo confundía eran las reacciones de Kame, mejor dicho la falta de éstas. Se había acostumbrado a que huyera y ahora, en lugar de eso, se quedaba mirándolo con cara de pregunta cada vez que Jin entraba en pánico porque estaban demasiado cerca.

Era incomprensible, era hasta un poco decepcionante. ¿No había significado nada para él? ¿Había pasado horas de su vida estresado por nada? ¿De verdad ni siquiera lo iba a mencionar?

En camino a tomar sus posiciones para salir a escena, sintió la inconfundible presencia de Kame tras de él. Escondió inmediatamente las manos en los bolsillos de su pantalón; en su experiencia, su cuerpo solía hacer cosas por cuenta propia, antes de que su mente pudiera siquiera evaluar la situación, mucho menos considerar las consecuencias. Y aunque Kame se comportara de manera rara y como si nada hubiese pasado, sabía que había actuado mal, tal vez dañando el frágil acuerdo que habían logrado.

Por eso lo sobresaltó sentir a Kame a su lado. Lo miró, pero Kame seguía caminando con la vista fija al frente. Lo imitó y a duras penas logró contener un chillido digno de su juventud cuando sintió la mano de Kame posarse con firmeza sobre su hombro.

-¿Listo? -Preguntó Kame, aún sin mirarlo; era su ofrecimiento de paz, ahora estaba en manos de Jin aceptarlo.

Jin, que estaba tan susceptible y nervioso que no supo de qué demonios estaba hablando Kame hasta que fue demasiado tarde y la entrada a escena estuvo sobre ellos. Intentó sacar una respuesta ingeniosa de debajo de la manga, pero ya los gritos enardecidos de las fans creaban una pared de sonido que se cernía implacablemente a su alrededor.

Todavía sin mirarlo ni siquiera de reojo, Kame le dio dos palmadas amistosas en el hombro antes de dejarlo ir y correr hasta su marca de entrada, dejando al confundido Jin con los segundos contados para reaccionar y darse cuenta de que había un concierto en el que debía participar.

Kame le había dado otra oportunidad, comprendió en medio de una canción y la letra mágicamente huyó de su mente. Pidió disculpas con petulancia al público, que se deshizo en gritos, como solía suceder, mientras los sentimientos cambiaban una vez más de eje y foco en su interior, dejándolo una vez más en penumbras.

Estaba agotado de no saber qué sentir, agotado de no saber qué quería hacer.

Por suerte para él, el concierto estaba por terminar.

Sólo quería descansar.

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Kame no podía dormir, estaba agotado, con sueño, pero no conseguía quedarse dormido. Su mente no dejaba de trabajar arduamente, pensando en Jin, recordando los últimos acontecimientos, diciéndole que, tal vez, no podían ser amigos.

Lo había intentado, realmente lo había intentado. Había tratado de comportarse de manera normal con Jin durante todo el concierto, de acercarse a él y bromear como siempre. Pero, cada vez, Jin había reaccionado con algo cercano al pánico. Si eso era una premonición de lo que le esperaba durante el largo tiempo que seguramente le tomaría a Jin asumir la situación que le proponía... necesitaba un cigarro.

Salió de la habitación que compartía con Taguchi, que dormía placidamente, en dirección a la sala de estar.

Encendió un cigarro y salió al balcón para fumar y relajarse mirando el mar. La noche era agradable, pero el sonido de las olas le traía recuerdos sobre Jin y los tiempos en que estaban muy unidos, sin problemas de por medio. No era cualquier playa, era el lugar en el que Jin y él habían acampado juntos, en un viaje que Jin había ganado para ambos…

Detuvo el proceso de su memoria abruptamente y volvió adentro. Su mente traidora parecía experta en trampas mortales esa noche. Era peligroso recordar esa época, pero no había mucho que pudiera hacer por evitarlo dada la ubicación. Sólo le quedaba esperar a que amaneciera, a que llegara el día y salieran de esa maldita isla con todos sus recuerdos cargados de añoranza.

Se dejó caer pesadamente en el sillón sin encender la luz y siguió aspirando el humo del cigarro, esperando que la nicotina envenenara su sangre lo suficiente como para calmar su agitado interior.

Escuchó a alguien entrar a tientas al lugar, no se giró a mirar.

-¿Kame? ¿Tampoco puedes dormir?- dijo Jin caminando con cuidado para no chocar con nada

"Por supuesto que no. Y es tu culpa", pensó Kame, con veneno.

Asintió sonoramente, sin decir una palabra ni dejar entrever su estado mental de ninguna forma.

Jin encendió también un cigarro y se sentó a su lado. Muy cerca de él.

-No he dormido bien últimamente –dijo Jin, después de unos segundos de silencio. –No duermo bien desde… -se giró para mirar a Kame, pensando. Kame le devolvió la mirada. -Hace dos meses y medio –completó.

El silencio inundó la habitación. Kame desvió la mirada, posándola en sus rodillas. Ciertamente, hacía dos meses y medio había dormido muy bien en los brazos de Jin. Dos meses atrás había ocurrido el hecho causante de todo. ¿Cómo había podido ser tan tonto y creer que una sola vez no traería consecuencias de ningún tipo? Y decían que el idiota era Jin...

Mientras, Jin estaba teniendo problemas nuevamente.

Al entrar a la habitación se había propuesto con firmeza no dejarse afectar, cumplir su parte del trato de la manera que Kame estaba cumpliendo la suya. No podía ser menos, debía estar a la altura de las circunstancias. Pero resistirse a la sensación de intimidad causada por la oscuridad, la cercanía y el significado del lugar en el que estaban era difícil, casi imposible.

Era molesto. Sentirse como un adolescente, lleno de dudas y ansiedad cada vez que estaba a solas con Kame estaba acabando con su sanidad mental. Le molestaba tener que gastar grandes cantidades de energía que no tenía luchando contra su impulso de tomarlo entre sus brazos y empaparse de él hasta que el mundo dejara de distorsionarse a su alrededor.

Los ojos de Jin pasaban de mirar a Kame en plano general, a su mano que se encontraba a sólo unos centímetros de él, apoyada en su rodilla. Y así sucesivamente mientras nerviosamente pensaba si hacerlo o no. Lo necesitaba, necesitaba sentir su calor, anclarse a él para que la realidad dejara de temblar, sólo por un momento, nada más por un momento pequeño... Apagó su cigarro.

Kame no lo notaba, sólo se concentraba en fumar y tratar de que no se notara su nerviosismo por estar tan cerca de Jin, solos y a oscuras. Siempre terminaba en situaciones peligrosas con Jin. O más bien, Jin era una situación de peligro, todo lo demás eran factores que la agravaban.

Lentamente Jin posó su mano sobre la de Kame. Si no hubiese estado tan nervioso, habría notado que la respiración de Kame se había acelerado, pero lo estaba y no notó nada, aguardando en silencio su reacción. Esperó unos segundos antes de tomarla. Kame lo miró sin decir nada, su expresión era indescifrable.

Jin, que tenía la vista en sus manos, la levantó para mirar a Kame con una expresión que pedía permiso para algo. Kame en ese instante ya no sabía como actuar ante él, si dejarse llevar, si ser firme y decirle que se detuviera, que no quería eso, o ser sincero. Sólo sabía que estaba completa y totalmente exhausto.

Tomando su inmovilidad como una especie de autorización, Jin desvió la mirada a la vez que entrelazaba sus dedos tímida y lentamente, dejando espacio para que Kame lo detuviese, pero Kame sólo lo dejaba avanzar mientras seguía fumando, nerviosamente. Pasaron unos segundos antes de que Kame desenlazara con lentitud sus dedos de los de Jin, cerrara los ojos e inspirara hondo. Se llevó la mano al rostro, para luego volverla a posar en su rodilla.

Jin lo miraba con paciencia, sin hacer nada. Esperando. Era un momento tan cargado de significado, que el aire sabía a electricidad. Jin notó que estaba conteniendo la respiración.

Kame apagó el cigarro y se giró hacia él. Su mano se deslizó despacio por el corto espacio entre ellos en el sillón y se posó sobre la de Jin, apretándola firmemente antes de pasar sus dedos por entre los suyos, entrelazándolos con tanta fuerza que era casi doloroso, sus uñas clavándose con desesperación en el dorso de la mano de Jin. Su mirada no era menos urgente que su agarre, Jin pudo sentirla rasgando su alma a través de sus ojos más que verla en la penumbra casi absoluta.

Era Kame y era la angustia total, y Jin sólo sentía ganas de hacer algo para que desapareciera. Pero entonces Kame habló.

-Jin... -comenzó a decir. Su voz era sorprendentemente firme, pero tenía un filo de angustia apenas disimulado. –Para... -Kame respiró hondo, temiendo hundirse en la desolación antes de poder decir lo que tenía que decir. -Ya basta de todo esto... por favor.
-No puedo -se escuchó decir a sí mismo Jin con un hilo de voz. La cruda honestidad lo hacía sonar pequeño y vulnerable, pero no hizo nada para corregirse. -No puedo... no cuando reaccionas y... no puedo -apretó su mano aún más en la suya y desvió la mirada hacia ellas por un momento, calmándose. -No me pidas eso cuando me haces creer que yo... cuando pareciera que quieres...

-¿Y tú? -Interrumpió Kame, con un grado de violencia insólito para un susurro tan bajo. Esperó unos instantes para calmarse antes de continuar. -¿Qué demonios es lo que quieres tú?

-Yo... yo te quiero a ti. Kazuya... yo quiero estar contigo.

-¿De qué manera? -La inquisición en Kame tenía matices dolorosos y sombríos. -¿Cómo, Jin? ¿Arriesgándolo todo? ¿Por qué? ¿Por sólo una noche más?

Jin se quedó en silencio.

Claramente, Kame se le había adelantado. No había pensado en nada de eso. Sólo sabía que quería a Kame para él, con él, y que Koki y todo el resto del mundo lo tuvieran claro. Los detalles eran algo que no había decidido aún. Las definiciones, implicancias y dificultades ni siquiera se habían asomado a su mente. Pero Kame siempre sería Kame.

Intentó bajar la vista para ganar algo de tiempo, pero la mirada de Kame era tan intensa y penetrante que le fue imposible.

-No lo he pensado -confesó por fin Jin. -No lo sé...

-No, no lo sabes -el alma de Kame se sentía vieja y ajada.

-Pero Kazu... -intentó rebatir Jin con desesperación, Kame lo detuvo.

-Jin, basta. ¿Es que tampoco entiendes lo que estás haciendo? -La delicada capa de su tranquilidad se trizaba cada vez más y se notaba en todo su cuerpo. Una represa a punto de romperse. -No tienes idea de lo que me pasa con todo esto... ¿no lo ves? ¿No comprendes que me afectas? Jin... me estás matando de a pedazos... -Kame finalmente apartó la vista.

Hundió los hombros y soltó lentamente la mano de Jin, que intentó tomarla de nuevo. No quería dejarlo ir. No sabía qué rayos decir, cómo arreglar la situación, pero no quería dejarlo ir.

No entendía muy bien lo que Kame le estaba pidiendo, tampoco tenía claro si estaba considerando dárselo. Con pesar, cayó en la cuenta de que, en todos los meses que llevaba persiguiéndolo, jamás se había detenido a *pensar* en la situación y en lo que quería lograr de ella. No se había detenido a considerar hasta dónde estaba dispuesto a llegar, hasta dónde *quería* de verdad llegar.

Kame esquivó su mano, su cuerpo y su confusión. Se levantó con pesar del sillón y caminó hasta la salida de la habitación, dejando a Jin en la oscuridad tras él. No miró atrás. No había nada más que hablar.

Jin se quedó inmóvil, mirando hacia la dirección en que Kame se había ido, sin poder procesar lo que le había dicho, o más bien, sin procesar lo que había querido decirle y con qué propósito. Era difícil, pero tenía que analizarse y ordenarse; debía hacerlo si quería estar con Kame. Debía hacerlo para después poder borrar la expresión de cansancio y sufrimiento de su rostro.

Encendió otro cigarro, tenía una larga noche por delante.

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Temprano a la mañana siguiente, todos salieron de sus habitaciones... para encontrarse con Jin en el balcón y muchos cigarros en el cenicero. Jin ignoró sus miradas desconcertadas, tenía cosas mejores en las que pensar. Había tomado una decisión.

Estaba ansioso y nervioso por hablar con Kame, sentía que era su última oportunidad y tenía que darse a entender, ser lo más sincero y convincente posible. Conversar con Kame en ese mismo momento no era oportuno, estaba el ajetreo del viaje y todo estaba demasiado fresco, debían estar tranquilos. Se sentía orgulloso de ser una persona conciente.

En el viaje de vuelta, Kame se sentó al lado de Koki, eso claramente molestó a Jin, por lo que se sentó en el asiento de adelante, para que Kame tuviese que ver su cabeza todo el viaje.

Apenas llegaron a Tokio, Kame ya estaba en camino a un programa de televisión, que era sólo el principio de su apretada agenda, por lo que Jin tenía que esperar a que fuese de noche para poder hablar con él.

Se fue a su departamento. Aunque tuviese que matar el tiempo en algo, no tenía ánimo de nada. Encendió la televisión, la dejó en un programa al azar y se sentó, pero no miraba, ni tampoco se concentraba, sólo pensaba en Kame y repasaba mentalmente lo que le diría, imaginándose posibles reacciones de Kame, reacciones buenas, reacciones malas…

Sin intención de hacerlo, se había quedado dormido. Despertó asustado y miró la hora, sólo habían pasado 20 minutos. Se sentía un poco mareado y confuso, aún tenía sueño, pero ahora estaba, además, nervioso. Tomó su celular y marcó el número del manager de Kame, no podía esperar más tiempo.

-Habla Akanishi Jin, cancela todos los compromisos de Kamenashi.

-¿Qué?

-Cancela todos los compromisos de Kame, se siente mal, MUY mal -enfatizó, con ahínco, esperando sonar serio y convincente. -No puede ni hablar, por eso llamo yo en su lugar. Quiere irse a casa, así que sólo dile que se vaya, es grave…

-Akanishi-san…-comenzó a decir, con cuidado, la voz al otro lado del teléfono. -¿Estás ebrio?

-No, este es un asunto serio -aseguró con convicción.

-Estoy viendo a Kamenashi-san en este momento -la voz oscilaba entre la confusión y la molestia. -Te puedo asegurar que está bien.

Después de una pausa nerviosa, Jin cortó la llamada. Claramente había sido una pésima idea.

Aún tenía horas que hacer pasar y no sabía cómo lograr que el tiempo no se arrastrara. Miró su reloj. Habían pasado 5 minutos desde la última vez que lo había consultado. Suspirando, decidió salir a comer algo. No tenía hambre, pero de seguro así ocuparía algo de tiempo.

Comió lento, extremadamente lento, porque después de eso no sabía en qué demonios entretenerse. Hasta que algo iluminó su mente: iría inmediatamente al departamento de Kame y esperaría afuera el tiempo que fuese necesario. Kame podría volver antes.

Salió rápidamente del lugar dejando el dinero sobre la mesa. Le hubiese gustado poder decir “quédate con el cambio” pero no quería tener que esperar a la camarera.

Se sentó afuera de la puerta, deseando que Kame volviese pronto, que algo se cancelara y llegara inmediatamente, que no pasara a ningún otro lugar después de su trabajo. Pensando eso y escuchando música, se quedó dormido.

Kame se detuvo a varios metros de la entrada de su departamento, había un bulto… un bulto humano. Podría ser un fan. Claramente no era una mujer, pero podía ser un stalker hombre. Se acercó lentamente y la figura comenzó a parecerle familiar, se acercó más.

-¿Jin...?

El bulto no se movió, Kame se agachó y movió la masa de pelo. Era efectivamente Jin, durmiendo, con audífonos y la música a todo volumen. Tiró del cable de los audífonos bruscamente y Jin despertó asustado.

-¡Kazu! ¿Qué haces aquí? -Preguntó con confusión.

En su sueño, Kame huía de él en una playa, bajo las estrellas, mientras la arena se enredaba y se enredaba en sus tobillos impidiéndole avanzar...

Kame sólo levantó una ceja. Jin miró a su alrededor, recordó que estaba esperando a Kame afuera de su departamento y ya era de noche.

-Lo siento -Jin se levantó avergonzado, peinándose. La descoordinación desencajaba sus movimientos haciendo a Kame recordar el adolescente torpe que había sido alguna vez. Luchó contra la ternura que, sin embargo, lo invadió. -Te estaba esperando.

-¿Qué quieres? –Preguntó Kame secamente, sin mirarlo.

Intentó abrir la puerta de su departamento, pero Jin cubría la mayor parte del acceso y no quería acercársele demasiado.

-Quiero hablar contigo -dijo, mientras se hacía a un lado para que Kame pudiera pasar.

Kame, mecánicamente, se llevó la mano derecha a los ojos, presionándolos unos instantes mientras suspiraba cansadamente.

-¿Sobre qué? -Preguntó, sin retirar la mano de su rostro.

Jin conocía el gesto mejor de lo que hubiera deseado. Kame estaba a punto de perder la paciencia. Debía actuar rápido.

-¿Entramos? -Invitó, fingiendo ligereza. Kame lo miró con una ceja levantada, por lo que se apresuró a explicar. -No creo que sea tan breve.

-Es mi departamento, no tienes que invitarme a entrar -dijo Kame abriendo la puerta, aunque no sonó tan enfadado como quiso, sino mas bien como una pequeña reprimenda.

Entraron en un incómodo silencio y al cerrar la puerta, Kame volvió a hablar.

- Estamos adentro -informó retóricamente, cruzándose de brazos y dándole a entender a Jin que no avanzarían más hacia el interior del departamento. -Habla.

Jin sintió una gota de sudor frío correr por su cuello. No importaba cuántas veces hubiese ensayado este momento en su mente, ahora, frente a Kame, todo era distinto. Luchó contra la sensación de vacío en el estómago y abrió y cerró las manos, que le hormigueaban. Respiró profundo.

-Tengamos algo serio -dijo, sin más.

Había querido ser una propuesta, pero su nerviosismo lo había traicionado y había sonado cercano a una orden. Y ahí estaba, todo su ingenio desplegado, todas sus conclusiones y pensamientos. El corazón le latía en la garganta y el sudor frío se extendía a otras regiones de su espalda.

Después de unos segundos de silencio casi absoluto, levantó finalmente la vista hacia el rostro de Kame.

-¿¡Qué!? -Reaccionó Kame por fin, al encontrarse con los ojos de Jin en los suyos. -Jin, ¿qué rayos...?

Viendo una apertura, Jin avanzó hacia él rápidamente, acortando la distancia entre ellos hasta hacerla íntima, pero intentando que no fuera avasalladora. Era difícil. Desde que había tomado la decisión, algunas horas y varios siglos atrás, en Okinawa, todo el cuerpo le dolía de ansias por estar por fin cerca de Kame. Enfundó sus manos en los bolsillos traseros de sus jeans. Cualquier precaución era poca.

-Kazuya... yo *quiero* estar contigo... de cualquier forma. De todas las formas -pronunció las palabras lenta e intensamente, quería que Kame las comprendiera bien, que se grabaran a fuego en su mente.

La mirada sobrecogida de Kame era tan adorable, que Jin tuvo que contenerse y empuñar sus manos en sus bolsillos para no tratar de alcanzarlo. Kame sin palabras era algo realmente notable.

-Si ésta es tu idea de una broma, es de pésimo gusto -logró decir Kame después de varios intentos, en los que abría la boca pero no salían palabras ni sonidos de ella.

Intentaba mantener su fachada de frialdad e irritación, que al principio no había sido fachada sino la realidad y que ahora se escapaba por sus poros a medida que su corazón latía más y más rápido, pasando del estupor a la ansiedad. Sus ojos, clavados en el suelo, evitaban con obstinación mirar a Jin.

-Estoy hablando muy en serio.

-No sabes lo que estás diciendo -murmuró Kame, absorto en la maravilla de la punta de sus zapatos.

Jin no pudo controlarse más y sacó una mano de sus bolsillos para tomar suavemente el rostro de Kame, intentando alzar su vista hacia él. Lo logró, pero Kame apartó su mano con una de las suyas y se inclinó un poco hacia atrás, dejando en claro su punto. Jin dejó colgar su brazo, inerte, a un costado y suspiró. Hasta el más pequeño rechazo dolía, pero no le importó. Estaba decidido a lograr su objetivo o terminar con el alma en pedazos en el intento.

Al menos ahora podía ver la expresión de Kame, nerviosa, todavía algo incrédula, cansada y al borde del miedo.

-Tengo perfectamente claro lo que estoy diciendo, sé lo que significa -sintió su mano moverse por voluntad propia para intentar peinar un cabello rebelde de Kame que caía sobre su ojo, pero logró controlarse a tiempo. Volvió a bajar el brazo y empuñó sus dedos. -Y no me importa. Estoy dispuesto a enfrentar todos los problemas, quiero que enfrentemos todos esos problemas... juntos. Quiero estar contigo.

Le estaba costando muchísimo hablar tan abiertamente de lo que sentía sin sonrojarse, pero creía que era necesario. Tenía que convencer a Kame de que hablaba en serio, tenía que hacerlo ver hasta dónde estaba dispuesto a llegar... por él.

Kame bajó nuevamente la mirada entonces y Jin sintió un leve dolor en el pecho. Tragó saliva, esperando lo que venía.

-No podemos, Jin -dijo Kame. Su voz era arena y oscuridad, y un gran dolor pesaba sobre cada sílaba. -Es... imposible... no podemos.

-¿Por qué? -Jin no sonaba como Kame esperaba que lo hiciera, así que volvió a mirarlo.

En sus ojos no había arrogancia ni derrota, sino resolución tensa. Era inquietante. Era como si Jin estuviera viendo algo, un punto, que lo eludía completamente. Sin embargo, él también estaba decidido.

-Esto es algo pasajero, estamos así porque fuimos descuidados y muy irresponsables -dijo Kame, con convicción, mientras descruzaba los brazos por primera vez desde que habían entrado al departamento. Sus articulaciones dolían por la tensión de su cuerpo, pero no perdió terreno. -No vamos a arriesgarlo todo por algo así. No podemos hacerlo.

-Yo sí puedo -afirmó Jin, con algo de exasperación. -No uses el plural en esto cuando claramente es tu decisión.

-Oh, por supuesto que es *mi* decisión. ¿Por qué iba a importarte a ti nada? -La paciencia de Kame, oficialmente, se había agotado. -¡Nunca te ha importado nada más que tú y lo que tú quieres!

-¡Te quiero a ti, maldito idiota! -La frustración hacía temblar el cuerpo de Jin y las voces de ambos iban en franca escalada. -¡Quiero ser feliz contigo!

-¡No estoy dispuesto a arriesgar mi trabajo y mi *vida* por una cogida rápida!

-¡¡¡Si quisiera sólo eso lo habría obtenido ayer, antes del maldito concierto!!!

Silencio.

El último argumento de Jin había sido el equivalente verbal de un golpe en el estómago. Sin aire con el que formular palabras y sonrojado con furia, no pudo sino aguardar hasta que su respiración se regularizara un poco.

Jin, por otro lado, no se sentía particularmente orgulloso de lo que había dicho y agradecía el interludio silente para reagruparse. Kame tenía la especial cualidad de hacerle perder los estribos con facilidad. Solía actuar sin pensar cuando se trataba de él y aunque en esta ocasión se había jurado que se controlaría, al final, no había podido evitarlo.

-No es... -comenzó a decir Jin después de que la tensión del momento bajó un poco. -No es eso lo que quiero.

Kame, con los ojos aún clavados en él, dejó escapar un resoplido incrédulo y levantó una ceja, pero su expresión se había suavizado por el rubor en su rostro y la liberación de energía.

-Es decir... sí... pero... no... -Jin luchaba con las palabras y las imágenes que se enredaban en su mente. Se sonrojó también. -¡No me confundas!

Extremadamente a su pesar, Kame rió, entre dientes y meneando la cabeza, pero rió. Se cubrió el rostro con la mano por un momento en un gesto de incredulidad divertida.

-Eres un idiota -suspiró, pero la ternura se coló en sus palabras.

-Y tú un obsesivo compulsivo neurótico... pero siento... cosas por ti... -el rubor en todo su cuerpo se acentuó y se tropezó con las palabras, pero logró continuar después de aclararse la voz. -Y no se me van a pasar, Kazu... al menos no pronto... porque siempre he sentido... cosas. Por ti -lo último fue casi un murmullo.

Kame había vuelto a su posición con los brazos cruzados, pero ahora estaba significativamente más relajado. Aún así, había derrota y algo de tristeza en su actitud.

-No puedo -repitió Kame y esta vez cerró los ojos un momento, la exaltación lo abandonaba por goteo, dejándolo exhausto. -Lo siento, Jin.

-No quieres -corrigió Jin, en un susurro, dejándose vencer un segundo por el pesar.

La mirada de Kame se volvió casi febril. Frustración, miedo y calor.

-Mi trabajo es mi vida...

-No es seguro que vayas a perder eso -intentó razonar Jin, pero Kame no cedió.

-Es un gran riesgo.

-Kazuya...

-¿Puedes comprender que si pierdo esto ya no me queda nada? No tengo más sueños que éste.

-¡Ni siquiera era tu sueño para empezar! -Alegó Jin, con un tinte de desesperación.

-¡Pero es lo único que tengo! -Se defendió Kame con la emoción cruda en la voz, algo rasgada.

En un impulso incontrolable, Jin extendió sus manos para tomar las de Kame, que no se resistió.

-Me tienes a mí.

-No puedo estar seguro de eso... -confesó finalmente Kame. -Y ahora hablas de compartir algo, pero no puedo arriesgar todo por un capricho tuyo.

-No es un capricho -Jin sonó ofendido, abatido, por un instante. -Y ya estamos compartiendo una *vida*, Kazuya. Que te empeñes en mirar en dirección contraria es *tu* problema.

Era realmente espeluznante que las palabras de Jin tuvieran tanto sentido. Después de la inestabilidad inicial, ahora sonaba racional, medido, tranquilo; sonaba casi como...

-Has estado pensando en esto -sentenció Kame, atónito, con un tono acusatorio.

-No he dejado de pensar en esto ni un minuto desde que pasó, no te he podido sacar de mi cabeza... ni siquiera quise intentar hacerlo. Ya te lo dije: quiero estar contigo, Kazuya. Necesito estar contigo.

-Jin... yo... -Kame bajó la vista y Jin pudo sentir como una nueva excusa tomaba forma tras sus acciones.

No lo iba a permitir.

Ante la sorprendida mirada de Kame, Jin bajó su cuerpo con algo de torpeza, hasta quedar arrodillado frente a él.

-Haz todo lo que quieras. Lo que sea. Utilízame como te plazca -las palabras de Jin sonaban serias, desesperadas. Verdaderas. -Pero créeme, por favor. Estoy dispuesto a hacer esto. No me importa nada, si estás conmigo encontraremos alguna manera de que salga todo bien.



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