martes, 10 de diciembre de 2013

Recuento - Akame

Estas son las cosas que Jin extraña:

Música suave y apolillada, del estilo que escucharía un anciano.

El eco de la tarde agonizante en paredes blancas y obsesivamente inmaculadas.

Copas de vino que parecen mirar en menos a su lata de cerveza.

Conversaciones descalzas y respuestas intransigentes que nunca ha logrado decidir si debían terminar en asesinato en lugar del suave deseo en que transmutan.

Tibieza. Ansia. Calor.

El sabor de la sal y el ardor de la contención.

Sonidos mínimos que desea ahondar; gemidos aspirados, como si aún vivieran donde alguien los pudiese escuchar.

Su nombre como plegaria en labios imposiblemente dulces y febriles.

La clase de humedad que hace que el mundo colapse en blanco y el universo susurre canciones en su oído.

Todas estas son las cosas que Jin extraña, que un océano de distancia ha sido incapaz de ahogar.

Extraña a la figura cada vez más firme y menos delgada que le abre la puerta, con la misma expresión de sorpresa que todas la veces anteriores; extraña al estúpido hombre que siempre piensa que ésta será la última vez.

Le arranca el cigarrillo de los dedos y aspira una bocanada de humo con indolencia, porque un beso indirecto parece el castigo adecuado para su obstinada incredulidad.

-Okaeri –una y otra vez, cada vez.

Todas estas son las cosas que lo hacen volver.

-Tadaima.

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