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domingo, 25 de septiembre de 2011

Sólo una vez - Capítulo 1

Fandom: JE, KAT-TUN,
Parejas: Akame
Género: Romance, Angst
Resumen: Durante una fiesta en casa de Ueda Kame le confiesa a Jin que alguna vez tuvo sentimientos por él, lo que los lleva a explorar su deseo secreto de estar juntos... una sola vez, en honor al pasado



Capitulo 1
Cuando despertó, realmente no recordaba haberse dormido. Recordaba haber abierto una lata de cerveza y haber intercambiado un par de opiniones con Ueda sobre algún grupo norteamericano emergente; haber suprimido una leve risa por un chiste de Taguchi (indicio inequívoco de que estaba exhausto) y haber buscado un lugar cómodo, apoyado contra el sofá, para disfrutar el resto de la noche. Después de eso, nada. El cansancio del día debía haberse confabulado en su contra, pero no recordaba el momento preciso en que había perdido la conciencia.


Y ahora, en ese estado extraño e irreal entre el despertar y el dormir, intentaba con éxito moderado volver a ubicarse en el espacio y el tiempo.


Una serie de sonidos lo arrastró definitivamente fuera del mundo de los sueños. Lentamente intentó enfocar sus ojos y vio la silueta de alguien a los lejos. Cuando por fin pudo ver con claridad, distinguió a Kame, que era el único despierto, haciendo… no sabía qué diablos estaba haciendo. Miró a su alrededor, algunos dormían en el suelo, el sillón, otros se habían ido a alguna habitación.


Se acercó lentamente, con cuidado de no sobresaltarlo. Kame era un poco impredecible cuando había alcohol de por medio.



- Deberías irte a dormir –le dijo Jin.



Kame lo miró sin decir nada, a su lado se veían varias latas de cerveza que Kame estaba apilando en inestables torres frente a él. Jin se levantó y se acercó a él, lo tomó por los hombros, empujándolo con suavidad y firmeza a la vez.



- No tengo sueño – protestó Kame, intentando proteger las torres de latas que Jin amenazaba con derrumbar.



- Vamos… a dormir -insistió, restregándose los ojos con una mano y enterrando el índice de la otra en uno de sus hombros.



Kame giró el rostro, pero antes Jin pudo notar que estaba riendo.



- ¿Qué? – preguntó Jin.



- No es nada – dijo Kame, intentando dejar de sonreír.



- ¿Qué pasa? ¿Qué hice?



- No es nada… es sólo que… me trajo recuerdos…



- ¿Qué cosa?



Kame lo miró a los ojos.



- Tú…



Jin sintió que podría enrojecer en cualquier momento, pero al parecer se había controlado.



- Me recordó a antes…. -las palabras de Kame tenían una cualidad silenciosa y somnolienta, sonaban superpuestas y algo arrastradas por el alcohol. -Tú sabes… cuando solíamos estar más… juntos.



Ahora no había logrado el control, enrojeció.



- A veces extraño eso…. –siguió Kame. –Poder descansar en ti y no preocuparme.



- Es que eres más maduro que yo... y... y más responsable, no creo que me necesites…



- Eso no es totalmente cierto…



Los ojos de Kame estaban levemente brillantes y miraba una esquina de la habitación. Jin respiró hondo, se sentía acelerado, emocionado y ansioso, todo eso sólo por las palabras de Kame.


Kame se acomodó en el suelo y sus ojos comenzaron a cerrarse.



- ¡Aquí no...! -Susurró con desesperación Jin, sujetando nuevamente los hombros de Kame y causando un estrépito al derrumbar finalmente las latas cuidadosamente apiladas. -Te llevaré a dormir.



Jin lo tomó de los brazos para levantarlo, Kame dejó caer su cuerpo en él. Soltó una pequeña risita.


Era tratar de guiar un peso muerto, Kame no cooperaba en lo más mínimo y cada vez que Jin le pedía ayuda, Kame no hacía sino suspirar y reírse un poco. Milagrosamente sin despertar a nadie y a tropezones, llegaron a la habitación de Ueda, cuyo ocupante debía estar en el salón, durmiendo, pues estaba vacía.


La cama estaba sólo a unos pasos e intentó separarse un poco de Kame para quitar el par de bolsos que descansaba sobre ella, pero Kame no lo permitió. Se aferró con las manos a sus hombros, efectivamente manteniéndolo en su lugar. Sonrió.


- Antes, cuando estábamos siempre juntos era muy feliz… me gustabas mucho – le dijo, y apoyó la cabeza en su hombro.



Jin sintió que se paralizaba… ¿había oído bien? ¿Kame había mencionado que le gustaba? ¿Se estaba confesando? Su cuerpo estaba exaltado y su corazón desbocado, giró su rostro para ver a Kame, que lo observaba con un brillo especial en sus ojos. Hipnotizado, bajó la vista hasta sus labios y la volvió de nuevo a sus ojos. Era irresistible, una especie de magnetismo lo llamaba a él, necesitaba acercarse, responder al llamado, al calor que siempre había estado agazapado tras sus ojos, esperando el momento correcto, alguna señal, algo que lo hiciera manifiesto y tácito. Necesitaba hacerlo, sus propios labios y su cuerpo se lo pedían.


Separó a Kame lo suficiente de él para poder besarlo. Lo atrajo bruscamente de nuevo hacia sí y capturó sus labios con un suspiro ahogado después de susurrar un entrecortado “tú también”. Sus movimientos eran torpes, improvisados y toscos, ahogados en la confusión del momento: la suya, la de Kame y la de la noche que no parecía completamente real. Sus manos, casi renuentes, se aferraban a los brazos de Kame para evitar caer a la velocidad vertiginosa con que giraba su mente.


Había pasión en sus labios y la obstinación que caracterizaba el resto de su vida. Su cuerpo parecía tener más claro lo que deseaba que su cerebro, pero la sensación no era del todo nueva. Así, simplemente se dejó llevar por el arrebato del momento.


Avanzó un paso, cambiando el precario equilibrio de Kame, que rodeó sus hombros en busca de estabilidad, ahondando su abrazo y derritiéndose en él, abriendo los labios con un quejido aspirado para dejar que Jin profundizara el beso, sin indicio alguno de sutileza. La lengua de Jin invadió su boca provocándole sensaciones placenteras y extrañas que, aunque atenuadas por el alcohol, hacían latir su sangre de manera que todo perdía un poco de foco, hasta que en el mundo no existió más que Jin. Cuando se separaron un poco para respirar, Jin también estaba a las puertas del jadeo.


El apasionado beso hizo reaccionar a Kame, casi permitiéndole salir de su estado, si bien no totalmente. Fue suficiente para darse cuenta de lo que había dicho… era algo que había ocultado tanto y ahora lo decía como si nada. Pero no pudo evitar dejarse a llevar por Jin, que lo sostenía con fuerza entre sus brazos. Sus labios volvieron a capturar los suyos.



- Esto… es lo que siempre quise hacer… - dijo Kame cuando pudo hablar, respirando pesadamente.


- Y-yo… también.



- No es lo único… que siempre quise hacer.


Una luz de alarma se encendió en algún lugar de su mente ante las palabras de Kame. No sonaban completamente lúcidas y se preguntó si lo que estaba haciendo era correcto o si se estaba aprovechando demasiado de la situación.

-Kame... -comenzó a decir Jin, pero no pudo continuar, porque en ese momento Kame bajó sus manos desde su cuello, por su espalda, hasta dejarlas descansar en su cintura y atraer su cuerpo más hacia él.

Con un brazo aún apresándolo, Kame alzó una de sus manos, acariciando su pecho mientras subía y Jin no pudo sino cerrar los ojos ante la oleada de sensaciones que lo invadió. Los abrió instantes después, al escuchar un suspiro ahogado de Kame.

-Una vez -dijo Kame entonces, levantando el dedo índice delante del rostro de Jin. Sus ojos parecían serios y determinados. -Sin arrepentimiento ni obligaciones. Sólo una vez.

Era una oferta, una promesa, una oportunidad.

Los brazos de Kame se relajaron alrededor de Jin, enfatizando sus palabras. Era su decisión y Kame no iba a presionarlo de ninguna manera.

Jin parpadeó. Intentó controlar su respiración y relajarse, intentó pensar. Parpadeó de nuevo. Al contrario de lo que deseaba, su corazón parecía acelerarse más y más. Había otras partes de su cuerpo que tampoco parecían tranquilizarse.

Tragó saliva.

Los ojos de Kame no se despegaron de Jin mientras éste avanzaba hacia la puerta y sólo lo perdieron de vista después de que pasó junto a él. En medio de la confusión que aún rugía en su mente, lamentó que Jin se alejara y suspiró con derrota antes de notar que permanecía inmóvil, sin salir de la habitación.

No se volteó, ni siquiera cuando sintió el sonido de la puerta cerrándose, con la presencia tibia y temblorosa de Jin aún de este lado de ella. El "clic" del pestillo selló su destino y Kame cerró los ojos, intentando calmarse. Respiró hondo una vez, dos veces. No necesitó voltearse para saber que Jin seguía inmóvil junto a la puerta, esperando...

El sonido de los bolsos cayendo sin delicadeza al suelo fue la señal que Jin necesitaba para salir de su inactividad. Se volteó para ver a Kame, un poco agitado, que lo observaba de pie al borde de la cama, ahora desocupada. La determinación seguía ahí, patente en su cuerpo y su actitud algo divertida, no completamente sobria, pero lo suficientemente íntegra como para aplacar cualquier atisbo de culpa en él.

Kame lo esperaba, con las manos en la cintura y una sonrisa trémula que intentaba enmascarar el dejo de nerviosismo que se colaba en su mente, entre el deseo y la irrealidad. Jin avanzó hacia él intentando no parecer vacilante. Ambos temblaban un poco cuando sus labios se encontraron nuevamente.

La indecisión no duró mucho, al menos no para Jin. El cuerpo de Kame apegado al suyo tenía la mágica cualidad de detener cualquier cadena de pensamiento que pudiera siquiera insinuarse en su mente.

Sin darse cuenta cómo, sus manos se aferraron a las caderas de Kame, atrayéndolas hacia las suyas con fuerza. Kame gimió en su boca y se apretó más en contra de Jin, hundiendo una mano en su cabello y las uñas de la otra en su hombro.

Sí, era cierto para Jin también. Esto era algo que siempre había deseado hacer y cada paso, cada roce, lo reafirmaba. Así que dejó a sus manos acariciar la parte baja de la espalda de Kame mientras su boca dejaba la de él para explorar su cuello, su quijada, su oreja. Lo sorprendía la manera casi desvergonzada de Kame de responder a sus avances con gemidos y quejidos cada vez más fuertes.

Jin se aseguró de cubrir la boca de Kame con la suya antes de deslizar una de sus manos desde su espalda a su ombligo y más abajo, hasta palpar la raíz misma de su deseo a través de los jeans cada vez más ajustados de Kame. Jin mordió su labio inferior luego de tragarse el grave gemido que se escapó de la base de la garganta de Kame.

El sonido no ayudaba, el dolor placentero de las uñas de Kame a través de la tela delgada que cubría su piel no ayudaba, la expresión a ojos cerrados y cercana al éxtasis en el rostro de Kame no ayudaba, la torturante fricción del cuerpo de Kame y su propia mano que lo acariciaba no ayudaba...

Con un gruñido entregado que intentó ahogar en el hombro de Kame, lo empujó con su cuerpo y ambos cayeron sin ceremonia en la cama, Jin sobre Kame. Kame soltó una risita que debería haber sonado aguda, pero resultó rasposa y oscura.

-La paciencia... es... una virtud... -dijo Kame, entre besos a su cuello, mientras sus manos se deslizaban hacia la hebilla de su cinturón.

Jin lo detuvo con sus manos y lo miró desconcertado. Kame sonaba demasiado articulado como para haber estado al borde del colapso etílico minutos antes, mientras que su propia mente era una gelatina temblorosa en la que se suspendían pensamientos inconexos, incapaces de salir a flote. Intentó contestar algo, pero fue inútil, más aún cuando Kame, bajo él, comenzó a moverse para tratar de acomodar sus piernas en la cama, reanudando de forma frustrante e incompleta la cadencia de fricción que era la causante de su estado mental en primer lugar. Jin decidió dejar de intentar pensar.

Sus manos no soltaron las de Kame, restringiéndolas mientras volvía a besar su cuello y sus labios alternadamente. Era puro instinto y las sonrisas suspiradas de Kame no hacían sino alentarlo. Besó el pecho de Kame por sobre su polera mientras se deslizaba hacia abajo, levantando la vista de vez en cuando para deleitarse en los ojos cerrados y la cabeza inclinada hacia atrás de Kame.

Intentaba ser delicado, pero cada quejido de Kame lo alentaba frenéticamente; hacía lo mejor que podía con su boca aún algo somnolienta y el resto de él que aún no terminaba de procesar nada, nada excepto Kame respondiendo a cada una de sus caricias y movimientos. La sangre galopaba en sus oídos, parecía latir en su cabeza y el espeso deseo que envolvía su mente nublaba sus pensamientos y aumentaba las sensaciones.

Liberó las manos de Kame para deshacerse de su polera y Kame abrió los ojos y levantó los brazos, dejándose desvestir, dedicándole una sonrisa que era malicia y lujuria en partes iguales cuando Jin enredó la polera en sus muñecas, sin amarrarlo por completo, pero quitándole un poco de movimiento. Ambos deseaban esto, Jin se atrevió a pensar que hasta con la misma desesperación.

Sin perder tiempo, las manos de Jin buscaron a tientas la hebilla del cinturón de Kame, embelesado con su mirada, opaca de urgencia, hasta el punto de no poder apartar sus ojos de los suyos. Sus manos estaban algo torpes, todo su cuerpo se sentía aturdido y tembloroso, y terminar de quitarle los pantalones a Kame fue un desafío. Pero lo logró. Kame permaneció obedientemente con las manos sobre la cabeza todo el tiempo.



Se desvistió mecánicamente, intentando hacer caso omiso de la mirada profunda de Kame recorriendo su cuerpo con aprobación ardorosa.



Estaba al borde de ser demasiado, Kame semidesnudo y de manos atadas, esperando con paciencia y deseo cualquier cosa que él pudiera hacerle. Tuvo que respirar hondo para aplacar la emoción que lo recorrió completamente ante la imagen frente a él.



Jin se movió despacio, intensamente, con la sangre quemándole las venas. Con más torpeza de la de costumbre, se colocó por sobre Kame, con una mano a cada lado de él, arrodillado entre sus piernas ligeramente abiertas. Su respiración laboriosa se mezclaba con la de Kame y sentía que podía oír su pulso latiendo en su cuello.



Casi le molestaba la tranquilidad que aparentaba el rostro de Kame a pesar de las claras reacciones de su cuerpo, de la película de sudor que lentamente perlaba su piel, su frente, a pesar de los jadeos que intentaba mantener a raya.



-¿Estás seguro de que quieres hacer esto? –Jin logró hacer pasar las palabras por su garganta medio cerrada, pero sonaron ajadas y urgentes.



Kame sonrió, esa sonrisa demasiado conciente que le destemplaba el entendimiento y hacía que un cúmulo de sensaciones se agolpara en la parte baja de su estómago. Jin aún no había decidido si era algo agradable.



Por toda respuesta, Kame levantó la cabeza, aún sin mover las manos, y deliberadamente buscó su cuello para besarlo. El gemido de Jin se mezcló con la aprobación gutural de Kame.



Ya no podía seguir dudando. Apretó una vez más su hombro con su boca, tratando de controlarse lo más posible a pesar de que la idea de dejar una marca no le era del todo desagradable. Cuando se trataba de Kame, sus instintos trabajaban sobretiempo, no sólo los de posesión, también su instinto de protección... y de supervivencia. Acercarse demasiado a él era acercarse demasiado al fuego y, en este momento, se sentía arder.



Los labios de Jin besaron descuidadamente los de Kame mientras dejaba a sus manos vagar por su cuerpo, explorando su torso e intentando memorizar los puntos más sensibles de él, en los que sus dedos causaban las reacciones más marcadas. Sus besos ahogaban un poco los gemidos de Kame, los que reverberaban en su boca y lo hacían temblar hasta la punta de los pies, se enredaban en las partes menos lúcidas de su mente instándolo a mover sus caderas contra las de Kame y entregarse a la necesidad casi dolorosa que licuaba todo su ser y lo enfocaba en un solo punto de su cuerpo.



En algún momento, a través de sentidos envueltos por el deseo y la urgencia, Jin notó que Kame levantaba sus caderas a su mismo ritmo, buscando la fricción con tanto anhelo como él. El cabello ligeramente humedecido de su chasquilla se adhería a su frente y el sudor hacía brillar su piel tibia, Jin no pudo resistir el llamado y lamió su cuello, mordió su oreja, buscó el sonido con desesperación mientras su mano se deslizaba hacia abajo, abajo... hasta meterla debajo del elástico y algodón de la ropa interior de Kame y rozarlo íntimamente con los dedos.



No por primera vez, Kame sintió deseos de liberarse y obligar a Jin a ir un poco más rápido. Pero, aunque su restricción era sólo simbólica, decidió apretar los dientes y aguantar la indecisión frustrante de Jin. Estar a merced suya era parte implícita del trato.



Siseó con fuerza y echó la cabeza hacia atrás cuando Jin finalmente apretó su mano en torno a él y comenzó a moverla, cada vez con más seguridad y firmeza. El agónico placer sólo se detuvo cuando Jin le quitó la ropa interior y se levantó un poco para hacer lo mismo con la propia. El breve interludio apenas le sirvió para intentar recobrar el aliento.



Jin se apoyó sobre sus rodillas y una de sus manos para levantar la otra y retirar la tela enredada en las muñecas de Kame. Kame siguió su mirada con la suya llena de preguntas, hasta que Jin habló.



-Tócame tú también -el tono de Jin oscilaba entre una orden y un ruego, su voz oscurecida sonaba ahogada.



Kame se mordió los labios, porque el viaje ni siquiera comenzaba aún y sería un desperdicio que acabara tan rápido para él... por más que Jin lo intentara con ahínco. Siguió las instrucciones de Jin, logrando marginalmente mantenerse bajo control y no temblar.


Evitó mirar a sus ojos, la mirada de Jin siempre había sido extrañamente magnética para él, desde el primer día en que lo había visto, aunque los sentimientos asociados con ella habían cambiado paulatinamente con el paso de los años. Admiración, amistad, cariño... y ahora, en un momento más íntimo de lo que jamás se había atrevido a soñar, tenía miedo de perderse en ese café infinito y espeso, que parecía envolverlo, disectarlo, ver más allá. Tenía terror de que Jin pudiera leer su alma y comprender. Saber...


Kame apretó su mano y aceleró el ritmo, aliviado cuando Jin cerró los ojos y, con un bufido, dejó caer los hombros un poco hacia adelante, haciendo a su cabello ocultarle el rostro por unos segundos. Suficiente.


Jin tuvo problemas para mantener su precario equilibrio. Sus articulaciones se sentían inestables, el placer las carcomía, disolviendo sus huesos y borrando con furia la realidad, porque lo único que existía en el mundo era el pulso cada vez más acelerado en el punto más sensible de su ser, que Kame alentaba con pasión creciente... y que Jin respondía, movimiento a movimiento.



-Jin... –gimió Kame, en un ruego, después de un movimiento especialmente acentuado de la muñeca de Jin que lo hizo tener que apretar los dientes para contenerse.



La reacción de Jin no fue la que Kame esperaba. Jin se detuvo, congelado y Kame buscó sus ojos con temor, intentando pensar en qué demonios podría haber pasado por la extraña y volátil mente de Jin, intentando pensar en qué demonios responderle... pero las palabras eran difíciles de coordinar y en su cabeza sólo resonaban diversas versiones de “Por Dios, Jin, no pares. Nunca pares”.



-Kame... -la voz de Jin sonaba graciosa así de ronca y afectada, pero el pánico en sus ojos tranquilizó a Kame, porque leyó en ellos la misma desesperación que lo consumía a él. –Kame... no... no tengo... nada... –Kame lo miró sin comprender. –Nada... para... –Jin levantó las cejas de una manera que rezó porque fuera significativa. –No planeé esto... –dejó caer la cabeza y su cabello despeinado y salvaje ocultó su expresión de derrota, pero no la actitud delatora de su cuerpo.



Para su alivio, Kame comprendió. Rió entre dientes, baja y estranguladamente.


-Yo tampoco lo planeé -declaró y por un momento el corazón de Jin se detuvo. -Pero... en mi billetera... el bolsillo... en los jeans...

Era decidor que Jin comprendiera las desarticuladas instrucciones, pero lo hizo. Se levantó pesadamente, todo su cuerpo latía con anticipación y moverse le era difícil, concentrarse le era difícil, encontrar los pantalones de Kame en el desastre de ropa tirada que habían dejado en el suelo le era difícil. Finalmente dio con su objetivo y sus ansiosas manos abrieron con torpeza la billetera para buscar en ella hasta encontrar el sobre de papel metálico, azul, que a estas alturas ya le parecía bienaventurado.

Lo observó con detención, porque una molesta voz en su mente le gritaba que necesitaba algo más, la misma voz que vaticinaba dolor para Kame de lo contrario.... y no había nada más lejos de las intenciones de Jin que provocarle dolor, aunque no tuviera especialmente claras cuáles eran sus intenciones.

Se obligó a pensar en el elemento faltante, cambiando drásticamente el curso que llevaba su mente. Seguir por ese camino le parecía atemorizante en este momento, especialmente por el calor extraño que incendiaba su pecho cada vez que Kame lo besaba y su extraña incomodidad ante su falta de expresión. Sólo podía pensar en ello como falta de expresión, a pesar de que Kame estaba expresando su aprobación con sonidos tan claros que hasta lo preocupaban... en alguna parte recóndita e ignorada de su cerebro. Pero Jin quería más que lujuria y deseo, Jin deseaba, necesitaba... *anhelaba*...

Agradecidamente, y sin advertirlo, Jin se había girado, avanzado un paso y quedado frente a la mesa de noche junto a la cama de Ueda. Sintió a Kame moverse junto a él, pero Jin sólo se concentró en su búsqueda. Abrió el cajón y removió sus contenidos sin particular cuidado...

¡Victoria!

Sintió ganas de sonreír estúpidamente, pero todo su cuerpo estaba agarrotado y tenso. Suspiró. No quería ni siquiera empezar a pensar qué pasaría si Ueda se enteraba de todo esto. Se volvió, con una expresión que rayaba en la petulancia, hacia Kame.

Kame, que se había volteado en la cama hasta quedar boca abajo, con la parte inferior de su cuerpo apoyada sobre la cama y el pecho ligeramente elevado sobre uno de sus antebrazos, mientras que con la mano del otro brazo apoyaba su mentón, girado en dirección a Jin.

Todos los procesos mentales de Jin se vinieron abajo, aplastados por la ola de deseo que lo embargó en aquel momento. Ya no podía contenerse, aunque hubiese querido hacerlo. Y no quería.



Apretó el contenedor de plástico en su mano y avanzó con decisión febril. Se colocó de rodillas entre las piernas ahora abiertas de Kame y sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al observar los cambios y tensiones de la piel de su espalda al moverse para acomodarse. Jin respiró hondo. Necesitaba calmarse, encontrar una hebra de mesura en alguna parte, o haría algo estúpido, como precipitarse.



Antes de poder hacerlo, sin embargo, una de sus manos se movió hasta el final de la columna de Kame y comenzó a acariciar hacia arriba, lentamente y Jin sólo pudo rendirse y deleitarse en los movimientos espasmódicos medio controlados y los gemidos que se escapaban de la garganta de Kame, ahogados por la almohada en que había enterrado su cabeza.



Era una exquisita tortura, pensó Kame. La lentitud e intensidad de Jin lo afectaban profundamente, a pesar de haber reforzado todas las barreras que mantenía siempre en torno de su corazón. Era una batalla desesperada, especialmente cuando sentía los ojos de Jin taladrar su nuca con la fuerza y el fuego de su mirada. Demasiado placer, demasiado ímpetu, las manos de Jin recorrían su piel de manera deliciosa y todo a su alrededor se transformaba en un neblinoso vórtice, lleno de sensaciones traslapadas.



Cuando sintió a Jin inclinarse para lamer la parte baja de su espalda y luego soplar, no pudo evitar arquear su cuerpo en respuesta, causando un poco de fricción, haciendo que todo en él se tensara aún más.



Agonía. Lenta, lenta, lenta agonía. Jin se tomaba su tiempo, desquiciándolo con sus caricias pausadas, al borde de una gentileza insoportable, tanto, que cuando sobrevino la esperada intrusión de sus dedos la incomodidad casi dolorosa fue un bienvenido alivio.



Kame gimió contra la almohada pero, a esas alturas, cualquier sonido que emitiera sólo nublaba más la visión de Jin, por ahogado que éste fuera.



Como con todas sus acciones durante aquella noche, intentó tomarse su tiempo, ser lo más delicado posible a pesar de la necesidad gritando en cada molécula de su cuerpo. Intentaba dominar su respiración, pero no logró amainar los resoplidos y jadeos, era imposible.



Después de un rato, segundos o siglos no sabía, notó que Kame respondía a sus acciones con movimientos secos de sus caderas. Lo tomó como una señal y dejó lo que estaba haciendo para prepararse él mismo.



-Kame... –dijo, después del minuto más largo y controlado a dientes apretados de su vida. -Voltéate...



-¿Eh?



El desconcierto en el tono de Kame lo asustó. Tal vez había entendido todo mal, no sería la primera vez que le sucedía. Kame lo miró por sobre el hombro, pero Jin avanzó hasta cubrirlo con su cuerpo, con la boca rozando su oreja.



-¿Pue... puedo.....? –Incapaz de completar la frase con palabras, Jin lamió la parte exterior de la oreja de Kame, mordió su lóbulo y besó levemente la piel detrás de ella.



Kame perdió el precario hilo de la conversación por un momento, pero pudo comprender la pregunta.



-Sí –contestó, con los ojos cerrados ante el cosquilleo de la respiración de Jin en su hipersensibilizada piel.



-Entonces voltéate...



-No... así es más fácil –no era mentira, pero tampoco era exactamente la razón verdadera y un quejido disfrazó el atisbo de desesperación en su voz.



-Pero...



-Jin.... –gimió, captando su atención completa y avasalladoramente al elevar sus caderas y restregarlas contra el receptivo cuerpo de Jin. -Jin... por favor...



Fue suficiente para Jin. Su cerebro se estancó y cualquier objeción que hubiese podido tener ardió en llamas.



Arrastró las caderas de Kame hacia sí y Kame quedó apoyado en sus antebrazos, con la cabeza escondida entre ellos. Con todo el cuidado que pudo reunir, buscó su camino y entró en Kame de una manera que esperaba fuera lenta o al menos considerada, pero el calor que lo envolvía fieramente dificultaba todo.



Sabía que debía esperar un poco, a pesar de que la sangre en su cuerpo cantaba para que se moviera. Debía esperar, esperar, esperar, esperar...



Se aferró con un brazo a la cintura de Kame mientras el otro soportaba su peso apoyado en la cama. Kame se revolvió levemente bajo él, la piel entre sus omóplatos deslizándose con cualidades sensuales a milímetros de los labios de Jin. Sus labios bajaron a ella por voluntad propia para plantar un beso ahí y luego lamer, hacia arriba, marcar un camino suave con sus dientes, un poco más arriba, intentando alcanzar el cuello de Kame. Al avanzar, su punto de equilibrio cambió un poco y lo hizo deslizarse, adelante y adentro, provocando un ligero roce. Y el quejido rasgado que se escapó de sus labios rayó en la angustia.



Kame sonrió. Sentía incomodidad y una cantidad considerable de dolor, pero lo que más le preocupaba era la miríada de sentimientos que cabalgaban en su pecho, difíciles de ocultar o incluso mantener a raya. Se trataba de Jin, después de todo, y si quería mantener su promesa de que esto sólo sería algo pasajero, debía controlarse.


Con todo eso pasando por su mente, le costó unos instantes notar la inmovilidad de Jin y sólo volvió a concentrarse en el presente cuando un jadeo quejumbroso hizo cosquillas en la base se su cuello y llegó a sus oídos.


-¿Jin?


-Hmmm... Kame... -la voz de Jin temblaba y Kame notó que le costaba respirar. -No puedo... más... ¿está bien si...? ¿Estás bien?

Intentó impedir que la ola de calor que le provocó la consideración casi embobada de Jin llegara al centro de su ser, pero no tuvo mucho éxito. Sonrió y se movió ligeramente hacia atrás, probando... el suspiro desgarrado de Jin vibró contra su piel. Repitió la acción y fue todo el incentivo que Jin necesitaba.

Sus primeros movimientos fueron suaves, pero los leves quejidos de Kame rápidamente lo alentaron a buscar más. Un poco más de intensidad, un movimiento diferente de sus caderas, un suave cambio de posición. Los gemidos de Kame se intensificaban poco a poco a medida que iba adquiriendo un ritmo, a medida que comprendía y actuaba y todo fluía como si fuera algo predestinado, inevitable.

Se inclinó más, profundo y súbito, deseaba sentir la piel de la espalda de Kame contra su pecho y no le quedaba sutileza para hacer del movimiento algo armónico. Pero a Kame no pareció importarle, de hecho, el movimiento cambió el ángulo de Jin hasta alcanzar un punto dentro de él que hizo que debiera apretar el cobertor de la cama con fuerza entre sus manos por temor a caer y caer...

-Ahhhh... -Kame no alcanzó a ahogar el grito. -Jin...

-¿K...Kame? -El tono alarmado de Jin y su casi imperceptible cambio de velocidad hicieron a Kame temer que se detuviera.

-N...no... es... bien... -Kame luchaba por encadenar palabras, pero requería esfuerzo. -De nuevo... haz eso de nuevo...

-¿Eh?

Comprender palabras tampoco era una tarea sencilla, así que Kame cambió de posición un poco para intentar lograr repetirlo. Jin comprendió. Les tomó algunos intentos más, pero al final ahí estaba, la sensación que lo hacía arder y derretirse y olvidar cualquier vestigio de consideración que alguna vez hubiese habido en la precaria parte de su mente que aún funcionaba.

Irresistible. Intentó detener sus desvergonzados gemidos mordiéndose el labio inferior, pero fue inútil. Dejó caer la cabeza, pero la almohada en la que pensaba ahogar su voz cayó al suelo. Mordió fuertemente la tela del cobertor, apretó las mandíbulas hasta que el sordo dolor lo ancló un poco a la esquiva realidad.

Jin se movió nuevamente y su boca quedó junto a su oreja, donde podía escuchar claramente sus quejidos, el sonido ahogado y dulce de las medias palabras incoherentes, truncadas, que se escapaban entre sus labios con cada embestida. Cada "Ah..." siseado de Jin era un paso más hacia su límite.

Kame soltó el agarre de sus dientes en la tela, incapaz de evitar inclinar la cabeza hacia atrás y gritar ahogadamente cuando Jin rozó su piel con los dientes, sólo un poco, antes de lamerla, de pasear su lengua por su oreja y desafiar su precario equilibrio en movimiento para intentar girar su cabeza, buscando su rostro, sus labios, con los suyos. El beso descuidado y caótico, silenció por un momento sus gemidos.

"Abre los ojos", deseó Jin, pero no logró que el pensamiento se tradujera en sonido. Los abrió él y miró intensamente a Kame, esperando que al sentirlo le devolviera la acción, pero Kame sólo apretó más los suyos y enterró nuevamente la cabeza entre sus brazos, liberándose de su beso.

No podía. Si Jin veía sus ojos en aquel momento, sería el fin de todo. No podía arriesgarse a dejar que sus sentimientos salieran a la luz y ahora le era imposible esconderlos. Se apretó más contra el cuerpo de Jin, aumentando la fricción y la velocidad, cayendo en pérdidas de ritmo y fallas de concentración mientras se acercaba más y más al final, cubrió de sensaciones sus emociones. Una de sus manos dejó la labor de sostenerlo y bajó por su pecho y su abdomen hasta llegar a la necesidad entre sus piernas. Aún su propio toque fue eléctrico y el grito que se le escapo no tuvo nada de ahogado. Lo siguió, otro, otro más...

Jin temió que toda la casa despertara. Ebrios o no, los sonidos que Kame estaba haciendo eran más que audibles y completamente delatores. Lo siguiente que Kame sintió, fue la mano de Jin cubriendo su boca, silenciándolo de manera exquisita, sin suavidad ni delicadeza. No duró mucho más, un par de deslizamientos descoordinados y quejidos camuflados después, el placer lo inundó, de pies a cabeza. Intentó no morder demasiado fuerte la mano de Jin cuando el alivio hizo presa de él y el mundo explotó tras sus párpados fieramente cerrados. Sintió los dedos de Jin entrar en su boca como algo lejano y amortiguado, como otra realidad.

Jin lo seguía de cerca. Era imposible resistirse a la contracción total del cuerpo de Kame que lo envolvió con fuerza abrumadora, como si quisiera separarlo de sí, al dolor delicioso en su mano y la humedad de su boca entre sus dedos. Logró moverse algunas veces más, pero el cruel agarre no cedió y Jin se entregó a él, perdiéndose en el abismo sin tener de qué afirmarse ni dónde esconderse. Sofocó su último gemido desesperado mordiendo con firmeza el hombro de Kame, tan fuerte como para dejar una marca, pero ya estaba demasiado ido como para alegrarse o preocuparse por ello. Con el alma ardiendo, Jin cayó...

Pasaron algunos minutos durante los cuales Jin sólo sintió la vibración de la reminiscencia hormigueando en su piel. No quería apoyar todo su peso sobre la espalda elevada de Kame, pero no tenía mucha opción, sentía las extremidades como de plomo, que lo jalaban hacia abajo, hacia el calor de Kame contra su cuerpo.

El hechizo terminó cuando sintió a Kame moverse bajo él y la preocupación lo hizo reaccionar de golpe. Cambió el equilibrio de su cuerpo hacia el lado y rodó con cuidado hasta quedar sobre su espalda. Descubrió con algo de sorpresa que su respiración aún no se estabilizaba.

Kame, aún apoyado sobre sus rodillas y sus brazos, no tenía particulares deseos de moverse; tampoco de analizar lo que sentía en ese momento. Deseaba que Jin lo abrazara, pero al mismo tiempo deseaba huir y esconderse. Los restos de alcohol que habían sobrevivido a la hoguera en sus venas palpitaban ahora en sus sienes, amenazantes. Todo su cuerpo se sentía adolorido y su alma se sentía pesada. Necesitaba con desesperación un instante para ordenarse, reagruparse.

Como leyendo sus pensamientos, Jin se levantó de la cama y se dirigió al baño privado de la habitación sin molestarse en cubrirse. Kame aprovechó el respiro para intentar amainar sus jadeos y componerse. Aspiró y botó en aire como en un ejercicio de meditación, concentrándose en su respiración intensamente hasta dejar atrás el mundo y todo lo que acaba de dejar de tener sentido en él por unos momentos.

Una vez más su enfoque probó ser demasiado cuando se sobresaltó ante la presencia de Jin junto a él. Su mano estaba apoyada en su hombro, instándolo suave pero insistentemente a moverse hacia el lado. Kame obedeció, corrió sus piernas y brazos hasta evitar el desastre que había hecho del cobertor de la cama de Ueda, y se dejó caer boca abajo, apoyando la frente sobre sus brazos cruzados.

Escuchó a Jin intentar limpiar la tela, sin mucho éxito a juzgar por los suspiros de derrota que oía, y sonrió a su pesar. Era difícil cerrarse ante Jin.

Sintió a Jin tirar del cobertor bajo él.

-Déjame en paz -la voz de Kame sonó miserablemente divertida.

-Tápate -dijo Jin y continuó tirando.

-Vete al infierno...

-Kaaaaame.... -Jin sonaba peligrosamente cercano a un berrinche.

Kame escuchó el sonido del interruptor cuando Jin apagó la luz y aprovechó la penumbra para reptar hasta quedar acostado entre las sábanas, siempre boca abajo. Se adueñó de la almohada que seguía sobre la cama y se abrazó a ella, acomodándose para dormir.

Sintió a Jin acostándose a su lado, no quiso voltearse a mirarlo. Se dejó dominar por el cansancio para no ser dominado por los nervios, pero ese estado no duró mucho porque Jin lo tomó de un hombro para girarlo sin delicadeza. A Kame ya no le quedaban muchas fuerzas para luchar, dejó que Jin lo girara para quedar apoyado en su hombro, con la espalda contra la cama.


Con la mano aún levemente temblorosa, Jin corrió el cabello que estaba pegado a la frente de Kame. Lo abrazó con una sola mano, acercando su rostro al de Kame, dándole un beso suave en la frente. El corazón de Kame volvió a acelerarse, no entendía por qué, por qué Jin era así con él en ese momento, tan... cariñoso.


Jin giró su rostro para poder mirar a Kame, que le devolvió la mirada sin poder descifrar lo que los ojos de Jin le decían. Jin lo acarició con su rostro, cerrando los ojos y con una pequeña sonrisa en sus labios, emitiendo un sonido cercano al del ronroneo de un gato


Kame no supo por qué lo hizo, ni siquiera lo pensó ni se cuestionó si debía, pero acercó su rostro más para poder darle un suave beso en la mejilla.


Se quedaron así, inmóviles por unos instantes, hasta que la mano de Jin bajó a posarse en su hombro, donde estaba la marca que había dejado, acariciándolo suavemente mientras bostezaba.


- Kazu... - susurró, somnoliento. -Lo siento... dejé una marca.

Kame no pudo evitar soltar una risita, se giró levemente hasta quedar contra la base del cuello de Jin.

- No importa- respondió, cerrando los ojos y acomodándose en Jin.


Sí, importaba, pero no quería recriminarle nada a Jin, menos cuando sintió que estaba sonriendo también.


La mano de Jin subió hasta su cabello, acariciándolo, tomándolo entre sus dedos y lentamente enredándolos en él, desenredándolos, enredándolos nuevamente. Kame se dejó envolver por el cansancio, por las pausadas caricias y jugueteos de Jin en su cabello y por el ritmo de su respiración. Se preocuparía al día siguiente de lo que tuviera que preocuparse.


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Un murmullo despertó a Kame... era Jin hablando en sueños. Palabras incompletas e incomprensibles. Rió lo más despacio que pudo para no despertarlo.


Ya era de día y el momento perfecto para huir, para no tener que enfrentar a Jin. Si todo tenía que volver a la normalidad después de lo que había pasado, debía escapar ahora para evitar un momento incómodo.


Jin seguía murmurando.


-Cállate -susurró Kame, divertido.


Se dio una ducha que esperaba despejara su mente, pero no podía dejar de pensar en todo, recordar momentos aleatorios, recordar el toque de las manos de Jin, inseguro y apasionado, recordar sus labios, su respiración sobre su piel, su voz...


Antes de irse, se acercó una vez mas a Jin para ver su cara mientras dormía. Ya había dejado de murmurar.


"Muy obediente", pensó, con divertida satisfacción.


Pasó suavemente su mano por el rostro de Jin. Realmente se veía tierno durmiendo, relajado, con los labios semi abiertos. Usando como excusa darle un fin a todo lo pasado, se inclinó hacia él y lo besó con mucho cuidado, para que no despertara.


- Adiós, Jin...

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