Fandom: JE, KAT-TUN,
Parejas: Akame
Género: Romance, Angst
Resumen: Durante una fiesta en casa de Ueda Kame le confiesa a Jin que alguna vez tuvo sentimientos por él, lo que los lleva a explorar su deseo secreto de estar juntos... una sola vez, en honor al pasado
Capitulo 3
Kame agradecía el inicio de los conciertos en el Tokyo Dome. A pesar de tener que pasar más tiempo con Jin, podía concentrarse más en dar todo de sí en ellos, lo que curiosamente le daba más razones para no tomar a nadie demasiado en cuenta.
Jin había dejado de intentar hablar privadamente con él después de unos días más de ignorarlo y Kame hasta creía que lo estaba ignorando de vuelta. Cada cierto tiempo seguía sintiendo su mirada en él, pero estaba mejorando en ignorar eso también.
Debería sentirse aliviado, pero el sentimiento predominante era doloroso. Sabía que no debería, pero se sentía desilusionado de que Jin, tal y como él creía, se hubiese aburrido de él.
Siguió tratando a Jin al filo entre ignorarlo y lo políticamente correcto en un compañero de trabajo, acercándose más a lo último, para intentar ocultar de sus demás compañeros la tensión evidente entre ambos. Funcionaba. Si todos sentían que no había nada especialmente mal entre ellos, más allá de la eterna pelea de egos, Kame se sentía tranquilo y seguro en que nada fuera de su control sucedería. Sin embargo, había ocasiones en que Ueda lo observaba con una expresión indescifrable, como esperando algo con paciencia. En variadas ocasiones sintió la tentación de hablar con él al respecto, pero hacerlo habría arruinado el propósito original de todos sus intentos, por lo que se contuvo.
Llevaban varios días de conciertos y Jin seguía sin intentar retomar el contacto con él, por lo que Kame se convenció de que Jin ya había dejado todo atrás. Era esperable, incluso predecible y la nube negra de decepción que envolvió su ánimo le impidió ver la tensión casi depresiva de Jin, la quietud cargada de electricidad estática, esperando un punto de descarga.
Para los demás, sólo significaba un exceso de fiestas y alcohol y Jin se sentía cómodo sin sacarlos de su error. No le causaba particular orgullo la frustración y la confusión que le causaba su situación actual. Esperar no era algo para lo que se considerara especialmente hábil y, para empeorar las cosas, no tenía muy claro qué demonios estaba esperando. Kame le había dejado perfectamente claras sus intenciones y hacer cambiar de opinión a Kame caía en la clasificación de tarea imposible. Aún así, sus esperanzas se negaban a morir.
El último día de conciertos en Osaka era un hito que, admitidamente o no, todos esperaban con ansias. Significaba el comienzo de un período más o menos extenso, si no de descanso, al menos sin conciertos seguidos.
Esa noche, Kame estaba de particular buen humor, el público era extremadamente entusiasta y no pudo evitar contagiarse de toda esa energía, corriendo en el escenario junto con Junno, abrazando a Ueda para provocar a las fans, cosechando gritos e histeria por todas partes. Era algo que hacía latir su corazón con brío, que lo hacía sentirse lleno de vida, que hacía que no importara nada, nada más en lo absoluto.
Cuando pasó, aún corriendo, por el lado de Jin, golpeó su trasero con la palma de su mano, provocando gritos histéricos de las fans. Siguió corriendo, por lo que no notó que Jin se había quedado paralizado, mirándolo. La animación y la adrenalina martillando en cada célula de su cuerpo lo cegaron ante la actitud confundida, medio inestable, de Jin durante todo el resto del espectáculo.
Al terminar el concierto, cuando Kame buscaba lo que le faltaba de ropa para terminar de vestirse, Jin se apareció detrás de él.
- Tocaste mi trasero -sentenció, después de pensar mucho en cómo plantear el tema y sin lograr mantener del todo el asombro esperanzado fuera de su voz.
Kame lo miró en silencio, incluso, le parecía a Jin, sin parpadear.
- ¿Y...? -Respondió Kame, después de unos segundos larguísimos, claramente sin entender cuál era el punto. -Es lo que usualmente hago.... la euforia del concierto...
-Hmmmm.... ajá... -murmuró Jin en un tono que pareció genuinamente pensativo, tal vez porque lo era.
-Si te complica así, no lo volveré a hacer -ofreció Kame, en un tono que Jin no pudo descifrar si era molesto o de broma -Hay tantos otros que puedo tocar...
-¡NO...! No es eso.... sólo que... no sé... pensé que tal vez querías... ¿decir algo...?
-¿Decir algo? ¿Algo cómo que?
"Como que quieres que lo hagamos de nuevo", pensó Jin, pero agradecidamente alcanzó a morder las palabras antes de que se escaparan por entre sus labios.
-¡N-no sé! -Respondió finalmente.
-¿Crees que le quiero decir algo a todos?
-Es diferente... no siempre me lo tocas... -masculló Jin, cabizbajo.
-Esta conversación es extraña y no sé a qué quieres llegar -dijo Kame exasperado, tratando de terminar de comprender la situación.
Jin se quedó en silencio, mientras Kame se recriminaba mentalmente por haber sido descuidado. Era un concierto, estaba eufórico como siempre, estaba jugueteando como siempre, pero Jin era diferente. Su relación con él no era igual a la que tenía con lo demás, aún aparte de todo lo que sabía que no debía pasar, que sabía que no debía sentir y menos demostrar. Jin había desviado la mirada de su rostro y la había posado en su hombro... donde aún quedaba un levísimo y casi invisible vestigio de esa noche.
-¡Tsk...! Deja la marca en paz -alegó Kame, levemente avergonzado.
-No es "la" marca -corrigió, Jin, serio. -Es "MI" marca... yo te la hice.
Kame sintió como su pulso se aceleraba ante el tono posesivo de Jin que, aunque lo intentara, no podía sentir como desagradable. En algún nivel, se sintió molesto consigo mismo por las poderosas reacciones que lograba Jin en él con sólo alterar milésimas su voz. Se odió además por ser el culpable de cambiar el rumbo de la conversación hacia algo más peligroso.
Se giró, dándole la espalda a Jin, para buscar su ropa. Sus acciones intentaban dar punto final a la situación, que no debía evolucionar.
Sintió a Jin caminando hacia él. Debía ignorarlo, no pensar, no estar nervioso y buscar su ropa. Pero lo único que hacía era revolver todo sin mirar, hasta que sintió la mano de Jin... en su trasero. Se giró bruscamente y lo empujó.
-¡¿Qué haces?! -Le gritó, alejándose de un salto.
-Aún me quedaba euforia del concierto...
-¡Eres un maldito idiota! ¡Y un anormal! -En algún punto, entre el movimiento súbito y la energía que debió reunir para mantener la máscara de lo que debía ser, el alivio se coló en sus articulaciones, llenando de calor todo su cuerpo. -¡Aléjate de mí!
Era endemoniadamente inconveniente y se preocuparía de ello... mañana. Por ahora, el cansancio era demasiado y no quería angustiarse, ni por el hecho de que Jin aún no lo hubiera superado, con todos los problemas que ello implicaba, ni por el sentimiento de alegría que esto le causaba.
Logrando mágicamente reunir sus pertenencias y terminar de vestirse en dos segundos, y bastante antes de que el perplejo Jin lograra reaccionar, huyó por la puerta, hacia el vehículo que lo llevaría a su casa, su refugio y el anhelado olvido del sueño. Por fin.
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Osaka había quedado atrás, el incidente había quedado, en su mayor parte, superado. O eso era lo que Kame intentaba aparentar, al menos. Jin, por su parte, se encargaba de que fuera una pretensión sin esperanzas.
Sin hablar de lo sucedido, sin siquiera intentar explicarse, una calma todavía más tensa se había extendido entre ellos. Era una tregua precaria y, ambos a su manera, comprendían que sería efímera. Los ojos de Jin, tatuados a fuego en su piel en cada ensayo, se encargaban de recordárselo a Kame una y otra vez.
Para Kame era una bendición que "tiempo libre entre conciertos", en su caso, sólo significara promoción tras promoción de la película de Gokusen. Le daba algo en lo que concentrarse y significaba pasar bastante tiempo alejado de Jin. En teoría, le permitía pensar y reagruparse. En la práctica, sus sentimientos estaban demasiado alterados y revueltos como para siquiera comenzar a pensar en ordenarlos, mucho menos controlarlos. Se valía de todas las pocas energías aún a su disposición tan solo para enmascararlos cada vez que el azar lo hacía acercarse demasiado a Jin.
Se sentía algo mal por alegrarse de la insistencia de Jin cuando se había jurado no esperarla y había decidido no hacer nada al respecto, aunque se dijera que no significaba nada en particular. Era una posibilidad, perfectamente Jin podía estar resentido por ser la parte perdedora en el duelo de voluntades y, sinceramente, Kame sentía que no había vuelto a hacer nada por provocarlo. No intencionalmente.
Sin embargo, una pequeñísima parte de Kame reconocía el peligro del abismo al borde del que estaba, equilibrado mínimamente a base de negación y voluntad. Precariamente. Sólo el pánico a caer en el caos que representaba Jin lo mantenía caminando del lado de la solidez, anclado a ella por mil y un razones que a veces sonaban demasiado vacías.
Decidió parar de pensar. Los dos conciertos finales del Tokyo Dome estaban ya muy cerca y debía concentrarse.
Como siempre, durante el evento en cuestión todo se le hizo más fácil. Su mente parecía tener un modo especial, reservado para los conciertos masivos, que le impedía desviarse. Era trabajo, bajo escrutinio y bajo presión... y la manera en que más cómodo solía sentirse en la vida.
Koki, en particular, comprendía esto. Tal vez por eso le era más fácil acercarse a él en el escenario, dejarse llevar por sus coqueteos espontáneos y eficaces frente a las fans, buscarlos incluso. Era cómodo, seguro. Podía confiar plenamente en que entre ellos la línea nunca se difuminaría, haciéndose confusa o incluso desapareciendo.
Ignoraba, por supuesto, el hecho de que cada vez que sucedía la sangre de Jin hervía de celos, frustración y algo de dolor, de tantas fuentes y tipos distintos que sólo podía detenerse a respirar hondo y rogar porque pasara pronto. Al contrario de lo que la mayoría pudiese pensar, él también intentaba comportarse de manera profesional la mayoría del tiempo y la violencia de sus emociones lo dejaba perplejo.
Lo desconcertaba el sentimiento de posesión cada vez mayor que le inspiraba Kame, a pesar de todo, lo desconcertaba que las ansias de volver a estar con él no hubiesen menguado en lo absoluto, sino más bien parecieran ir en aumento, lo desconcertaban sus sentimientos, lo desconcertaba el temblor de su corazón cada vez que sorprendía a Kame mirándolo, aunque fuera sólo un poco, aunque después se hiciera el desentendido; lo desconcertaban los celos que sentía, lo desconcertaba que su distancia y su rechazo no hicieran sino provocarle dolor, dolor, dolor...
Y lo desconcertó encontrarse, al entrar repentinamente al gran camarín de KAT-TUN después de vagar sin rumbo por los estrechos pasillos en las entrañas del estadio, a solas con Kame.
El olor de su champú, alguna de sus miles de cremas y el maldito perfume que lo perseguía hasta en sueños llenaban la habitación.
-Oh... -fue todo el saludo que pudo forzar Jin.
Era extraño que estuviera ahí, Kame solía ser uno de los primeros en marcharse, en especial últimamente, después de...
Intentó detener a su mente, pero ya era demasiado tarde. Lleno de recuerdos vívidos, no pudo sino quedarse mirando a Kame que, con el cabello mojado, terminaba de cerrar su mochila.
-Creo que alguien te estaba buscando... -comentó Kame en un tono que esperó fuera casual, mientras miraba intensamente los broches de su mochila y jugaba con ellos fingiendo ajustarlos.
Jin creía que debía decir algo, pero era inútil, no se le ocurría qué. Su mente era un caos de deseo, confusión y celos que rápidamente se estaban aglutinando en ira por la mera presencia de Kame. ¿Qué derecho tenía a estar en ese lugar, solo, enrostrándole todo lo que no podía tener, todo lo que no estaba dispuesto a darle?
-Yo estaba, esperando... despejándome un poco.... -balbució nerviosamente Kame, sintiendo una necesidad irresistible de justificarse por haber permanecido ahí, a riesgo de quedarse solos con Jin.
Los ojos de Jin ardían sobre su piel y, aunque todo su ser le gritaba que debía huir, simplemente no podía reaccionar. El aire se sentía viciado, el silencio lo volvía irrespirable, espeso, se extendía amenazando con aplastarlos. Tuvo miedo de que Jin pudiera oír el palpitar desbocado de su corazón.
Después de lo que parecieron milenios estancados de silencio, finalmente la voz de Jin rompió la noche en dos.
- ¿Por qué haces fanservice con todos... menos conmigo? -Jin no ocultaba para nada su molestia.
Kame parpadeó atónito. No sabía lo que había esperado que le dijera Jin, pero ciertamente no era eso.
-¿Qué te pasa? -preguntó, sin dignificar el exabrupto con una respuesta.
-¿Es que acaso te gusta que Koki te manosee? ¿Es eso? -Jin sonaba cada vez más enojado.
-¿Qué mierda, Jin....?
La incredulidad en el rostro de Kame fue lo único que Jin vio antes de que Kame se diera media vuelta y se alejara de él. Si lo ignoraba quizás se le pasaría... lo que fuese que le pasaba. Pero Jin rápidamente dio un paso hacia él, estirando su mano para tomar su brazo y devolverlo bruscamente cerca suyo.
-Claro, si es Koki está bien, ¿verdad? Pero si soy yo, me ignoras.
-En serio Jin, ¿qué te pasa? La última vez estabas increíblemente extraño porque había tocado tu trasero en un concierto, ¿y ahora me preguntas por qué no lo hago? -Kame comenzó a comprender que ese no era el punto de la conversación y que, tal vez, a Jin sólo le estaba molestando su contacto con otros... lo que, aunque intentaba negarlo, lo hacía feliz. -Para mí fue obvio que esas cosas te molestaban.
-No es cierto... sólo me confunden. Pero prefiero eso.
-¿Eh?
La mano de Jin no había dejado ir su muñeca, tampoco había dejado de jalarlo hacia él. Lo único que había cambiado era la voluntad en fuga de Kame para resistirse. Jin estaba considerablemente más cerca que antes.
-Prefiero el contacto, aunque sea por un concierto... prefiero eso a nada.
La repentina confesión, que sonaba sincera, dejó a Kame paralizado. Se suponía que debía ser firme ante él, pero se quedó sin saber qué decir.
-Jin...
-Aún así... -continuó Jin. Estaba tan cerca que Kame podía sentir el temblor de su cuerpo. -Quiero más, Kazu... más que sólo esa noche.
Su mano soltó por fin el brazo de Kame para comenzar a subir, acariciándolo en el camino. Kame seguía inmóvil, sin poder rechazarlo ni decir nada para que se detuviera. Sabía dentro de él que no quería, no quería que parara. Deseaba rendirse, tirar al viento sus razones y sus miedos y simplemente dejar...
Alguien abrió la puerta sin golpear y Kame inmediatamente se alejó de Jin, que se giró con una mirada de extremo odio a ver quién los había interrumpido.
-¡Me cambié el peinado! ¿Qué opinan? ¿Me queda bien?
Era Taguchi. Taguchi, sujetando un espejo de mano al que parecía estar hablándole en lugar de a ellos.
-Te queda horrible -bufó Jin, sin ocultar en lo más mínimo lo extremamente molesto que estaba.
Dejó el lugar dando un portazo.
Taguchi miró a Kame, extrañado.
-¿Pasó algo? -Preguntó.
-Nada importante -respondió Kame, respirando aliviado.
Eso había estado demasiado cerca, pensó Kame y apretó la mandíbula, intentando controlar su vergüenza, además del deseo que había logrado despertar Jin en él.
Mientras se despedía de Taguchi asegurándole que su cabello lucía genial, con lo que Junno concordaba completamente, se juró a sí mismo que haría todo lo posible para que las cosas jamás volvieran a llegar tan lejos.
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Kame evitaba a Jin a costa de todo ese día. Era el último concierto en el Tokio Dome y lo que había pasado la noche anterior lo hacía huir de él, no querer verlo, ni hablarle, ni siquiera acercarse, porque era extremadamente peligroso y nada debería volver a pasar. Por primera vez en su vida, su autocontrol no le era de fiar.
Tenía la firme creencia de que si lograba pasar el último día, gran parte del peligro también habría pasado.
Por suerte para él, estar arriba del escenario lo alejaba de la zona de peligro que era Jin, porque por muy cerca que estuviesen el uno del otro, nada podía pasar ahí, con tanta gente mirando. Era un alivio, un factor de equilibrio que le permitía trabajar casi tranquilamente y concentrarse en regalar a sus fans presentaciones inolvidables. Después de un rato, pudo por fin olvidarse de todo y entrar en su zona segura, más allá de cualquier pensamiento sobre Jin, sobre él y sobre todo lo que estaba mal en el mundo con tan solo colocarlos a ambos en la misma frase.
Sin embargo, al terminar el concierto, todo volvió de golpe. Fue el más veloz en irse de vuelta a su hogar; por alguna razón, desde aquella única vez en que Jin lo había visitado en su departamento y él había terminado por echarlo casi sin diplomacia, éste se había transformado en tierra sagrada y podía confiar en que Jin no repetiría el error de invadirla en una nueva ocasión. Podía relajarse ahí, podía reagruparse y descansar.
La intranquilidad para Kame volvió al tener que reunirse con el grupo antes de la gira, que comenzaría en Okinawa, para grabar un capítulo del Cartoon KAT-TUN. Estaba mentalizado para hacer su trabajo e irse, pero una conversación sobre su agenda de próximos compromisos con su manager lo obligó a quedarse más tiempo. Rogaba que la reunión imprevista fuese lo suficientemente larga como para que al finalizar ya no quedara nadie… o más bien, para que Jin hubiese vuelto a su casa.
Las esperanzas de Kame, por supuesto, eran en vano. En la mente de Jin no había otra cosa que no fuera quedarse a solas con él y continuar su conversación, de preferencia desde el punto en que Junno los había interrumpido. Había estado tan cerca de hacer que Kame cediera ante él que no iba a darse por vencido, menos sabiendo que ahora Taguchi no iba a aparecer para arruinar el momento, ya que, por lo que Jin sabía, todo el resto del grupo ya debía estar descansando en la comodidad de sus hogares o dedicándose a algún proyecto por separado en algún otro lugar que no podía importarle menos.
Decidió esperar a Kame y acorralarlo para poder hablar con él, pero debía ser astuto para que no lo descubriera y huyera, así que se escondió detrás de la puerta esperando a que Kame terminara su conversación con el manager. Cuando volviese, lo encontraría desprevenido y lo enfrentaría. Era un plan perfecto. Jin se sentía como un genio, el mejor genio, al nivel de Einstein o Thierry Henry, y merecía un premio.
- Jin, ¿qué haces? –preguntó Ueda al entrar y ver los pies de Jin que sobresalían de la puerta.
- ¡Shhhh! ¡Estoy escondido! ¡No me hables! -Susurró Jin, algo alterado.
- Está bien -dijo Ueda, después de poner los ojos en blanco, tomando su celular y fingiendo hablar por él. -Pero tus pies sobresalen de la puerta… escóndelos, que ahí viene Kame.
Jin, apretando los labios, miró sus pies y se acomodó detrás de la puerta mientras Ueda salía de la habitación. Unos segundos después, Kame entró. Se veía relajado y Jin se permitió observarlo por unos instantes desde la distancia más corta que había logrado en varios días.
Cuando Kame ya estaba en la mitad de la habitación, Jin cerró la puerta de golpe. Kame se giró asustado y su rostro se volvió pálido al ver que Jin caminaba en dirección a él. En la milésima de segundo en que Jin aún no se había acercado lo suficiente, pensó por dónde podía escapar, pero era imposible. No iba a pasar sobre Jin.
-¿Qué... qué pasa? –Preguntó Kame, sin poder mantener los nervios fuera de su voz, rogando porque su pregunta detuviera el avance de Jin antes de que fuera demasiado tarde.
-¿Qué pasa contigo? -Contrarrestó Jin.
Su paso era ahora lento pero certero. Sin embargo, antes de poder entrar en el espacio personal de Kame, éste retrocedió un poco, quedando fuera de su alcance.
-¿Eh? -Reaccionó Kame, genuinamente confundido, por su pregunta y por el nuevo movimiento de Jin para acercarse.
-¿Por qué huyes de mí? -Como probando su punto, Kame retrocedió dos pasos más mientras él hablaba, pero Jin no le permitió alejarse. -¿Por qué me ignoras? No entiendo… no te entiendo.
Kame desvió su mirada de la de Jin. Podía ver su confusión y desesperación, y no debía contagiarse de eso. Debía permanecer tranquilo, no dejar que la situación se saliera de control, no permitir que nada lo afectara. Dio aún otro paso hacia atrás, que, por supuesto, Jin compensó. Se movía despacio, un felino acechando a su presa, a punto de perder la paciencia.
-¿Qué hice? -Continuó Jin, dejando de pronto su avance para detenerse realmente a cavilar.
Mientras Jin miraba en la dirección general del techo y gesticulaba con desesperación mal disimulada, Kame logró alejarse efectivamente dos pasos de él. Cuando puso atención a su respiración, descubrió que estaba a un par de latidos del jadeo. Respiró hondo.
Jin tenía razón, tanta razón, de no entender lo que pasaba, en especial porque Kame era conciente de que no le había dicho nada. Pero simplemente no podía. Para hacerlo tendría que dar a conocer lo que sentía… y eso era imposible.
-Kazu… -comenzó a decir nuevamente Jin, buscando sus ojos. Esta vez su tono de voz era más suave y suplicante -Yo...
A pesar de que Jin seguía inmóvil, Kame intentó alejarse un poco más, pero la pared cortó su intento. Apoyó la espalda y las palmas de ambas manos sobre ella, sintiendo cómo su relativo frío empapaba su ánimo. Estaba atrapado.
- Tú… estás… qué... -a segundos de la histeria, Kame tenía problemas con la coherencia de sus palabras. Finalmente preguntó, en un tono ya no defensivo ni agresivo -¿Qué quieres?
Jin recorrió el cuerpo de Kame con su mirada, volvió a mirarlo a los ojos y tragó saliva. Se acercó más.
- Quiero… quiero… a ti. Te quiero a ti -balbució, algo cohibido pero comenzando a sentir el hormigueo de deseo que siempre le causaba el olor de Kame en la piel. -¿Podemos… de nuevo…? -Jin se acercó más aún a él.
Reuniendo toda la fuerza de voluntad que le fue posible, Kame sostuvo la mirada de Jin con firmeza.
-No -declaró, con resolución y algo de agresividad.
-¿Por qué? -Preguntó Jin, sin un ápice de derrota en la voz.
Sus cuerpos estaban tan cerca que Kame podía sentir el calor y la vibración del aire cuando Jin hablaba. Ladeó un poco la cabeza para huir de eso y de la mirada penetrante de Jin. No podía mentir así mirándolo a los ojos.
-Porque yo no quiero.
-Eso es mentira -dijo Jin, y la altanería en su tono no hizo sino aumentar la determinación de Kame.
-No lo es. No estoy interesado en ti, Akanishi.
-Jin... llámame Jin, como siempre, como esa noche -dijo, acercándose imposiblemente más.
A pesar suyo, el cuerpo de Kame estaba comenzando a reaccionar. No tenía mucho tiempo, en unos instantes sus hormonas tomarían el control y haría una estupidez. Otra más. La desesperación estaba llegando a un punto crítico en él.
-Da igual cómo demonios te llame. No estoy interesado y punto.
-¿Por qué ahora no? -Jin estaba siendo infantil, lo sabía, pero no lograba hacer que le importara.
-Porque ya pasó, ¡ya pasó! Se me pasó. Ahora las cosas son diferentes.
-¿Por qué? -Jin acabó de golpe con cualquier vestigio de distancia entre ellos e inclinó violentamente la parte superior de su cuerpo hacia él, apoyando ambas manos en la pared, encerrándolo.
-¡Tengo novia! –Espetó Kame, deteniendo a Jin al apoyar la mano en su pecho.
La desesperación había sido evidente en su voz y Jin sonrió con petulancia, acercando su rostro al de Kame, que giró la cabeza aún más hacia el lado para esquivar sus labios.
- No es cierto -susurró gravemente Jin en su oreja, e inmediatamente después la acarició con su lengua.
Kame lo empujó con fuerza.
- ¡Ya basta! –Dijo con tono firme, alejando a Jin, que lo miraba atónito. Kame sabía que ésta era su oportunidad para dejar las cosas claras, para que terminara todo de una vez. -Déjame tranquilo –continuó. -No quiero que me sigas acosando, no quiero que me toques… -los ojos de Jin pasaban rápidamente del asombro al resquebrajamiento. Se obligó a ignorarlos y continuar. -Esa noche... no sabía lo que hacía, estaba ebrio y ahora me arrepiento. Desearía que nada hubiese pasado.
Jin se mordió el labio, sintiendo un fuerte nudo en su garganta. Fijó la mirada en sus pies intentando controlarse y manejar el dolor que apretaba su pecho con fuerza. Kame parecía sincero. Kame parecía furioso con él. ¿Cómo podía haberse equivocado tanto?
Por su parte, Kame apartó la vista, convenciéndose de que estaba haciendo lo correcto, de que esa era la única forma de terminar con esa situación y de que Jin lo olvidaría pronto. Su cruel mentira era por un bien mayor, era lo mejor para todos. Que él mismo se sintiera horrible por eso era secundario.
-Eres la peor decisión que tomé en mi vida, Akanishi. Deja de humillarte a ti mismo. Déjame en paz.
Kame tomó sus cosas y salió sin decir nada más. Jin no se movió, seguía con la vista fija en el suelo y una expresión de dolor intenso en el rostro.
Mucho tiempo después, cuando estuvo seguro de poder moverse sin que el alma se le cayera a pedazos por los ojos, buscó su bolso ingeniosamente escondido entre un par de mesas de maquillaje y se dirigió con lentitud hacia la salida del estudio. Había algo pesado y desagradable en la base de su estómago y un vacío sobre éste que, de alguna manera, sabía que no se llenaría ni con comida ni con cerveza.
El taxi, pues estaba demasiado exhausto como para conducir, se dijo, lo dejó en la puerta de su departamento; y no había nada más que silencio en su mente mientras subía piso tras piso en el elevador. El silencio seguía ahí cuando se recostó, sin molestarse siquiera en quitarse la ropa, sobre los cobertores de su cama. Apagó la luz y se cubrió los ojos con un brazo, dejando que la oscuridad y la ausencia, de sonido y otras cosas, se apoderara de él célula por célula.
Finalmente y sin saber cómo, se durmió.
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