domingo, 25 de septiembre de 2011

Sólo una vez - Capítulo 5 (Final)

Fandom: JE, KAT-TUN,
Parejas: Akame
Género: Romance, Angst
Resumen: Durante una fiesta en casa de Ueda Kame le confiesa a Jin que alguna vez tuvo sentimientos por él, lo que los lleva a explorar su deseo secreto de estar juntos... una sola vez, en honor al pasado



-Haz todo lo que quieras. Lo que sea. Utilízame como te plazca -las palabras de Jin sonaban serias, desesperadas. Verdaderas. -Pero créeme, por favor. Estoy dispuesto a hacer esto. No me importa nada, si estás conmigo encontraremos alguna manera de que salga todo bien.

Con la última de sus barreras cayendo a pedazos, Kame miró a Jin a los ojos, embriagándose de su actitud de entrega total. La emoción nubló por un instante su vista, debilitó su cuerpo y aceleró su pulso, a la vez que un poderoso sentimiento al que no se atrevía a poner nombre hacía cosquillear toda su piel, especialmente sus manos, aún unidas a las de Jin. Liberó una de ellas para ceder ante la tentación irresistible de acariciar su cabello.

-Jin... -suspiró con suavidad, rebosante de una transigencia y entrega extrañas.

Sus palabras sabían a ternura y dulzor, y la mano en su cabello no dejaba de acariciarlo. Kame se había rendido, interpretó Jin y tiró de él hacia abajo, rezando por no haberse equivocado esta vez. Para su alivio, Kame se dejó guiar toscamente por Jin, que no soltó su mano ni siquiera cuando estuvo de rodillas frente a él.

La mano libre de Jin se aferró a su cuello con firmeza, instándolo, despacio, a acercarse aún más. No tuvo mucha resistencia, hipnotizado con la mirada llena de emoción de Jin y ya sin voluntad ni deseos de detenerse, Kame se entregó al suave movimiento y cerró los ojos el instante antes de que sus labios se tocaran.

Jin lo besaba dulcemente, con cautela, como esperando a que se arrepintiera o temiendo que lo hiciera, pero Kame sólo ahondó el beso y llevó su mano unida a la de Jin a su espalda, de manera que el brazo de Jin rodeara su cintura. Jin comprendió el gesto y, después de un suspiro de aprobación, atrajo el cuerpo de Kame más hacia el suyo.

En verdad, el plan de Jin no había considerado esta parte. Había estado tan preparado para las negativas resolutas de Kame, que jamás se había atrevido a pensar qué pasaría si lo aceptaba. Y aunque lo hubiera planeado, jamás podría haberse imaginado que lo que sentiría al final estaría arraigado tan dentro suyo, tan hondo, que lo haría vibrar por completo, arrebatándolo y llenándolo de sentimientos tan intensos que dudaba que su cuerpo pudiera contenerlos.

El alivio era una fuerza irresistible que tiraba del aire en sus pulmones haciéndolo salir a presión, en forma de pequeños suspiros incontenibles, mientras que su corazón martillaba con furia en su pecho. Tuvo que dejar de besar a Kame para intentar calmarse. La mano que aún descansaba en el cuello de Kame se enterró en su cabello, guiando su cabeza para que descansara sobre su hombro. Respiró hondo y el aroma de la piel de Kame impregnó sus sentidos, uno a uno, haciéndolo sentir al mismo tiempo ganas de llorar y una felicidad cálida y profunda. Haciéndolo sentir en casa.

Kame sintió el cuerpo de Jin temblar levemente en sus brazos y se apegó más a él, sintiendo a su propio cuerpo responder en sincronía. Intentando contenerlo, giró la cabeza hasta que sus labios rozaron la piel de su cuello y cubrió de besos suaves toda el área.

El temblor de Jin cambió de intensidad cuando los besos de Kame alcanzaron su oreja y su lengua entró en la ecuación. La mano de Jin se apretó convulsivamente en el cabello de Kame, tirando un poco de él y Kame no logró reprimir un suave quejido en el oído de Jin.

La atmósfera cambiaba de tono rápidamente y Jin sintió el calor fluyendo desde Kame, haciendo reaccionar su cuerpo. Se inquietó un poco. Aunque no tenía claro lo que iba hacer en ese momento, porque no había siquiera pensado en ello, sí tenía claro lo que *no* debía hacer. Intentar aprovecharse de la situación para meterse en la cama con Kame pertenecía a esta última categoría. No quería que Kame pensara mal de él bajo ninguna circunstancia; sería volver al principio, perder todo su arduo trabajo.

Kame mordió el lóbulo de su oreja a la vez que se inclinaba hacia adelante, obligando a Jin a arquear su espalda hasta que perdió el equilibrio y cayó hacia atrás, contenido apenas por Kame. Cuando sus funciones mentales volvieron a la normalidad, o la fracción de ella que logró obtener dadas las circunstancias, sus piernas abiertas rodeaban los muslos de Kame, que se movía entre ellas buscando una posición cómoda y causando estragos en Jin en el proceso.

-Kazu... estás... -dijo Jin, apretando los dientes para no responder al roce. -No hagas eso.

Los labios de Kame se contrajeron en algo peligrosamente parecido a un puchero, pero su mirada era maliciosa cuando movió deliberadamente sus caderas contra las de Jin, haciéndolo gemir. Bajó el resto de su cuerpo, para poder hablarle al oído.

-Dijiste que podía hacer lo que quisiera -murmuró Kame, intentando sonar sexy, pero su nerviosismo le quebró un poco la voz al final.

-Sí... -concedió Jin, pero le costó seguir con la frase porque la lengua de Kame hacía maravillas en la piel de su cuello. -Pero... hnnn... -intentó detener el movimiento de sus propias caderas en respuesta a las de Kame, pero parecían tener vida propia. -Kazuya... para... -logró articular por fin, jadeando quedamente.

-Necesito esto, Jin -dijo Kame, intensamente, su expresión era una extraña mezcla de necesidad, deseo y duda.

Había algo irresistible en sus ojos y Jin sólo pudo asentir y volver a besarlo, a pesar de la voz en lo más recóndito de su mente que seguía susurrando con miedo que algo estaba mal. Aplacó el dolor sordo dejándose envolver por el calor de Kame, perdiéndose en la intensidad de su beso mientras el mundo desaparecía una vez más. Kame tenía ese efecto en él, sus sentidos se agudizaban tanto, se empapaban tanto de él, que todo lo demás perdía relevancia.

-Bien -cedió Jin cuando pudo hablar, sellando el pacto esta vez con palabras, y enterró más sus dedos en su cabello, dejando por fin a su cuerpo libre de reaccionar.

Las caderas de Kame comenzaron su cadencia nuevamente, implacables, a la vez que la mano aún en su espalda se liberaba de la de Jin para buscar la piel bajo su polera con urgencia. Necesitaba que la sensación quemara sus pensamientos, que alejara el pánico corriendo por su sangre con la misma intensidad que el deseo. Necesitaba creer que Jin era real, que hablaba en serio, más allá de los cuestionamientos y protestas de su mente, acostumbrada a las apuestas seguras. Cerró los ojos y dejó a sus labios buscar el cuello de Jin mientras sus manos exploraban, ávidas, la piel de su estómago.

La presión de una de las manos de Jin sobre su cadera, deteniéndolo, lo tomó por sorpresa. Abrió los ojos de golpe, buscando en los de Jin algún indicio, pero sólo encontró en ellos calor y algo hondo e insondable que podría partirle el corazón en dos si se lo permitía.

-Shhhh.... -la voz de Jin era un murmullo aterciopelado acompañado del toque casi fantasmal de sus dedos en su nuca. -Despacio -concluyó, sencillamente, antes de atraer a Kame hacia él para besarlo lentamente.

Sin barreras, sin nada que pudiera protegerlo, la avalancha de sentimientos fue aplastante. El ritmo, esta vez más lento, medido, resonaba en sus huesos, elevándolo y hundiéndolo a la vez. Arriba y adentro. Profundo. Tuvo que liberar su boca del incesante ataque de Jin para dejar escapar un gemido recóndito y brillante.

Jin suspiró. Cada respuesta era un paso. Tensó sus brazos un momento alrededor de Kame antes de aflojarlos y moverlos hacia arriba para sacarse con dificultad la polera, dejando su cabello hecho un desastre de estática y caos. Kame no tuvo el mismo problema, a pesar de los esfuerzos de Jin y el roce de la tela cuando se deshizo de su polera.

Jin aspiró aire con fuerzas cuando Kame volvió a acercarse para besar su pecho, el contacto de piel con piel después de tanto tiempo sobrecargó sus sentidos con fuerza desmedida. Animado por el sonido, Kame dejó a sus manos vagar imprecisamente, siguiendo con pereza el contorno de sus costados, notando casualmente dónde el toque se volvía incómodo, dónde no tenía efecto y dónde lo hacía reaccionar.

Las manos de Jin, hasta ese momento inertes a sus costados, intentaron detenerlo, pero Kame no se dejó. Sus ojos parecían embelesados por los movimientos involuntarios de su cuerpo, iluminados por el descubrimiento. El nudo en el estómago de Jin cedió un poco y se relajó bajo la luminiscencia del casi asombro de Kame.

Una sonrisa cálida y lenta se encaramó sin permiso en sus labios. Las sensaciones y la situación lo envolvían como una manta y todo lo demás comenzó a no importar demasiado. Cerró los ojos e inclinó la cabeza hacia atrás, disfrutando del aliento y los dedos de Kame sobre su piel.

Para Kame, cada inhalación aguda, cada contracción o movimiento entrecortado, era un mundo en sí mismo. Si la sangre galopando en su pulso lo hubiera dejado pensar, se habría asombrado de la capacidad de su mente por encontrar focos en tiempos de crisis. Pero no lo hacía. El mundo se había reducido a un punto apretado de sonido, color, textura. El mundo era un escalofrío manifiesto en la piel de Jin cuando rozaba con suavidad justo debajo de sus costillas, la manera en que Jin contenía la respiración cuando sus labios se acercaban a su clavícula, el quejido entrecortado y a medio ahogar cuando Kame resueltamente comenzó a moverse bajando por su cuerpo, todo calor, intención, propósito. Lento, caricias y presión, probando hundir un poco las uñas en lugares estratégicos, presionando más cuando la acción se veía recompensada por los sonidos incontenibles que se le escapaban a Jin.

Los jeans que se interponían en su camino no fueron un obstáculo por demasiado tiempo. Jin levantó las caderas con obediencia casi refleja cuando Kame jaló con insistencia de ellos y levantó sus piernas, una a cada lado suyo, para luego deshacerse de ellos lanzándolos sin paciencia a algún lugar de la habitación a oscuras.

Jin estuvo a punto de hacer algún comentario preocupado sobre el suelo y si realmente era una buena idea perder tanta ropa recostado sobre él, pero al segundo siguiente todas las palabras escaparon de su vocabulario y sólo pudo gemir.

Sin detenerse demasiado a pensar, Kame había lamido con lentitud deliberada a lo largo de la porción del hueso de su cadera visible sobre la banda de sus bóxers, deteniéndose un segundo para evaluar la reacción de Jin antes de soplar experimentalmente sobre la piel humedecida. El temblor que recorrió todo el cuerpo de Jin no pasó desapercibido.

Kame intentó esconder una sonrisa al borde de la petulancia enterrando el rostro en el estómago de Jin, pero Jin la sintió sobre su piel, lo que le causó un nuevo e innegable escalofrío. Tal vez, reflexionó Kame, Jin era sensible de esa manera. Puso a prueba su teoría llenando de besos ligeros el área alrededor de su ombligo. El sonido que obtuvo con ello retumbó también en sus ansias.

Jin deseaba con fuerzas que Kame se decidiera por fin y acabara con el tormento insoportable de sus labios imprecisos en las regiones más sensibles de su piel, pero no lograba hacer salir de su boca palabras en lugar de los sonidos incoherentes y quejidos a medias que escapaban de ella. La necesidad bordeaba precariamente la desesperación cuando sintió a Kame moverse con suavidad y, aunque se trataba de un movimiento ascendente, el leve roce causado por los cambios en el punto de equilibrio de Kame arrastrándose hacia arriba no hizo sino aumentar la agonía.

-Tienes una forma extraña de vengarte... -logró decir por fin Jin, entre dientes apretados.

-Idiota -sonrió Kame. -Tú eres el que dijo "despacio".

-Dioses... nnnhg... ahh... -el débil toque de una de las manos de Kame en la parte baja de su estómago estuvo a punto de hacerlo perder la idea, el sentido y cualquier atisbo de dignidad. -Kazu... ¿es que jamás nadie te habló de los "puntos medios"?

Y aunque su voz rozaba la miseria, la risa de Kame hizo cosquillas en la punta de su nariz. Jin abrió los ojos que había cerrado segundos antes, ante el embate de placer inconcluso, y se encontró con el profundo café de los de Kame mirándolo fijo de vuelta. Pero la vista no duró demasiado. Despegando sus ojos de los suyos y estirando un poco el cuello, Kame besó el puente de su nariz, su frente, giró un poco su cabeza para besar con ternura su sien, tomarse preciosos segundo para bañar de besos los lunares junto a su ojo y, finalmente, arrastró sus labios de vuelta a los suyos.

Besos leves, toques suaves. Era como si Kame estuviera memorizando cada rincón accesible de su cuerpo. Podía significar tantas cosas distintas, podía ser un rito de descubrimiento, una represalia juguetona por su conducta infantil... podía ser también un acto de despedida. El nudo en su estómago volvió y sintió repentinamente el frío del piso calar su piel.

Los brazos de Jin volvieron a envolver con fuerzas el cuerpo de Kame, apegándolo contra sí de un modo que casi era doloroso, la urgencia y el miedo fundiéndose en un beso hecho de necesidad pura que los dejó a ambos sin aliento en pocos segundos.

Kame reaccionó primero. Se puso de pie a duras penas y le ofreció la mano a Jin, que aceptó sin pensarlo mucho, el piso francamente no le agradaba, por más de una razón. Kame lo condujo entre besos y pasos inciertos hacia su habitación después de tropezar con las botas de Jin, descartadas en el recibidor en medio de la pasión.

El departamento era suficientemente pequeño y no tardaron demasiado en llegar a su destino a pesar de lo lento de su avance. Jin perdió el equilibrio cuando Kame siguió instándolo a retroceder aún cuando el borde de la cama se enterró en la parte posterior de sus piernas.

Kame, logrando equilibrarse para no caer, aprovechó la momentánea separación para respirar. Su cabeza era un revoltijo de ideas y argumentos contradictorios en el que imperaba la confusión. Se preguntó si era realmente correcto seguir adelante cuando, en realidad, aún no tenía nada claro.

Al levantar la vista, la penumbra le reveló a Jin jadeante, con el cabello hecho un caos desparramado sobre el cobertor de la cama y la ropa interior, que no dejaba mucho a la imaginación, a medio bajar. Muy bien, la confusión podía irse perfectamente al infierno. Pensaría después, cuando toda la sangre de su sistema no estuviera concentrada en un solo lugar.

Se inclinó, apoyando las manos a ambos lados de la cabeza de Jin antes de besarlo con contención apenas lograda.

-Muévete -ordenó, indicando hacia arriba con un movimiento de su cabeza.

Reptaron torpemente, entre fricciones sordas y movimientos bruscos, con toda la falta de glamour que no podrían permitirse en otras circunstancias. Cuando al fin la cabeza de Jin estuvo apoyada en la almohada, la celebración fue aún otro beso húmedo y descuidado.

El movimiento de las caderas de Kame contra las suyas lo tomó casi por sorpresa, haciéndolo soltar un gemido, pero Kame no perdió la concentración, besando y a veces mordiendo el cuello de Jin, a la vez que su mano bajaba por su pecho, su estómago, ya sin el toque suave y exploratorio de antes.

Las manos de Jin, que estaban aferrándose a la espalda de Kame, bajaron suavemente y se deslizaron hacia la hebilla de su cinturón, forcejeando con él, primero pacientemente y luego con desesperación al no tener éxito. Kame dejó su cuello para besarlo en los labios, sin reprimir su sonrisa y dejando que las manos de Jin, por fin, lo desabrocharan.

Kame no se dio cuenta cuando Jin había desabrochado, también, los botones de su pantalón, sólo lo notó al oír el sonido del cierre bajándose. Instintivamente bajó la vista, algo sorprendido, y Jin se detuvo, mirándolo dudoso. “¿Kame podría arrepentirse en este momento?”, se preguntó.

-En el cajón de la mesa de noche…-le susurró Kame al oído, malinterpretando la duda en sus ojos mientras se dejaba desvestir.

Era toda la respuesta que Jin necesitaba por el momento. Suspiró y asintió levente con la cabeza, indicándole a Kame que lo había oído, aunque no acatara inmediatamente su sugerencia.

Kame sólo sonrió y comenzó a deslizar sus labios hacia abajo, suavemente, hasta llegar a su pecho. La mano de Jin buscó la de Kame, tomándola y entrelazando sus dedos.

Kame se detuvo un instante, sin despegar sus labios del pecho de Jin, sintiendo su movimiento agitado por lo acelerado de su respiración. Se permitió un par de segundos de inmovilidad, a pesar de la protesta patente de algunas partes de su cuerpo, para disfrutar del sonido del corazón de Jin, dejar que sus latidos firmes y acalorados mecieran el resto de su renuencia hasta dormirla casi por completo.

La respiración de Jin se hizo más agitada e intensa cuando Kame por fin siguió bajando, lentamente, deteniéndose en el borde entre su piel expuesta y la ropa interior. Tomó la tela con los dientes y Jin ahogó un gemido al sentir el leve contacto con los labios de Kame que, ayudado con su mano libre, jaló hacia abajo, teniendo que soltar la mano de Jin en el proceso.

Ya desnudo, Jin separó sus piernas alrededor de Kame, rozando las suyas al levantarlas para rodear sus caderas y atraerlo nuevamente hacia él, dejando en claro qué era lo que quería. Kame lo miró a los ojos, con sus rostros escasamente separados y Jin sostuvo su mirada, sintiendo como el corazón de Kame golpeaba fuertemente contra su pecho, en sincronía con el suyo. Acercó su rostro para rozar sus labios.

-Kazu… -dijo contra ellos, en un susurro que sonó suplicante.

Kame, también más allá del punto sin retorno, asintió antes de besarlo. El cuerpo de Jin respondía al mismo ritmo, sus caderas creaban una fricción a la vez maravillosa y frustrante, nunca suficiente pero extrañamente hipnotizante, difícil de detener. Finalmente, fue demasiado y Kame interpuso algo de distancia entre ellos para poder quitarse el último vestigio de ropa que le quedaba.

Sólo se había alejado lo necesario, pero Jin encontró la manera de cambiar de posición, de desenredar sus piernas de las de Kame y girarse para quedar tendido sobre su estómago.

-¿Jin…? ¿Por qué…?

Jin giró su rostro, mirándolo confundido por encima del hombro.

-Dijiste que así era más fácil…

Kame se mordió el labio intentando reprimir una sonrisa, recordando la vez anterior. La parte sarcástica de su mente se preguntó con oscura diversión por qué, de todas las cosas que había dicho en su vida, a Jin se le había ocurrido hacer caso precisamente de aquella.

Se acomodó en la cama hasta cubrir a medias el cuerpo de Jin con el suyo y besó delicadamente su cuello.

-Jin… -susurró justo detrás de su oído y Jin enterró la cabeza en la almohada, sobrecogido por las sensaciones. -Quiero ver tu rostro… -continuó Kame, en el mismo tono de persuasión absoluta. -No será difícil.

-Entonces, ¿por qué…? -Intentó preguntar Jin contra la tela, pero las razones cada vez importaban menos, sobre todo cuando las manos de Kame lo acariciaban del modo en que lo estaban haciendo.

-Olvida lo que dije… -insistió Kame, besando con dulzura su hombro mientras sus dedos trazaban diseños aleatorios sobre la piel de la parte baja de su espalda.

Jin volvió a girarse completamente, dispuesto a olvidar hasta su propio nombre si era necesario. Levantó una de sus manos para atraer a Kame hacia sí. Apoyó su frente contra la suya.

-Yo también quiero poder mirarte… mientras… -alcanzó a detener las palabras que se habían arrancado de su boca sin permiso y enterró su afectación en un beso profundo y lleno de calor.

Kame respiró hondo, logrando controlar marginalmente su deseo súbito de tomar a Jin en ese preciso instante, sin importarle nada más. Apretando los dientes, se arrodilló entre sus piernas e intentó que el roce fuera mínimo cuando se estiró para tomar uno de los cojines que yacían desordenados más arriba de la cabeza de Jin, en la cama. Un par de quejidos mordidos de ambos y algunas maniobras torpes después, el cojín estaba bajo las caderas de Jin y las piernas flexionadas de éste se alzaban a sus costados.
-¿Jin? -Llamó Kame y enfatizó sus palabras con un beso en la parte interior de una de sus rodillas.

Con la atención absoluta de Jin capturada, Kame sólo tuvo que hacer un gesto con la cabeza en dirección a la mesa de noche para que comprendiera.

Cerrando los ojos ante el embate de los labios de Kame en sus piernas, sus muslos, el hueso de su cadera, peligrosamente cerca pero siempre evitando el punto donde realmente los deseaba, a ciegas, Jin tanteó el cajón de la mesa de noche y tiró de maneras improbables hasta que finalmente cedió, abriéndose para dejarlo buscar los suministros que necesitaba en su interior. Por suerte para ambos, se trataba de un cajón más bien pequeño.

Intentar entregar sus hallazgos a Kame fue otra tarea titánica, pero además inútil, especialmente porque Kame eligió ese preciso instante para hacer caso de sus plegarias silentes y envolverlo íntimamente con su boca, haciendo que Jin olvidara lo que estaba haciendo, que olvidara cómo respirar, cómo articular palabras e incluso pensamientos, haciendo que Jin olvidara todo excepto la despiadada humedad que lo rodeaba y el nombre de Kame, profesado a medias una y otra vez por su voz quebrada, al borde de...

-Detente... -los dedos de Jin, que parecían haberse enterrado por voluntad propia en el cabello de Kame y que hacía un momento lo urgían a continuar, ahora lo alejaban de él. -O voy... -tragó saliva ante la mirada inquisitiva de Kame, mirándolo hacia arriba entre sus piernas.

La vista no facilitaba las cosas.

Torpemente instó a Kame a subir por su cuerpo, intentando calmarse un poco, ignorar la manera en que Kame se movía a propósito contra él como si necesitara algún incentivo para perder el poco control que aún tenía. La sensación de una de las manos de Kame arrastrándose hacia abajo por su piel sólo fue la gota que derramó el vaso.

-Kazuya -la seriedad súbita desconcertó a Kame tanto como el agarre de sus manos en sus hombros. -No... -la voz de Jin sonaba rasposa y los brazos que lo sostenían temblaban, debatiéndose entre alejarlo o acercarlo aún más.

Había algo amenazando con quebrarse en la mirada que le devolvió Kame y Jin maldijo su incapacidad para formar frases coherentes que no se malinterpretaran. Rodeó los hombros de Kame con fervor y se mordió el labio inferior ante el contacto total de su cuerpo contra el suyo.

-No quería decir que... no es eso -intentó explicar, pero a mitad de frase, Kame se levantó sobre sus antebrazos y lo miró a los ojos, dificultando todo. -Quiero... -comenzó a decir y bajó la vista, enrojeciendo. -Quiero... sentirte... antes de...

Cuando pudo volver a mirar a Kame a los ojos, sólo había calor en ellos. Respiró hondo.

-Bien... -Kame se equilibró sobre una de sus manos y Jin sintió la otra alcanzar la botella y los sobres metálicos que él había olvidado en algún lugar entre la mesa de noche y la almohada.

-Bien... -repitió las palabras de Kame, pero la sangre ensordeciéndolo no lo dejó sentir la más mínima afectación.

El movimiento de los dedos de Kame dentro suyo fue conciso, extraño y un poco incómodo, pero lo suficientemente rápido como para que la sensación no persistiera, no mucho. El tiempo parecía ser un lujo inasequible ante el pulso desgarrador de la urgencia. Para ambos.

Jin intentó relajarse durante los instantes que siguieron, los segundos cargados de electricidad mientras Kame se preparaba.

-¿Bien? -Preguntó Kame, temblorosamente, y a ninguno pareció importarle que su vocabulario total se hubiese reducido a una sola palabra.

Jin sólo pudo asentir. Demasiada anticipación y demasiado fuego, las palabras, de haberlas, se habrían quemado.

Kame intentó seguir con la política de hacer las cosas despacio, pero era imposible. El interminable preludio le jugaba ahora en contra y sólo podía apretar los dientes y rogar porque sus movimientos fueran suficientemente considerados para Jin, confiar en que lo detendría si le hacía algún tipo de daño. Aguardó, con los ojos cerrados, esperando oír algún cambio en su respiración.

El toque firme de la mano de Jin en su frente lo sobresaltó.

-Te preocupas demasiado -susurró Jin, intentando relajar su entrecejo con el pulgar; el temblor en su voz reconfortó un poco a Kame. -Va bien... sigue.

Kame giró el rostro para besar la palma de su mano antes de obedecer. La fuerza de voluntad de la que siempre se había ufanado parecía evaporarse ahora a velocidades estratosféricas, pero logró reunir suficiente para que el comienzo fuera suave, refrenado.

Jin no cooperaba, no deseaba hacerlo en absoluto. Aparte de sus gemidos sin ahogar, sus caderas comenzaron a moverse contra Kame, obligándolo a ir más rápido, desafiando su dominio sobre sí mismo. No quería contención, la lentitud estaba oficialmente sobrevalorada. Ya podía esperar, necesitaba sentir, anclarse al sentimiento y las sensaciones, abrazarlas como algo precioso, porque aún no sabía si podría volver a repetirlas, porque aún no sabía nada. Y era un dolor etéreo que le hablaba al resto de dolor físico que reverberaba aún en su ser, que Kame apagaba, embate a embate, llenando el vacío en todos los sentidos posibles. Kame llenando su cuerpo, su mente, su alma, y el miedo y el ansia y la necesidad...

-Nunca... -el leve titubeo en el ritmo acelerado que había establecido Kame con ayuda de Jin fue el único indicio de que había hablado en voz alta. -No vuelvas a alejarte... nunca...

Incapaz de hablar, consumido por el sentimiento de alivio, candor, amor, Kame sólo pudo responder con su cuerpo. Buscó su mano para entrelazar sus dedos y profundizó el movimiento de sus caderas, deleitándose cuando sintió las piernas de Jin rodear su cintura, cuando pudo llegar más hondo, con más fuerza.

Nunca. Siempre. Los absolutos eran estrellas, hermosas y eternas, fundiendo cualquier posible resquicio de duda. Siempre. Y aunque el alivio estaba tan cercano que ya podía sentir su vibración en el aire, Kame deseó que aquel momento de certeza absoluta durara por la eternidad.

Imposible, claramente.

Ciñendo sus hombros con los brazos, los labios de Jin buscaron, a ciegas, los suyos una vez más y el beso mordido le supo a premura. Jin también estaba cerca. Y si tan sólo abriera los ojos, tal vez podría leer en los suyos lo que tanto había temido que descubriera durante todo ese tiempo.

-Jin -susurró, incapaz de hacer que su voz sonara más fuerte, preocupado de que la llamada se perdiera entre los suspiros y gemidos ahogados que parecían emular sus nombres.

Pero, de alguna manera, Jin comprendió y sus pupilas arreboladas se fijaron en las suyas. Habría sido suficiente para hacerlo sonrojar si ya no estuviera más allá de la fiebre y el sudor y el movimiento. Los ojos de Jin, sosteniendo su mirada, tal vez comprendiendo, desnudando su corazón como lo había hecho con su cuerpo.

Un nuevo calor invadió su ser, pero no desvió la vista ni cerró los ojos. Ni siquiera cuando Jin tomó su mano libre, desafiando al equilibrio, tentando a la suerte, pero ya no importaba, y la guío hacia abajo en lo que pareció cámara lenta en medio del frenesí de sus movimientos.

No despegó sus ojos del rostro de Jin tampoco cuando alcanzaron su meta y Jin se abandonó a su toque, inclinando la cabeza hacia atrás y mordiéndose el labio cuando todo comenzó a volverse demasiado, demasiado rápido.

Era hipnotizante, cada gesto y cada expresión a medio contener, era casi suficiente para olvidar por algunos instantes su propia necesidad. Casi.

La sensación se arrastró subrepticiamente por su columna, un susurro apenas, que creció y se expandió sin permiso hasta llenar el último rincón de su cuerpo. Abrasadora.

Sin poder contenerse, sin poder siquiera articular el placer intenso que lo arrebató, sólo pudo enterrar su rostro en la curva del hombro de Jin y morder, morder con fuerza, intentando no gritar mientras el mundo perdía el ángulo y él caía, vertiginosamente, con el alma en los ojos, sin remedio. Caía, arrastrando imposiblemente a Jin, el dolor y la presión haciéndose súbitamente insoportables para él, con las uñas clavadas en la espalda de Kame y la profana letanía de su nombre escapando de sus labios...

Las piernas y brazos de Jin aún lo rodeaban con fuerza cuando la conciencia de sí mismo volvió a ser suficiente como para permitirle notar cosas, minutos o siglos después, no estaba seguro. Su respiración aún no volvía a la normalidad, pero al menos la de Jin tampoco lo hacía. Tampoco estaba solo en eso.

-Hey... -intentó liberarse de la prisión de las extremidades de Jin, pero Jin no cooperaba. -Hey -volvió a intentar, con mayor ahínco esta vez.

Había cosas que hacer.

-¿Puedes quedarte tranquilo por una maldita vez en tu vida? -La perezosa voz de Jin le llegó camuflada por su propio cabello, en el que Jin había decidido hundir el rostro.

Pero Kame no podía.

Con un suspiro, Jin lo dejó ir finalmente, aflojando su cuerpo y desparramándose en la cama con un brazo sobre sus ojos mientras Kame se encargaba de todo, limpieza y desecho, cosas importantes si eras Kame y era tu departamento. Jin sólo se concentró en intentar hacer que el aire volviera a llegar con regularidad a sus pulmones hasta que todo pasó y sintió a Kame titubear al borde de la cama.

-Ven acá -sin siquiera mover el brazo que cubría sus ojos, usó el otro para encontrar la mano de Kame y tirar suavemente de ella, instándolo a volver a su posición anterior.

Kame, cansado y nuevamente aliviado, aparentemente sin razón, se dejó guiar sin ninguna resistencia para luego desplomarse sobre él. Jin besó su frente, mientras sus dedos vagaban suavemente por la piel de su espalda.

-No tengo problemas con que te duermas así sobre mí… pero tápate… yo también quiero taparme – dijo Jin, abriendo apenas los labios al hablar.

Kame sólo hizo un ruido de protesta, sin moverse. Jin creyó sentir que sonreía.

-¿No eras tú el que hace unos minutos no quería quedarse quieto?- Insistió Jin.

Kame río claramente esta vez contra la piel de su cuello, pero no se movió. Jin arrastró sus piernas, intentando meterlas debajo de las sábanas, pero era muy difícil si Kame no cooperaba.

- Ayúdame -protestó, quejumbrosamente.

Kame se levantó un poco, apoyando sus antebrazos en el pecho de Jin y acercó su rostro para besarlo calmadamente. Estaba bien, realmente no sentía demasiado frío con la piel de Jin envolviéndolo de ese modo. Taparse podía esperar un poco más.

-No quiero moverme de aquí –susurró Kame contra sus labios.

Jin respondió con otro beso, acariciando con sus manos el cabello de Kame, bajándolas hacia su espalda para sostenerlo cuando se giró, despacio, y maniobró, con muchos problemas, para poder meterlos a ambos debajo de las sábanas.

Kame volvió a sonreír, a pesar de que el sueño se apoderaba cada vez más de él. Restregó su mejilla contra la de Jin juguetonamente como agradecimiento y se acomodó para dormir.

-Buenas noches, Jin –dijo, entrelazando una de sus manos con la de Jin.

-Buenas noches –respondió Jin y besó su rostro donde sus labios alcanzaban sin moverse demasiado, junto a su ojo derecho.

Kame lo miró fijamente, sintió la intensidad de su mirada a través de la penumbra, esperando…

-¿Qué?

Kame se apuntó a sí mismo. Jin se mordió el labio, riendo quedamente, sin fuerzas para nada más.

-Buenas noches… Kazuya.

Finalmente, apoyándose en el pecho de Jin y ya casi sin poder mantenerse conciente, Kame se durmió.

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Un aroma extrañamente cálido y familiar rodeaba a Kame mientras intentaba despertar y el brillo del sol que adivinaba más allá de sus ojos cerrados le causaba una ligera confusión, demasiado leve, al parecer, porque la conciencia se rehusaba a volver a él completamente. Hacía demasiado tiempo que no dormía así de bien.

Algo que parecía una sonrisa comenzó a tirar de la comisura de sus labios, desde el otro lado de sus párpados que aún se negaban a cooperar. La vigilia traía bajo sus alas una sensación de felicidad extraña, una liviandad imprecisa, difusa, esperando a tomar forma si tan sólo su cerebro comenzara a procesar debidamente. Era raro, jamás le había costado tanto trabajo despertar.

Cuando pudo comenzar a moverse, arrastrando perezosamente extremidades pesadas en movimientos lentos y descoordinados, comenzó también, poco a poco, a recordar. Había una razón por la que había descansado tanto durante la noche.

Las escenas se sucedieron de a poco en su mente, incompletas, pero muy reales. Se sentía además un poco adolorido, cansado como las mañanas siguientes a las prácticas demasiado intensas. Las posibilidades de que se hubiese tratado de un sueño eran escasas. La claridad aumentaba con el paso de los segundos y la somnolencia que se batía en retirada. Sus recuerdos se llenaron de calor y movimiento, sonido, delirio, humedad; el batir desesperado de su corazón...

Jin.

Movido por un impulso irresistible, buscó a tientas su presencia, palpando el lugar de la cama junto a él aún antes de abrir los ojos. Las sábanas resultaron frías a su toque, pero se resistió a creer que estaba solo. Extendió el brazo, ampliando su búsqueda. Nada.

El miedo se cernió en torno a su corazón, apretándolo, la respiración se estancó a medio camino de salida de sus pulmones y el golpe de adrenalina fue suficiente para despertarlo completamente. Solo. No era posible, ¿verdad?

Recordaba ahora las palabras de Jin la noche anterior, su actitud de entrega absoluta, que había terminado por acabar con cualquier barrera que pudiera haberle impuesto, la sinceridad que había visto en sus ojos y ante la cual había sido imposible no rendirse y sentir...

La desesperación lo hizo abrir los ojos y sentarse bruscamente. No importó la luz brillante del sol que invadía su habitación y le hizo doler la vista unos instantes, no importaba qué hora era, qué día de la semana. No importaba nada, absolutamente nada. Y, por una vez en la vida, a Kame no le importaba en absoluto si tenía o no que trabajar. Todo podía irse al demonio. Jin no estaba con él.

Sus sentidos fueron adaptándose de a poco a sus alrededores, llenando su cerebro de información que procesaba a pesar suyo y del caos de su mente. Era más tarde de lo habitual y el aroma que le había parecido familiar al comenzar a despertar ahora llenaba pesadamente su habitación: café. Recién preparado.

Como todo aquella mañana, la comprensión fue un proceso más bien lento.

El temor aún estaba ahí cuando se levantó de la cama, colocándose una polera y ropa interior como pensamiento de último minuto, antes de abrir la puerta que lo separaba del resto del departamento y decidirse a constatar lo que sospechaba casi esperanzado.
Jin estaba ahí.

Su cabello húmedo aún goteaba sobre una camisa que le quedaba más ajustada de lo normal y claramente no le pertenecía, mientras descansaba cómodamente sentado en el sofá, leyendo el periódico de la mañana al que Kame seguía suscrito sólo porque siempre olvidaba cancelar el contrato, pues nunca lograba leer. Una vista rápida le reveló a Kame que los pantalones deportivos que llevaba puestos descuidadamente también eran suyos.

Jin.

En su sala de estar, leyendo su periódico y bebiéndose *su* café. Jin usando sin permiso su ropa, comiéndose el último resto de las galletas con relleno de frutilla que eran lo único parecido a la comida que quedaba en su despensa. Jin siendo Jin, simplemente. Descalzo y relajado, como si el universo estuviese por fin en paz.

-Creo que quedó algo de café en la cafetera... -comenzó a decir de pronto Jin, despegando con pereza los ojos de su lectura y girando la cabeza para mirar a Kame, reconociendo su presencia. -Pero ésta es la última galleta -informó a continuación, y si sentía algo parecido al remordimiento no se notó para nada. Antes de que Kame pudiera reaccionar, Jin se comió la galleta que sostenía en la mano. -Necesitas ir de compras.

El rostro de Kame sólo reflejaba algo de confusión, entre otras emociones indescifrables. Jin tomó otro sorbo de café y se acomodó en el sofá, invitando a Kame a unírsele sin palabras, pero la expresión de Kame sólo se hizo más honda, intranquila.

-Jin...

Sin contestar, Jin se volteó de nuevo. Fingió volver a leer, pero el cambio de su expresión y la tensión en su cuerpo lo delataron.

-Jin... -insistió Kame y avanzó un paso hacia el sofá.

-No -Jin mantuvo obstinadamente la vista clavada en el periódico.

-Tenemos que hablar.

-No.

-Pero...

-No quiero -los ojos de Jin se clavaron en los suyos en un movimiento repentino, violento. -No puedes obligarme.

Deliberadamente, Kame avanzó hacia él. La expresión neutra de su rostro hizo tensar la mandíbula de Jin, pero su mirada no perdió terreno. Si era necesario, si Kame lo forzaba, repetiría uno a uno sus argumentos de la noche anterior, verbales o no. Morir o ganar, si se trataba de Kame, ninguna otra alternativa era posible. Lo había decidido.

Con cada célula de su cuerpo preparada para una confrontación, no le pareció extraño cuando Kame, de pie frente a él, le arrancó el periódico de las manos para arrojarlo tras de sí con una expresión casi irritada. Estaba listo para todo.

Menos para el cuerpo de Kame sobre él, acomodando torpemente sus piernas abiertas sobre sus muslos, sin darle tiempo para reaccionar. Ciertamente no para los brazos de Kame rodeando sus hombros y sus labios buscando con esmero los suyos. No estaba para nada listo para la urgencia desconcertante, para los dientes de Kame en sus labios y su lengua exigiéndole acceso.

El desconcierto fue tanto, que le costó un poco reaccionar. Sólo un poco. El instinto tomó el control con bastante rapidez y pronto sus manos estuvieron repartidas entre su cabello y sus caderas. Kame suspiró contra sus labios y se apretó contra su pecho, secretamente aliviado por la presencia de Jin más allá de cualquier posible duda.

-Está bien -dijo Kame en un susurro. -Intentemos... esto.

Jin abrió los ojos, la incredulidad daba paso rápidamente a un brillo cegador en ellos, buscó en el rostro de Kame la confirmación de sus palabras y en su boca se formó una gran sonrisa al encontrarla. Asintió y lo besó.

- No puedes cambiar de opinión –dijo Jin, apoyando su rostro en el de Kame mientras sus brazos se apretaban con fuerza en torno a él. –Está prohibido.

-Dije intentar –dijo Kame sonriendo levemente a pesar del pánico que sentía en el momento.

Sentía el corazón latiéndole en la garganta, pero los brazos de Jin ejercían una fuerza tranquilizadora cada vez mayor sobre él.

-Lo sé –respondió Jin, apoyando su mentón en el hombro de Kame y añadió en un suspiro. –Y va a resultar.

Se quedaron en silencio, sin cambiar de posición. No era un silencio incómodo, pero había algo que Kame necesitaba aclarar.

- Cuando… -comenzó a decir Kame y se aclaró la voz. -Cuando “hablamos” esa vez, para el último concierto en el Dome… no estaba siendo sincero.

Jin levantó su rostro para mirarlo de frente.

-Cuando dije que eras una mala decisión… -siguió Kame, con algo de dificultad. -No era cierto.

-La peor decisión… -dijo Jin, recordando, pero su voz sonaba extremadamente tranquila. –La peor decisión de tu vida…

Kame se mordió nerviosamente el labio. Bajó la vista.

-Esa noche sí sabía lo que hacía, estaba ebrio, pero sabía y quería hacerlo… no eres una mala decisión, ni mucho menos la peor -Kame jugaba nerviosamente con la basta de su polera, con los ojos clavados en ella. Levantarlos para mirar a Jin le costó enormidades, pero era necesario. –Estaba desesperado… perdón.

Esperó, temeroso la respuesta a sus palabras, pero la mirada que le devolvió Jin era tranquila.

-Perdón – repitió, aún así, Kame.

Jin peinó un mechón de cabello que caía sobre el rostro de Kame, intentando, sin éxito, dejarlo tras su oreja. Tomó su rostro y lo acercó al suyo.

- Lo sé… ahora ya lo sé. Todo está bien – susurró antes de besarlo.

Fue un beso gentil y corto, el fuego que solía consumirlos amainando por largos minutos ante la necesidad de disfrutar la simple cercanía del otro. Las manos de Jin no se cansaban de acariciar el cabello de Kame y ambos tenían los ojos cerrados. Kame sólo sentía paz.

-No te duermas -dijo Jin contra su sien después de un rato.

Podía quedarse así todo el día, decidió Jin, a pesar de las ansias subyacentes que se hacían sentir en su cuerpo debido a su posición. Podía estar simplemente abrazando a Kame, sin necesitar nada más. Pero quería actuar como una persona responsable, quería demostrarle a Kame que podía confiar en él, completamente.

-¿Tienes que trabajar hoy? -Preguntó Jin, y se sintió orgulloso de sí mismo aunque su voz sonó bastante menos animada de lo que pretendía.

Kame no respondió, apretó su abrazo en torno a la cintura de Jin y enterró el rostro en la curva de su cuello, dispuesto a besar el área para disuadir a Jin de sus preguntas demasiado serias para el momento. Pero algo lo detuvo.

Bajo la tela de la camisa que había tomado prestada Jin, en el lugar que se disponía a besar, había una marca. Recordó vagamente haber mordido el cuello de Jin la noche anterior, sin poder evitarlo en medio de la pasión, y la mera reminiscencia hizo hormiguear sus extremidades. Deseo lento y acaramelado que, por ahora no era problema. Kame sonrió contra su piel, con una mezcla de satisfacción y posesión. Era un sentimiento bastante agradable.

La verdad era que sí debía trabajar, probablemente en un par de horas más, aunque no estaba seguro de qué hora era en ese momento. Probablemente tenía miles de cosas pendientes por hacer y un día frenético por delante, pero le era difícil pensar en algo que no fuera el calor de Jin entibiando su alma como el sol. Podía ignorar al mundo por unos minutos más.

-Kazu... -insistió Jin.

La sonrisa de Kame no hizo sino profundizarse. Sí, definitivamente podía acostumbrarse a esto.

-Cállate y abrázame -rezongó Kame.

Jin obedeció con gusto.

Ellos ya habían pasado por suficiente, ahora el mundo podía esperar.

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